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Feijóo y Abascal azuzan los mensajes islamófobos tras el ataque en Algeciras

Edmundo Bal, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal, en una imagen de archivo.

Alberto Ortiz

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España es uno de los países más seguros de Europa, la tasa de homicidios no deja de caer desde hace más de dos décadas y, en cualquier caso, la mayoría de estos delitos los cometen ciudadanos con nacionalidad española. Aún así, la extrema derecha de Vox y también el PP de Alberto Núñez Feijóo han aprovechado el ataque contra dos iglesias de Algeciras del miércoles, en el que fue asesinada una persona por parte de un joven marroquí, para lanzar mensajes islamófobos y trasladar a la población un mensaje de alarma.

En la tarde del miércoles, agentes policiales detuvieron a un joven de 25 años por el asesinato de un sacristán y otro ataque a un sacerdote, herido de gravedad, en la citada localidad gaditana. El fallecido, Diego Valencia, recibió varios machetazos en la iglesia de La Palma, mientras que el cura herido sufrió los ataques en el templo de San Isidro, a pocos metros de la primera iglesia. Durante la noche, la Policía Nacional registró la casa del joven, de origen marroquí, y encontró la funda del cuchillo con el que se perpetró el ataque. Las primeras pesquisas apuntan que el atacante actuó solo, de manera errática y que consumía propaganda yihadista.

Apenas minutos después de que trascendieran las primeras informaciones sobre la detención del atacante, el líder de Vox, Santiago Abascal, ya había lanzado un tuit en el que en menos de cuarenta palabras agitaba la islamofobia y denunciaba la política migratoria del Gobierno. “Unos les abren las puertas, otros los financian y el pueblo los sufre. No podemos tolerar que el islamismo avance en nuestro suelo”, decía el mensaje que difundió en sus redes sociales. 

Este jueves, tanto el líder de Vox como muchos de los integrantes del partido siguieron esparciendo este tipo de mensajes de odio apoyados en informaciones sin contrastar o directamente falsas. “Entró ilegalmente en España, tenía una orden de expulsión, estaba vigilado por yihadismo, era okupa. ¿Cuántos habrá como él en España?”, ha insistido en otro tuit. 

Según la información que ha podido contrastar este diario, el joven de 25 años fue detenido el pasado 16 de junio en virtud de la ley de extranjería y se le abrió un expediente de expulsión, aunque luego quedó en libertad. El sospechoso no figura en los ficheros de terrorismo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y ningún país colaborador de España en materia antiterrorista había alertado en ningún momento sobre él, según fuentes del Ministerio del Interior.

Abascal, no obstante, insistió en sostener que “las mafias de tráfico de personas y los políticos que les abren las fronteras y los riegan a subvenciones no pueden ocultar su responsabilidad”. El diputado de su partido Víctor Sánchez del Real ha seguido el camino marcado por el líder al señalar la ausencia de mensajes de condolencias de la embajada de Marruecos en España. “Igual sería lógico, ahora que se sabe la nacionalidad del yihadista, algún posicionamiento o una mera condolencia de su embajada en España”, escribió en sus perfiles en redes sociales, en las que afirmó que la legación marroquí hace “a menudo” llamamientos a todos sus ciudadanos “para recordarles sus fidelidades”.

El partido llevó el debate, además, al Parlamento Europeo, a donde envió una carta a la presidencia de su grupo para solicitar un debate sobre una resolución “contra el aumento de violencia y el terrorismo yihadista contra cristianos en España”.

Los mensajes islamófobos y xenófobos son moneda corriente entre la extrema derecha, pero este jueves, el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, también consideró oportuno hacer una diferencia entre los seguidores del catolicismo y los islamistas. “Debemos saber que hay un problema. Hay personas que matan en nombre de un dios o en nombre de una religión y, sin embargo, nosotros, desde hace muchos siglos no verá a un católico, a un cristiano, matar en nombre de su religión o de sus creencias y hay otros pueblos que tienen algunos ciudadanos que sí lo hacen”, apuntó, en un encuentro del Círculo Ecuestre en Barcelona

Hace apenas cuatro años, un hombre solo entró armado en la mezquita Al Noor primero y luego en el Centro Islámico Linwood, en la ciudad neozelandesa de Christchurch, asesinó a 51 personas e hirió a 40. El autor de la masacre era un supremacista blanco que publicó después un manifiesto en sus redes plagado de apuntes islamófobos y referencias a la conocida teoría de 'El gran reemplazo'. Justificaba su acción como una forma de compensar los “centenares de miles de muertes causadas por invasores extranjeros en Europa” a lo largo de la historia. Las mismas ideas supremacistas en las que se apoyaban los integrantes del Ku Klux Klan estadounidense para cometer su crímenes y asesinatos, siempre acompañados por cruces y símbolos del cristianismo.

La inspiración en ciertos valores cristianos sirvió también a varios de los que atacaron el capitolio para argumentar su actuación y ha servido como fundamento a numerosas dictaduras en el mundo, entre otras a la española, para justificar sus violaciones de los derechos humanos. El general Efraín Ríos Montt, que lideró la dictadura guatemalteca entre 1982 y 1983 era un protestante fundamentalista con la misión de salvar a su país –e incluso al continente– en nombre de Jesucristo. Durante su dictadura, la población maya fue masacrada y envió al Ejército a destruir pueblos sospechosos de acoger a simpatizantes de la guerrilla. En 1955, durante el segundo Gobierno de Juan Domingo Perón, una facción del Ejército bombardeó la Plaza de Mayo de Buenos Aires con aviones que portaban la inscripción ‘Cristo Vence’. En el ataque murieron 364 personas y fue la primera piedra del golpe de estado que derrocó meses más tarde el gobierno.  

“El terrorismo islámico es un problema de toda la sociedad europea y debemos actuar de forma unida”, añadió después el líder del principal partido de la oposición. Después de esos comentarios, pedía prudencia: “Para un país en la situación geográfica en la que estamos nosotros es evidente que tiene que tratarse con mucho rigor y con una visión de Estado (...) debemos conocer si hay cédulas o no, si actuó en solitario o no, si hay más sospechosos y ser prudentes”. 

Las palabras de Feijóo generaron tal polémica que él mismo se vio obligado a intentar matizarlas unas horas más tarde. “Es evidente que lo que ha ocurrido no tiene que ver con las religiones. No se puede criminalizar una religión. Una cosa es el fanatismo”, añadió al principio. Acto seguido, no obstante, insistió en que “no hay un problema de terrorismo católico en el mundo pero sí hay un problema de integrismo islámico en algunos lugares del mundo, también en algunos países islámicos”. “Todo el mundo que quiera utilizarlo de forma torticera allá él, pero he pedido respeto para los hechos, prudencia y no utilizar un caso de fanatismo para estigmatizar o criminalizar ninguna religión”, dijo.

Esa llamada a la prudencia no caló tampoco en el laboratorio de ideas del partido, la fundación FAES que dirige el expresidente José María Aznar, que tras lo ocurrido publicó un comunicado en el que pronosticó que las investigaciones “probablemente revelarán a un fanático radicalizado, en conflicto con la sociedad a la que ha llegado y decidido materializar su fanatismo”. FAES cree que hay más como él y alerta del riesgo de que a partir de atentados como este o los ocurridos en otros países europeos, “que pueden parecer inconexos”, “vaya tejiéndose un terrorismo yihadista organizado de matriz netamente europea constituye una hipótesis que, por lejana que pueda parecer, no sería menos peligrosa”.

La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, pidió que se convoque la comisión de seguimiento del pacto antiyihadista porque no tienen “información sobre ese ataque”, una petición a la que se adhería Ciudadanos. El portavoz de esa formación Guillermo Díaz pidió al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, que explique cómo es posible que el autor del atentado siguiera “deambulando” en España desde que se decretó su expulsión hace siete meses. Los dos pidieron a Vox que no aprovechen este suceso para “estigmatizar” a un colectivo o para hacer “propaganda”.

Los mensajes islamófobos de la derecha y la extrema derecha soliviantó al PSOE y a Unidas Podemos. “No se debe permitir que desde la extrema derecha se intente sacar rédito”, dijo la ministra de Ciencia, Diana Morant, que defendió la “diversidad” de la democracia, que no “permitirá que la violencia rompa la convivencia”. La secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, tildó este jueves de “miserable” el tuit del líder de Vox, Santiago Abascal, cuya política, dijo, es “extender el odio” contra la inmigración. 

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