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La testigo que vinculó a García-Escudero con la Gürtel se echa atrás y culpa al alcohol: “Me vine arriba”

El presidente del Senado Pío García-Escudero

Pedro Águeda

El último coletazo del caso Gürtel se ha quedado en amago. María del Carmen Jiménez, quien trabajó como secretaria para Francisco Correa, se ha retractado de las confesiones que realiza en una grabación aportada a la causa y en la que asegura que era frecuente ver al presidente del Senado, Pío García-Escudero, en la oficina de su jefe a “horas intempestivas”. Según le ha dicho esta mañana al juez José de la Mata, fue el alcohol el que la hizo hablar: “Me vine arriba y solté lo que no está en los escritos”.

María del Carmen Jiménez llegó esta mañana a la Audiencia Nacional después de una serie de carambolas, que empezaron hace cuatro años cuando un amigo común, Francisco Sanz –exconcejal en Boadilla- le presentó a Ana Garrido, testigo de las “hazañas” de la trama Gürtel en ese ayuntamiento de Madrid. Sanz le explica a Jiménez que tiene una amiga que ha sufrido ‘mobbing’ como ella denuncia –en su caso por parte de Correa- y que estaría bien que intercambiaran experiencias.

Garrido grabó subrepticiamente la conversación en un bar. Durante la misma, María del Carmen Jiménez habla de trasiego de sobres con dinero en la oficina de Correa, de visitas de Luis Bárcenas, quien salía de allí con sobres de dinero, y de lo que resultaba más relevante para la causa, las visitas del entonces presidente del PP madrileño, Pío García Escudero.

Pero ahora dice que nada de esos es cierto. Ante el juez, las fiscales, acusación popular y abogados de los imputados, Jiménez ha dicho que quiso “impresionar” y que cometió un acto de fanfarronería animada por las “tres o cuatro copas” que se había tomado, explicaron fuentes presentes en la declaración. La acusación popular que ejerce Adade tenía previsto pedir la citación como imputado de García-Escudero si Jiménez se ratificaba en lo que dice en la grabación.

Antes que ella prestó declaración la autora de la grabación, Ana Garrido. La antigua empleada del Ayuntamiento de Boadilla aseguró que si no había entregado hace cuatro años la grabación fue porque no le parecía relevante su contenido. Es aquí donde la historia sufre otra carambola. El audio llegó al Juzgado porque la antigua pareja de Garrrido la entregó a la policía local de Boadilla, que a su vez lo puso en conocimiento del juzgado.

Garrido ha contado que Jiménez le envió un mensaje de móvil en el que aseguraba que tenía miedo y que se había cambiado de casa. Jiménez también ha negado la existencia de ese mensaje.

También ha declarado Fausto Cabrera, un joven que vendió por 50 euros un teléfono móvil a Arturo González Villarroya, el hijo del 'Albondiguilla', alcalde de Boadilla en ese momento. González Villarroya pidió en el patio del colegio quién tenía un móvil prepago para su padre. El celular fue objeto de la investigación a la trama de corrupción.

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