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¿Provocadores, incorrectos o “rojipardos”?: el discurso de Anguita y Monereo sobre Italia y la UE que agita a la izquierda

Julio Anguita y Manolo Monereo.

Andrés Gil

Los han llegado a llamar rojipardos. Por sus raíces comunistas rojas y por su artículo en el que salvan medidas del nuevo gobierno italiano de Matteo Salvini y Conte, quienes a tantos recuerdan a los camisas pardas de Benito Mussolini. El ex coordinador de IU Julio Anguita; el diputado de Unidos Podemos por Córdoba Manolo Monereo y el economista Héctor Illueca tiraron abajo la puerta de la corrección política con el texto ¿Fascismo? Decreto Dignidad, publicado en Cuarto Poder.

Pero no sólo la corrección política. En él se veía una línea de puntos que conectaba con mensajes del nuevo movimiento En Pie de Alemania o algunos rasgos soberanistas de Jean-Luc Melenchon.

El texto, además de salvar una medida impulsada por el Movimiento 5 Stelle dentro de un Gobierno golpeado por las izquierdas por sus posiciones contra la migración, tuteladas por la ultraderechista Liga Norte, agitaba dos viejas banderas anguitistas: el cuestionamiento de la arquitectura de la UE, como ya hizo hace 25 años con el Tratado de Maastricht, y un reclamo de recuperación de soberanía para poder hacer otras políticas dentro del Estado, para combatir al “capitalismo financiero”.

En 2018, revisitando los 30 a los que alude el término 'rojipardo' recuperado a raíz de este debate por Emmanuel Rodríguez en su crítica en CTXT, las democracias liberales se sienten en su momento más débil de los últimos 60 años por el agotamiento de sus principales pilares: la socialdemocracia y la democracia cristiana. Y por el empuje del nuevo centro abanderado por Macron que viene a restaurar el sistema desde dentro y por sus dos costados, el derecho y el izquierdo.

En ambos costados hay un elemento conectado: el concepto de patria, de soberanía, la búsqueda de un movimiento nacional popular que cuestione políticas decididas sin transparencia por quienes no se han presentado a las elecciones; que conteste las consecuencias de la crisis y de la globalización, y cómo responder ante las inseguridades que genera un mundo cambiante en el que los servicios públicos, el empleo y las pensiones están en cuestión.

El empuje de la extrema derecha ha conquistado Italia, Hungría, Polonia, acaba de tumbar al gobierno socialdemócrata sueco, y se empieza a articular una suerte de Internacional Nacionalista tejida por Marine Le Pen, Matteo Salvini y Steve Bannon, el ex jefe de Gabinete de Donal Trump, empeñado en conectar movimientos ultras de la Europa Occidental y Oriental.

Frente a eso, hay otro soberanismo, que reclama recuperar competencias nacionales cedidas a la UE para tomar el Estado y, con ese poder, “redistribuir y trazar alianzas con otros Estados para cambiar la UE”. Y en ese tránsito, se corre el riesgo de anteponer los derechos sociales de los nacionales –nativos– sobre los migrantes, afirma el coordinador de IU, Alberto Garzón: “El proteccionismo para proteger a los trabajadores italianos, los nativos, va de la mano, en ese modelo, con la exclusión de los inmigrantes como parte de la clase. No se puede elogiar un decreto de protección laboral – Decreto Dignidad– abstrayéndose de todo lo que significa social e históricamente Liga Norte. Que no es fascismo al estilo Mussolini es correcto, y que no podemos trivializar el fenómeno, también. Pero no podemos blanquearlo”.

El nuevo movimiento alemán Aufstehen de la dirigente de Die Linke Sahra Wagenknecht –presentado con cargos del SPD y Los Verdes– apunta directamente a los votantes de la ultraderechista AfD reclamando controles migratorios –las fugas de la izquierda antagonista a la extrema derecha se vienen produciendo desde finales de los ochenta con el PCF y el FN en Francia–. Controles migratorios y cierre de fronteras es lo que está haciendo Matteo Salvini en Italia con el aplauso del ultraderechista húngaro Victor Orbán.

“Mi preocupación es con el tipo de discursos y argumentos”, argumenta Garzón, “porque la justificación de En Pie se hace a partir de esa concepción corporativista en la que por definición lo más importante es aquello que refiere al conflicto capital-trabajo. Se nos dice 'la gente no quiere ética o derechos humanos internacionales sino comer y cobrar bien' y 'los inmigrantes amenazan las conquistas laborales' lo que en el fondo supone priorizar unos conflictos (capital-trabajo regulado) sobre otros, además de excluir a determinados sectores de la noción de 'clase trabajadora'. Y ojo, yo creo como Nancy Fraser que en el voto populista a la extrema derecha hay mucho de antiestablishment y antiausteridad, por supuesto. Ni creo que los votantes de AfD o LN o Vox sean todos neonazis. Pero yo no apuesto por anteponer un conflicto a otro o copiar el discurso de la derecha”.

“Los medios de comunicación están absorbidos por la exhumación de Franco, los plagios, los títulos de la Universidad Rey Juan Carlos, pero hay un auténtico debate de fondo que se está obviando”, afirmaba en una entrevista en CTXT Julio Anguita: “¿Pueden los españoles garantizarles a sus hijos que van a tener trabajo dentro de quince años?, ¿pueden asegurar a los futuros jubilados que van a tener una pensión pública?, ¿qué sector productivo va a tener este país o va a depender solamente del turismo? [...] ¿Qué ha quedado de lo que decían los partidarios de la Unión Europea hace veinte años de aquel edén prometido de cohesión económica y social, de creciente acercamiento de las posiciones sociales y de las regiones? El debate fundamental del futuro de mi país, del futuro de los jóvenes de mi país, ¿cuál es?, ¿recurrir a la muletilla del crecimiento indefinido y permanente?, ¿la emigración?, ¿puestos de trabajo en precario? Creemos que el problema es que no hay valor de enfrentarse a este problema mientras se está diciendo que esta UE es el único camino. Entonces decidimos hacer un artículo polémico. Lo sabíamos. Buscábamos provocar para que se debatiese. Esperábamos un alud de respuestas. Las más han sido negativas, es cierto. Pero también las ha habido positivas. Compañeros de la izquierda nos han criticado, a veces atacado. Y después están las posiciones muy claras de quienes se han dado cuenta de contra quién íbamos: contra la UE. Claro. Sí. Eso es lo que queremos: que se discuta en este país”.

“¿Rojipardo?”, se pregunta Anguita. Y se contesta: “ Vamos a situar el problema. Yo planteo una partida de ajedrez en la que al rey lo sustituimos por el Estado. Entre los jugadores de ajedrez, hay uno que ha ido a por esa pieza: el capital financiero, la globalización. Y la ha capturado. Pero el capitalismo globalizado no quiere que los Estados-nación desaparezcan, porque son los ejecutores de sus políticas y, frente a sus ciudadanos, tienen legitimidad democrática. Esa pieza capturada por mi adversario es la que hay que reconquistar. Eso no tiene nada que ver con la autarquía ni con el soberanismo. Se trata de retomar una pieza que el adversario ha cogido en el campo de batalla y que está utilizando para golpearnos en la espalda. Tener el Estado implica tener la capacidad de hacer muchas cosas, de redistribuir y trazar alianzas con otros Estados para cambiar la UE. Yo quiero recuperar la soberanía y el Estado. Pero no me conviertan ustedes en más cosas. No me hagan nacionalista, porque no lo soy en absoluto”.

El diputado de Unidos Podemos por Córdoba, Manolo Monereo, apuntaba en una entrevista en El Siglo: “Lo fundamental es que hemos querido abrir un debate, en la izquierda y más allá, sobre elementos constitutivos de una nueva fase de Europa y del mundo. Son tres. El primero es una crisis profunda de la globalización capitalista y de la Unión Europea; el segundo, que las políticas de la Unión Europea están favoreciendo el desarrollo de una derecha extrema; y la tercera, relacionada con ésa, es la desaparición de la izquierda. Estamos hablando de que la izquierda de masas está desapareciendo de toda Europa, somos fuerzas por debajo del 10% en casi todos lados. Y en países como Italia, que ha sido referente de nuestra vida política, sólo queda puro liberalismo. Ante eso, hay que abrir un debate profundo. La izquierda puede desaparecer si no somos capaces de analizar bien, y de aprender, de los fenómenos que están surgiendo delante de nuestros ojos. Lo que hay detrás de esto es la dictadura de lo políticamente correcto, un discurso represivo que tiene que ver con los límites que el sistema pone al debate político. Y pongo un ejemplo. Salvini es una excusa para la política migratoria de la UE –con la que estamos profundamente en contra– porque implica una violación masiva de los derechos humanos. Pero, fíjate tú, qué paradoja: Salvini es el monstruo, pero la política que propone la UE es la misma que propone Salvini. Simplemente, se le demoniza. Los astutos del mensaje dicen que él es el monstruo, pero que nosotros hacemos una política humana. ¿Y cuál es la política humana que se acaba de aprobar? Lo que se acaba de aprobar es fortalecer las fronteras, crear una línea de hierro en toda Europa para impedir la inmigración y externalizar a los emigrantes que sean capaces de romper esa línea. La política migratoria de la UE viola los derechos humanos, pero se usa a Salvini para ocultar esa política. Nosotros queríamos poner de manifiesto la profunda hipocresía del establecimiento europeo y de la política europea, que detrás de un discurso buenista está haciendo la política que la derecha extrema impone”.

Y añade Monereo: “El enemigo de la izquierda son los poderes económicos, que son los que están construyendo este mundo. El que piense que de la derecha extrema no tiene conexiones con el capitalismo… Hay un viejo clásico que decía que quien critica al fascismo, critica al capitalismo. Los enemigos reales de los trabajadores, de la ciudadanía, son unos poderes económicos que han construido una Unión Europea para imponer sus políticas neoliberales. He dicho, y repito, que para mí la Unión Europea es una máquina de hacer fascistas. ¿Por qué? Porque destruye a la izquierda y favorece a la extrema derecha. ¿Y por qué destruye a la izquierda? Porque mata, en primer lugar, al sindicalismo de clase. Segundo, mata la democracia, porque de facto tú ya no tienes la capacidad de decidir. ¿Qué capacidad de decidir tuvieron los griegos en esta historia? Ninguna. En las elecciones tienes que elegir entre ser neoliberal de derechas o neoliberal de izquierdas, pero lo que no puedes hacer es una política socialdemócrata. No la puedes hacer porque la democracia europea está secuestrada por la Unión Europea. Quien no vea eso es que está ciego. ¿Y qué ha ocurrido? Que una parte de la izquierda, la socialdemocracia, ha dejado a las clases trabajadoras sin referente político, solas, aisladas, llenas de miedo y buscando seguridad. Hasta ahora, España está siendo una excepción en el auge de la extrema derecha. Ahora bien, los que quieren normalizar la política española están llamando a que Unidos Podemos retroceda. Y cada retroceso de Unidos Podemos será un avance de la extrema derecha”.

Provocadores, incorrectos o “rojipardos”. Anguita y Monereo están agitando a la izquierda con su discurso frente a la Unión Europea.

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