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El escritor Michel Laub contrapone la memoria colectiva y la individual

El escritor Michel Laub contrapone la memoria colectiva y la individual

EFE

Madrid —

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Contraponer la memoria individual y biológica, representadas por el Alzheimer, y la colectiva e histórica, simbolizadas por el Holocausto, es el reto que se planteó el escritor brasileño Michel Laub en “Diario de una caída”, la obra con la que se presenta ante el público en lengua castellana.

El libro, explica su autor en una entrevista con Efe, es una narración cuyos límites son “las pequeñas historias” que la componen, con la memoria como asunto central, “cómo alguien se convierte en lo que es, cómo la Historia y lo individual pueden influir en él”, pero también en las nuevas generaciones.

La obra comienza con un accidente juvenil en una fiesta de cumpleaños. En la cultura hebrea, el ritual de paso a la edad adulta ocurre a los trece años, con la celebración del “bar mitzvah”.

Los amigos del homenajeado lo lanzan al aire y lo recogen tantas veces como años cumple, pero en el cumpleaños de Joao, el único niño “no judío” del colegio al que acude el protagonista, tras haberlo arrojado al aire por decimotercera y última vez, sus amigos lo dejan caer, y resulta gravemente herido.

Este hecho es recordado tiempo después por el narrador, compañero de Joao, quien intercala sus propias vivencias, las de su abuelo, superviviente de Auschwitz, y las de su padre ahora enfermo y que tuvo que hacerse cargo de su familia siendo aún un niño.

A partir de ese incidente y las motivaciones que propiciaron aquel oscuro episodio y que llevaron al protagonista a empezar a “odiar a todo lo relacionado con el nazismo y con su abuelo” surge una reflexión sobre el legado que el Holocausto deja en tres generaciones de una misma familia y que, probablemente, según Laub, sea “imposible” superar.

Asimismo, la novela, publicada por Mondadori, reflexiona sobre las injusticias, sobre las que el autor insta a “hacer algo”, la construcción de la identidad, las relaciones de amistad o de amor.

El libro esta narrado en primera persona, lo cual da siempre al lector, en opinión de Michel Laub (Porto Alegre, 1973), la impresión de que “todo sucedió, como cuando alguien te cuenta una historia mientras esperas el autobús”. El autor no oculta, no obstante, que aporta muchos “elementos personales y reales” aunque también quiere provocar la confusión entre realidad y ficción.

No obstante, aunque el accidente juvenil conforma el arranque de la novela, Laub reconoce que el punto de partida de “Diario de una caída” fue el Alzheimer, al estar interesado en indagar cómo “alguien esta perdiendo su memoria”.

La obra refleja la relación del narrador con su padre tras conocer que sufre esta enfermedad y aunque el autor reconoce que se trata de ficción también desvela que se dio la “macabra coincidencia” de que cuando casi estaba acabando de escribir la obra, publicada por Mondadori, su padre enfermó y murió un año más tarde, aunque, por ello, confiesa “no cambió” el libro.

Al narrador no le gustaría repasar su vida a la luz de una situación límite -al conocer la gravedad de la enfermedad de su padre a quien se enfrento desde su juventud- como si la perspectiva del fin de alguien cercano, con el que pronto no podrá conversar, hiciera ver la escasa importancia de todo lo demás.

Por el contrario, de la mano de Laub el protagonista quiere poner de manifiesto cómo alguien, un nieto de un superviviente de Auschwitz, que vive en otro país diferente al de su familia y con otros problemas, puede hacer frente a ese “terrible recuerdo” que encuentra sentido en las últimas líneas del libro.

Admirador del escritor sudafricano, nacionalizado australiano, John Maxwell Coetzee, Laub anuncia que prepara un novela sobre un fan del ídolo fallecido Kurt Cobain, cantante, compositor y guitarrista de la banda Nirvana que transformó la música “grunge” en los años 90.

Por Mercedes Bermejo

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