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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz
Crónica

Feijóo saca el comodín del rey y se lleva por delante la Constitución

Feijóo revisa las notas de su discurso sobre la ley de amnistía.

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Patxi López llevaba menos de diez segundos en la tribuna y ya saltó un diputado del Partido Popular gritando desde su escaño: “¡Tú sí que estás retratado!”. Empezaba fuerte el debate de toma en consideración de la proposición de ley de amnistía, así que podía acabar de cualquier manera. Pero al final resultó que los parlamentarios demostraron que están algo anestesiados con lo de hablar de lo mismo desde hace meses y la cosa resultó bastante tranquila. Por una vez, España se rompe sin que la sangre riegue los escaños. Eso sí, es posible que unas palabras de Feijóo hayan puesto los pelos de punta al rey.

“Todo lo que se ha dicho esta tarde se había oído antes. Es un déjà vu”, dijo Jon Iñarritu, de EH Bildu. “Llevamos meses de retórica inflamada”, comentó el peneuvista Mikel Legarda. El primer gran pleno de esta legislatura optó por el reciclaje de todo lo que se ha dicho, a veces a gritos, sobre la amnistía.

Hubo un momento que se alejó de lo previsible, aunque no fuera totalmente sorprendente. Fue cuando el portavoz de Junts, Josep Maria Cervera, desmintió lo que había dicho minutos antes Patxi López. El socialista justificó la amnistía a todos los encausados o investigados por el procés en la necesidad de apostar por la distensión y la convivencia: “Defendemos la amnistía como el primer paso para la concordia de Catalunya y la concordia de Catalunya con el resto de España”.

Citó como ejemplo la mesa de diálogo y los indultos: “Esos primeros pasos han funcionado”.

Cervera negó la premisa. “Lo que estamos haciendo no va de perdón ni de convivencia. Va de reparar una injusticia”, dijo. Junts no quiere curar esas heridas, sino poner fin a la “judicialización de la política”. En eso coincide con el PSOE, pero no mucho más. No quiere rebajar la tensión en Catalunya, porque reclamar la independencia seguirá provocando tensión. Por eso, el pueblo catalán “no olvida ni perdona”, dijo, y “no renunciará a la independencia”.

Sí se puede decir que Junts ya no renuncia a la política y que no está encerrada en el no a todo y la confrontación permanente. “La amnistía es una forma de volver a la política”.

Alberto Núñez Feijóo debió de sentirse satisfecho. Había intentado provocar la situación cuando preguntó a los portavoces de ERC y Junts si los últimos acuerdos han mejorado su relación con España. “Señora Nogueras, señor Rufián, ¿creen, como dice el partido socialista, que ahora abandonarán la independencia y se sentirán más españoles que nunca?”.

El acuerdo de los socialistas con los independentistas no va de eso ni de que nadie renuncie a sus principios. Sí significa hacer tabla rasa jurídica con el conflicto iniciado poco antes de 2017 e intentar resolver diferencias casi insalvables a partir del diálogo, y no de encarcelar a políticos. Pero las palabras de Cervera indican que la idea de que la aprobación de la amnistía pueda iniciar un periodo de distensión –“la ley de amnistía es necesaria para acabar con la división de los últimos años”, dijo López– está más en el mundo de los deseos que en la realidad.

Feijóo subió a la tribuna para defender en persona la posición de su partido. “Una vergüenza nacional”, dijo para empezar. “Esta ley es un fraude”, siguió. “Una humillación al pueblo español”, afirmó después. Negó la mayor sobre su contribución a la convivencia y lo hizo recordando las palabras de Sánchez en la última campaña electoral: “¿No decían que esto estaba resuelto? ¿No decían que lo de la convivencia estaba resuelto?”.

En el terreno de la hipérbole, no se quedó corto. La amnistía es una forma de que un Gobierno “borre cualquier delito de forma arbitraria”, afirmó, aunque este cambio va a ser respaldado por el Congreso. La última palabra no la tiene el Gobierno. Para reforzar el argumento, dio un gran salto sobre la Constitución. “¿Qué le impediría decir mañana que los inocentes son culpables?”. Para eso está el Código Penal, que va a seguir siendo el mismo y que es el que tendrán que aplicar los tribunales.

El líder del PP mintió cuando dijo que el llamado verificador entre el PSOE y Junts es “un experto en conflictos entre bandas armadas”. Es falso, aunque Feijóo siempre puede decir que lo leyó en algún periódico. El hecho de que sea un diplomático salvadoreño –eso es cierto– no quiere decir que interviniera en el proceso de paz de su país. De hecho, ha tenido la mayoría de sus puestos en ACNUR.

Insistió en su teoría de que Pedro Sánchez “perdió las elecciones”. Tiene que estar muy confuso al no ocupar él mismo el primer puesto del banco azul.

Feijóo afirmó que todo se ha hecho para conseguir los siete votos de Junts. Enseñó siete dedos para que nadie tuviera dudas. Cuando se votó al final del pleno, 178 diputados votaron a favor de iniciar el proceso legislativo para aprobar la ley de amnistía. 178 son algunos votos más que siete.

Es obvio que el PSOE ha pagado un precio político por recibir el apoyo de Junts en la investidura. Patxi López recordó que es lo que ocurrió cuando Aznar fue elegido presidente con los votos de CiU a cambio de las concesiones que entregó a Jordi Pujol. Es lo que tiene la democracia parlamentaria si no consigues la mayoría absoluta. Hay que pasar por caja y también asumir el coste político que ocasione el pacto.

Iñarritu buceó en unas palabras de Feijóo en 2014 en las que decía que Galicia podía ser una nación sin Estado. El líder del PP le hizo gestos claros para responder que eso no era cierto. Sus palabras están recogidas en vídeo: “Si usted coge la historia de Galicia y la historia de Cataluña, con todos los ejemplos y los matices que se puedan poner, yo creo que nosotros, en fin, históricamente, tenemos muchos elementos para considerarnos, en lo que dice la terminología, nación sin Estado”.

La apuesta de Feijóo de entonces por el nacionalismo de baja intensidad que había inaugurado Manuel Fraga, circunscrito fundamentalmente a asuntos folclóricos más que políticos, tiene su gracia, pero el presente siempre es más relevante. En su discurso, llegó a implicar a Felipe VI en sus críticas al Gobierno. “No es justo dejar en papel mojado el discurso del jefe del Estado del 3 de octubre”, dijo metiéndose en un terreno pantanoso.

¿Estaba diciendo que el Parlamento salido de las urnas, por todo eso que sale en la Constitución que dice que la soberanía nacional reside en el pueblo, no puede adoptar ciertas decisiones porque el rey ordenó otra línea política diferente en 2017? ¿Y ese 'decreto real', a falta de mejor expresión, sigue estando en vigor seis años después? ¿Pero esto dónde aparece en la Carta Magna?

Dos debates más como este sobre la amnistía con intervenciones como la de Feijóo y lo mismo hay que dar por reformada la Constitución sin que nos hayamos enterado de cuándo la cambiaron. Qué manera de defenderla más extraña.

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