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CRÓNICA

El crimen de Barbate pone en cuestión las decisiones de Marlaska en la lucha contra el narcotráfico

El ministro Marlaska en el pleno del Senado del martes.

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Entró Alberto Núñez Feijóo en el hemiciclo y todos los diputados del Partido Popular se pusieron en pie y empezaron a aplaudir. Como para no hacerlo con lo crecido que está el jefe. El día anterior, casi se marcó una muñeira antes del Comité Ejecutivo Nacional por el triunfo en Galicia. La victoria es mía, mía y mía, y un poco de Alfonso Rueda. Después de varias semanas de una angustia que al final resultó ser exagerada, Feijóo dio a entender el martes que alguien había querido montar “un plebiscito sobre mi liderazgo” (¿dentro o fuera del partido?).

“Hay que galleguizar la campaña”, decían los barones del PP el 13 febrero, según algunos titulares. Seis días antes, sonaron mensajes de alarma en la prensa conservadora: “Algo está pasando en Galicia”. Pero el día después de la repetición de la mayoría absoluta, tocaba desgalleguizar los resultados y hacer una lectura nacional. “¿Qué va a inventar hoy para no hablar de lo que ha ocurrido en la comunidad autonómica gallega?”, le preguntó a Pedro Sánchez. El presidente le respondió recordando su famoso off the record con 16 periodistas durante la campaña y con el sarcasmo de felicitarse de que hubiera admitido que el camino con Catalunya “es el diálogo y no la confrontación”.

El PP no podía desaprovechar el hundimiento del voto socialista y a Sánchez le tocaba aguantar el tirón con la premisa de que en una semana ya no se hablará de Galicia. A Feijóo le interesaba hablar fundamentalmente sobre sí mismo y sobre ese tema no habrá límite de tiempo. “Usted anunció que el cambio en Galicia era imparable y la caída de Feijóo. Y aquí me tiene, de pie”, dijo. Sólo le faltó dar unos saltos de alegría para probar que sigue vivo. En ese punto, no se puede negar que tiene razón.

Tantas ganas tenía el PP de presumir, que Cuca Gamarra destacó que Yolanda Díaz no había aparecido en el Congreso tras su pésimo resultado en Galicia. A la secretaria general del PP se le había olvidado que su partido no le había dirigido ninguna pregunta. No es la primera vez que pasa. El PP no se atreve ahora a interrogar a la vicepresidenta en el pleno –no vaya a ser que le atice con un dato– o no quiere darle ningún protagonismo.

El tema que calentó de verdad la sesión de control no estaba en el norte, sino mucho más al sur. El PP puso en el punto de mira a Fernando Grande-Marlaska –una costumbre que viene de la legislatura anterior– al mismo tiempo que en el Senado votaba su reprobación a causa del asesinato de dos guardias civiles en Barbate. Hubo cuatro preguntas (tres del PP y una de Vox) y una interpelación del PP. Hicieron un especial hincapié en la eliminación en 2022 de OCON-Sur, el dispositivo especial de la Guardia Civil contra el tráfico de drogas en el Estrecho.

El debate fue uno de esos en que sabes que nadie está contando toda la verdad, en parte por razones legales, y que todos saben cosas que les conviene callar. Existe la dificultad de opinar de un asunto oscuro que está bajo investigación judicial y en el que están implicados agentes de la ley, y no del todo en el lado de la ley. Además, ni el Gobierno ni la oposición se atreven a mencionar un hecho evidente que se conoce desde hace décadas, como es la rivalidad entre cuerpos policiales. Y si no hablas de ello en el Congreso, es como si no existiera.

La retórica era por definición exaltada. “¿Sabe usted lo que es el honor?”, preguntó Miguel Tellado, del PP, que no es precisamente la persona más indicada para impartir lecciones filosóficas. De entrada, desconoce que el Tribunal Supremo ya dejó claro hace mucho tiempo que el honor es patrimonio de las personas, no de las instituciones u organizaciones, sea la Guardia Civil, el Racing de Ferrol o la RAE.

OCON-Sur fue creada por el Ministerio de Interior a propuesta de la Guardia Civil y clausurada después en las mismas condiciones, según dijo el ministro. Lo propuso el alto mando de la institución y Marlaska tomó la decisión política. En ambos casos, la responsabilidad final es suya. Esa unidad especializada en la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar consiguió éxitos de los que en su momento el Ministerio presumió.

Todo el Plan Especial del Gobierno en la zona sumó en cuatro años más de 10.000 detenciones y la incautación de 1.400 toneladas de droga. No hay que ser un gran analista político para saber que eso influyó en que el PSOE presentara a Marlaska, que no es militante del partido, como cabeza de lista por la provincia de Cádiz en 2019.

El desmantelamiento de la unidad especial se produjo después de la investigación judicial al teniente coronel David Oliva, que era el jefe del dispositivo especial. Su creación ya había despertado recelos en otras unidades de la Guardia Civil y de la Policía Nacional dedicadas a esas funciones, como contó elDiario.es el 14 de febrero. Una unidad de la Policía inició una investigación de Oliva al vincularlo con un clan de narcotraficantes que operaban en una zona de Tarifa.

Las pruebas de ese caso no parecen muy sólidas, pero el asunto se complicó con otra investigación de Asuntos Internos que ha hecho que Oliva y su número dos estén imputados por los delitos de cohecho y revelación de secretos en un juzgado de Madrid.

Todo este escenario de sospechas se ha visto alterado por completo con lo ocurrido en Barbate el 9 de febrero. Una potente narcolancha embistió a una zodiac en la que iban varios agentes y mató a dos de ellos, Miguel Ángel González y David Pérez. La presencia de la embarcación ligera tenía una intención disuasoria con el fin de impedir que los narcos se refugiaran del temporal en el puerto de Barbate, o identificarlos si eso era posible. A la vista de lo sucedido, está claro que se trató de un error de consecuencias trágicas.

Los hechos obligaron a preguntarse si las fuerzas de seguridad cuentan con los medios necesarios para hacer frente a la amenaza de los narcos en el Campo de Gibraltar y la sensación de impunidad que se respira en la zona. “Las narcolanchas campan a sus anchas en todos los muelles”, dijo la fiscal antidroga de Cádiz.

En el Congreso, el PP relacionó directamente el crimen de Barbate con las decisiones sobre OCON-Sur, cuyo fin se produjo hace dieciséis meses sin que la medida causara ninguna polémica. La retórica se disparó a niveles extremos. “Usted sigue humillando a la Guardia Civil”, dijo Elías Bendodo, que preguntó si la unidad se había cerrado “con pruebas falsas”. Tan acostumbrado a defender la independencia judicial, el diputado eligió olvidar esta vez la existencia de una investigación judicial de sus anteriores responsables.

Marlaska argumentó que “el OCON no desaparece” –lo que no es del todo cierto–, porque sus 150 agentes se han integrado “en la estructura de la Guardia Civil en la zona”. Ana Belén Vázquez entró directamente en el territorio de la conspiración al preguntarse si OCON-Sur “se disolvió por presiones de Marruecos”, lo mismo que hizo Pepa Millán, portavoz de Vox. No es que tengan ninguna prueba sobre esa versión. Eso no es nunca necesario en una sesión de control del Congreso.

Para explicar que la eficacia de la lucha antidroga no se ha visto mermada, el ministro de Interior argumentó que las incautaciones de droga en la zona aumentaron en 2023 con respecto al año anterior (306 toneladas sobre 272). En este asunto, es difícil estar seguro. Nunca se sabe si es porque ha habido un aumento de la actividad de las fuerzas de seguridad o si se debe a un incremento de la llegada de droga. Y eso vale para el sur de España, el norte, el puerto de Rotterdam o cualquier punto que sea puerta de entrada de la droga en Europa.

El debate no sirvió de mucho para esclarecer lo sucedido en Barbate. Marlaska no explicó en qué condiciones se dio la orden de que saliera una zodiac para intimidar a lanchas mucho más potentes, y por tanto más peligrosas. Lo único que dijo fue que las críticas del PP al respecto eran un ataque a los mandos de la Guardia Civil, con lo que hay que deducir que partió de ellos. El PP hizo una relación causa-efecto entre la desaparición de OCON-Sur y los hechos de Barbate sin poder probarla. González Pons llegó a mencionar de pasada a Casas Viejas. Marlaska hizo lo mismo con los viajes de Feijóo en el yate de Marcial Dorado.

Es muy posible que los dos guardias civiles fallecidos se hubieran merecido un debate mejor.

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