Stanford, “talk nerdy to me”
Tras medio recuperarnos del jet lag cogimos nuestro primer Uber, aplicación que merece un capítulo aparte. Un señor muy amable con pinta de tener que estar jubilado nos recoge y nos acerca a ese paraíso universitario llamado Stanford, probablemente el único campus del mundo donde seas capaz de contemplar un pensador de Rodin y un Soundsuit de Nick Cave bajo el mismo techo.
La sensación de “aquí se respira algo diferente” se palpa en el ambiente. No en vano sus edificios de corte renacentista y sus amplios jardines han albergado algunas de las mentes más brillantes e inquietas del mundo, siendo el hogar de hasta 19 premios Nobeles y de gigantes como Google, Cisco o Instagram. Su carácter privado y criterios de admisión son famosos por ser de los más selectivos que existen, algo que llama la atención cuando te cuentan los orígenes de la institución, fundada en 1891 a consecuencia del trauma sufrido por la muerte del único hijo del matrimonio Stanford para ayudar a que jóvenes prometedores sin recursos pudieran acceder a la universidad. Una maravillosa vocación social que se mantuvo intacta solo hasta 1920.
Mientras esperamos que Héctor, nuestro CEO, y Emilio, nuestro CTO, vuelvan de varias reuniones en Palo Alto, nos sentamos un rato a disfrutar del sol californiano. En cuestión de cinco minutos tenemos a un emprendedor contándonos su proyecto. ¿Por qué? No estamos seguros, pero se diría que es algo normal por aquí. Se trata de Francisco Ruiz, un ilicitano afincado en Chile que hace un par de años fundó una startup llamada Partners for Passion.
Tras una breve parada por la tienda de regalos del campus, o debería decir centro comercial, Javi de la Rosa nos recoge y nos acompaña al Centro de Investigación Digital Interdisciplinar, donde tiene su despacho. La verdad es que la luz, el silencio y la decoración de sus salas invitan a pasar el día estudiando. Visitamos la Green Library, que alberga una reconstrucción del surrealista reloj magnético de Athanasius Kircher, y el Map Center, donde puedes hacer búsquedas en Google Earth en una pantalla impresionante, consultar mapas que son auténticas obras de arte o viajar a mundos paralelos con la última versión de las Oculus Rift VR.
Palo Alto: Porsches y cubículos
Para cenar quedamos con Aaron Lee y Justin Maxwell, dos ex googlers fundadores de Recommended, otra de las empresas con la que trabajamos aquí en Silicon Valley. Aaron, Justin, Héctor y Emilio han estado toda la tarde analizando los siguientes pasos del proyecto y viendo nuevas oportunidades en las que quieren que Commite esté involucrado.
Han reservado en un sitio llamado Sundance the Steak House, donde aparecen en un porsche en cuya matrícula puede leerse ‘Redbeacon’, nombre de la antigua startup de Aaron. Éste nos cuenta que ya tiene las matrículas de Recommended y que ahora sólo le falta que le vaya lo suficientemente bien como para poder colocarlas. Un porsche en el garaje y una oficina que es un cubículo compartido con una empresa de patentes. Así son algunas de las paradojas de Palo Alto.
Al contrario de lo que pueda pensarse, Silicon Valley es un lugar en el que existen varios factores en contra de los negocios, como los elevados precios de los alquileres o los salarios estratosféricos que se manejan. Sin embargo, existe aquí una cultura emprendedora y una abundancia de empresas que lo hace irremediablemente diferente. Los inversores se sienten atraídos ante esta fertilidad y ellos son un pieza fundamental en este mundo de las startups. Aquí, según nos cuentan, “eres capaz de tener 40 reuniones importantes con inversores en 2 semanas, algo imposible en cualquier otro lugar”.
El círculo del día se cierra nuevamente con Uber. Una chica de unos veintipocos que trabaja en Cisco nos recoge en su flamante BMW. Nos cuenta que su marido es ingeniero en Eriksson y que ambos echan horas extra en Uber porque necesitan ahorrar para comprarse un piso en la zona, “nada especial, de segunda mano”. Mañana toca madrugar de nuevo.
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