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Moncloa examina el historial del futuro Gobierno para evitar casos como los de Màxim Huerta o Carmen Montón

Pedro Sánchez posa en el hemiciclo tras ser investido presidente.

Irene Castro / Andrés Gil

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Pedro Sánchez está ultimando los flecos de su gobierno y por eso la designación del futuro Consejo de Ministros se ha retrasado hasta la próxima semana. “Necesita un corto espacio de tiempo para acabar de hacer los cambios que considera necesarios”, expresó la vicepresidenta del Gobierno este miércoles. En Moncloa trabajan a pleno rendimiento para cerrar detalles para la futura coalición, como el acuerdo para las comisiones de seguimiento que han rubricado ambas partes, y también para examinar el historial de los aspirantes a dirigir ministerios así como secretarías de Estado.

Tanto en el PSOE como en Unidas Podemos son conscientes de la batalla sin cuartel que les ha declarado desde el minuto uno la derecha y por eso reconocen que no pueden cometer ni el más mínimo desliz. En la retina de Sánchez está el accidentado arranque de su anterior mandato, cuando las irregularidades fiscales de su fichaje más flamante, Màxim Huerta, se vio obligado a dimitir como ministro de Cultura en tiempo récord. El Ejecutivo reconoció entonces que había establecido un listón de ejemplaridad muy alto teniendo en cuenta que el presentador había cumplido con Hacienda en el momento de ser nombrado. No habían pasado ni los 100 días de gracia del Gobierno cuando Sánchez enfrentó la segunda dimisión: la de Carmen Montón por las irregularidades en su máster.

En Moncloa quieren evitar un aluvión de críticas o cuestionamientos y por eso está analizando toda la información relacionada con los futuros nombramientos. En el paquete que están analizando personas de la máxima confianza de Sánchez -Félix Bolaños e Iván Redondo- no entran esta vez solo los aspirantes a dirigir los ministerios sino que también se está estudiando el pasado de los secretarios de Estado. Fuentes gubernamentales aseguran, no obstante, que ese trabajo viene ya de largo, desde que comenzó a gestarse la estructura del futuro Ejecutivo.

La idea de Sánchez era conservar al grueso del actual gabinete -“la columna vertebral se mantiene”, expresan fuentes socialistas- y aseguró a principios de diciembre que tenía el gabinete en la cabeza. No obstante, en Moncloa deslizaron igualmente que habrá alguna “novedad”. Esas mismas fuentes reconocían la intención de incorporar más peso político frente a los perfiles independientes que escogió Sánchez tras la moción de censura.

Tranquilidad en Unidas Podemos

En el grupo confederal de Unidas Podemos ven con naturalidad el retraso en la configuración del Gobierno por parte de Pedro Sánchez, y consideran “normal” que pueda quedar “alguna cosa pendiente” en la parte de Gobierno socialista. Aunque en la cúpula socialista quieren evitar un primer roce con sus socios, en Moncloa no gustó que se filtraran los nombres de los ministerios que estarán liderados por Pablo Iglesias y los suyos.

En una entrevista en Los Desayunos de TVE, Carmen Calvo trató de restar importancia a que se conozcan ya los miembros de Unidas Podemos que formarán parte del Ejecutivo con el argumento de que esos puestos estaban acordados y cerrados como parte del pacto para la coalición. No obstante, algunas de las personas que aún están en esos cargos se han enterado por los medios de comunicación y la incertidumbre se apodera de los cargos intermedios del actual Ejecutivo en funciones.

Horas después de que se conocieran los detalles de los departamentos que estarán en manos del grupo confederal, Iglesias afirmó que había llegado a “un acuerdo con Sánchez de que no se hablaba de nombres, carteras y ministerios hasta que los nombre él”. “La responsabilidad de nombrarnos es de Pedro Sánchez, cuando lo haga, hablaré”, aseveró en El Intermedio (La Sexta).

Para evitar discordancias en el día a día del funcionamiento de la coalición, PSOE y Unidas Podemos han suscrito un protocolo de seguimiento del acuerdo que se repartirá en dos niveles: una Mesa Permanente compuesta por representantes de las dos partes del Ejecutivo así como de los grupos parlamentarios y una comisión circunscrita al trabajo en el Congreso.

La idea es que esos órganos coordinen la actuación política y su comunicación y, en el caso de la parlamentaria, que PSOE y Unidas Podemos impulsen de la mano la actuación legislativa y mantengan una posición de voto semejante y bajo ningún concepto “contradictoria”. En el documento, los socios pactan incluso fórmulas para la discrepancia. A pesar de que la intención será siempre la búsqueda del “consenso”, son conscientes de que habrá excepciones en las que se comprometen a acordar el “alcance y la publicidad que los socios darán a la misma, tanto en sede parlamentaria como ante los medios de comunicación, todo ello con el fin de mantener la estabilidad del gobierno y no erosionar la confianza de la coalición”.

La Mesa Permanente estará integrada por seis miembros de la parte socialista del Gobierno frente a cuatro de los de Iglesias mientras que la comisión de seguimiento parlamentaria será paritaria (cinco y cinco).

Pablo Echenique ha confirmado este miércoles que asumirá la portavocía del grupo de Unidas Podemos en el Congreso, después de que la portavoz actual, Irene Montero, se convierta en ministra de Igualdad y la portavoz adjunta, Ione Belarra, pase a la vicepresidencia de Derechos Sociales de Pablo Iglesias como secretaria de Estado para la Agenda 2030.

Todo apunta a que la presidencia del grupo confederal, que hasta ahora recaía en Pablo Iglesias, dejará de estar en manos de Podemos y pasará a partir de ahora a alguna confluencia de la coalición.

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