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CRÓNICA

Podemos apuesta todas sus fichas en la casilla de Irene Montero

Belarra y Montero en el mitin de Podemos en Madrid el sábado.

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Unos días antes de las elecciones de mayo, Podemos lanzó en Twitter una serie de imágenes de sus dirigentes convertidos en superhéroes. La excusa era esa estupenda ocurrencia que es el Día del Orgullo Friki. Ahí estaba Irene Montero que aparecía como Wonder Woman, heroína que surgió del pasado mitológico de las amazonas y que en tiempos contemporáneos repartía unos castañazos de aúpa. Esa cita con las urnas tuvo unos resultados horribles para el partido en ayuntamientos y comunidades y le dejó a merced de los planes de Yolanda Díaz y Sumar. Lo que no ha cambiado ha sido la apuesta por la ministra de Igualdad.

Podemos terminó participando en Sumar descontenta con su papel secundario en la coalición y el veto a Montero en las listas. Se extendió la idea en algunos medios de que el tiempo de Podemos se había acabado, como una estrella que brilló con demasiada intensidad y sin poder perdurar en el tiempo. Su objetivo ahora es la reconstrucción, aunque con los mismos mimbres y el mismo drama que han caracterizado a un partido que no dejó de sorprender desde su irrupción hasta que fue desangrándose con múltiples heridas, algunas procedentes del exterior, otras autoinfligidas.

Desde este sábado, Podemos entra en una nueva etapa para afrontar una situación de menor presencia institucional: cinco diputados en el Congreso y un escaso poder autonómico. Lo inició con un mitin en Madrid en el que casi todas las nueve oradoras coincidieron en un mensaje que estaba acordado. Es “imprescindible” que Irene Montero repita como ministra de Igualdad en un futuro Gobierno de coalición.

Nadie sabe si ese Gobierno llegará a existir –depende en primer lugar de Puigdemont y de Junts–. Tampoco es seguro que Sumar vaya a contar con la cartera de Igualdad ni si habrá alguna ministra del partido de Ione Belarra. Lo que sí se conoce es que Podemos considera que la presencia de Montero en el Gabinete es esencial para el futuro de la formación y la causa del feminismo. No concibe otro escenario. Hasta el punto de que es legítimo preguntarse cuál será la actitud de los cinco diputados de Podemos en una votación de investidura en caso de que eso no vaya a ocurrir.

El partido tuvo que aceptar que Montero no fuera en las listas del 23J e insiste en que ahora no hará una concesión similar. “La gigante Irene Montero”, la llamó Lilith Verstrynge en uno de los muchos homenajes que se escucharon y que dieron por hecho que nadie defiende el feminismo como ella. Cualquier alternativa para Igualdad parecería ofensiva a Podemos. No se les ve con ganas de negociar sobre ese punto.

“Podéis tener muy claro que podéis contar conmigo y tú, Ione, también”, anunció Montero en respuesta a los elogios recibidos. Esta vez, no consentirá que la dejen a un lado.

El primer mensaje del mitin tenía que ver con el papel secundario que ha tenido el partido en los últimos meses. “A todos los que creían que estábamos muertos o los que nos querían matar, les decimos que estamos aquí”, dijo la primera interviniente, Conchi Abellán. “Aquí seguimos vivitos y coleando”, afirmó Julio Rodríguez.

La segunda intención consistía en dar respuesta a la pregunta de para qué sirve ahora Podemos. Todos tenían claro que no hay ningún partido de izquierda que haga lo que ofrecen ellos. No ya por sus ideas, sino por su actitud. “Lo importante es que los que estamos aquí no nos vendemos”, dijo María Teresa Pérez. “Nada ni nadie nos va a intimidar”, fue lo que dijo Martina Velarde.

De esas palabras, hay que deducir que es más fácil que los demás partidos, los que forman parte de la coalición que se presentó como Sumar, se dejen intimidar o se vendan. O que no sean tan valientes como Podemos.

“Nos temen no por lo que ya hayamos hecho. Nos temen por lo que somos capaces de hacer de aquí en adelante”, anunció Montero. Y por ello exigen formar parte del futuro Gobierno, ya que a los demás no les temen tanto.

Ione Belarra anunció que Podemos tiene reclamaciones directas que hacer a Pedro Sánchez y el PSOE sobre el programa de un futuro Gobierno. En principio, no se siente representada por Yolanda Díaz de cara a esas negociaciones. Fueron cinco puntos a los que no llamó condiciones, sino “propuestas”.

Son planteamientos de máximos. 1.500 euros de salario mínimo, frente a los 1.080 actuales. Congelar los contratos de alquiler durante toda la legislatura. Abaratar el coste de la vida poniendo un tope a los beneficios empresariales. E Irene Montero de ministra, desde luego.

Belarra reclamó “recuperar el consentimiento que se cargaron el PP y el PSOE”, una descripción de la reforma de la ley del sólo sí es sí que los socialistas no aceptan y que confirmará a Pedro Sánchez en la idea de que no quiere a nadie de Podemos en la cartera de Igualdad de su Gobierno o quizá en ninguna otra.

Montero tenía algo nuevo que decir sobre las reducciones de pena causadas por la ley del sólo sí es sí. “Para nosotras, hubiera sido mucho más fácil decir cuando empezó la reacción machista, la ofensiva de los sectores más reaccionarios del Estado: sí, la ley tiene un error garrafal que, como todo el mundo sabe, ha cometido el Ministerio de Justicia, que es del partido socialista”. Dijo que no lo hicieron porque no estaban dispuestas a ponerse “de perfil” ante la ofensiva conservadora. Si lo lee Sánchez, el primero que pagará las consecuencias será el mobiliario de Moncloa en forma de una buena patada.

De cara al futuro inmediato, la líder de Podemos hizo críticas al proceso de formación de la coalición Sumar que, si bien no son una novedad, hacen pensar en un conflicto más grave con Yolanda Díaz en caso de repetición electoral en diciembre. Sostuvo que “no se han cumplido” los objetivos planteados en la Asamblea de Podemos que certificó la candidatura de la vicepresidenta en unas elecciones generales. Desde entonces, el partido “ha sido sometido a un proceso injusto que no es de unidad”, lo que incluye el veto a Montero.

Esta visión crítica no es una sorpresa, porque ya la explicó Pablo Echenique el 1 de agosto en un artículo que decía que la tradicional aspiración a la unidad de la izquierda, a la que llamó “fetiche” como si le pareciera excesiva, se ha convertido en “un dispositivo político-comunicativo” cuya principal función ha sido en los últimos años “matar a Podemos”. Belarra y Pablo Iglesias elogiaron sin dudarlo ese artículo en redes sociales.

Lo relevante ahora es que Podemos no aceptará una reedición del pacto en las mismas condiciones. “Los acuerdos en estas condiciones no se pueden volver a repetir”, dijo Belarra.

Podemos ha plasmado esa intención en un documento de 27 páginas hecho público en la tarde del sábado. Las bases del partido podrán estudiarlo y enmendarlo para que sea aprobado a principios de noviembre. Para cualquier coalición en la que participe Podemos, las candidaturas se elaborarán “siempre mediante primarias abiertas sin restricciones y sin vetos”, dice el texto. Sumar rechazó esas primarias en las negociaciones con las que se cerraron las listas de los comicios de julio.

El fracaso electoral de mayo dejó a Podemos en una posición vulnerable. Con razón o sin ella, ahora cree que está más fuerte y que le refuerza su apuesta por Irene Montero. Es difícil encontrar una razón por la que Yolanda Díaz vaya a aceptar sus exigencias. Hay que preguntarse si Podemos se atreverá a votar contra la investidura de Sánchez, lo que forzaría una repetición electoral y daría una nueva oportunidad al PP y Vox. En ese posible desenlace, Podemos ya no tendría elección y se vería abocado a presentarse en solitario.

Eso sólo tranquilizará a los que piensan que la unidad de la izquierda es un fetiche sobrevalorado.

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