El encierro de los libros: Posteguillo, Grandes o Balló, de cuarentena obligada

María José Gómez en el espacio destinado al aislamiento de los libros

Javier Domínguez Reguero

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El libro Rialto 11 de Belén Rubiano acaba de ser depositado en un contenedor azul reservado para la devolución de libros. Encarnación Espejo lo había tomado prestado antes del decreto de alarma. Esther Andrés ha devuelto Vestido de novia de Pierre Lemaitre junto con un par de libros infantiles que han leído sus hijas. Vuelven a casa, a la biblioteca, pero, como si vinieran de espacio exterior o de una zona contaminada de una novela de ciencia ficción, tendrán que pasar su propia cuarentena.

Minutos más tarde Raúl Aivar hace su ronda: equipado con guantes, con mascarilla y con una pantalla de protección facial saca los libros devueltos del contenedor, los pasa a un carro y los traslada a la segunda planta del Centro Cultural y Social Miguel Delibes, en Montequinto (Dos Hermanas, Sevilla) que acoge a la biblioteca homónima.

A Rialto 11 le acompañan títulos como Absolute Kingdom Come, My Little Pony: Bienvenidos al Imperio de Cristal y No abras los ojos. Todos los libros se montan en el carro y parten hacían su aislamiento. “Los libros no entran en la biblioteca”, dice su directora, María José Gámez que coordina un protocolo que ya está rodado.

Con la llegada de la fase 1 de la desescalada, el Boletín Oficial del Estado (BOE) recogió las medidas de prevención en las bibliotecas. Se ordena que no se desinfecten los libros ni publicaciones en papel por lo que es necesario habilitar un espacio para depositar los documentos devueltos durante al menos catorce días.

Encierro

La biblioteca tenía casi 3.000 documentos prestados, incluyendo DVDs, cuando se decretó el estado de alarma. Desde su reapertura, el lunes 11 de mayo, la otrora sala de estudios se ha convertido en un espacio aislado para los libros devueltos.

Rialto 11 pasa a una mesa desnuda señalizada con la fecha 19/05. Raúl deja también a sus compañeros de viaje en la aséptica madera. Alrededor, en una estancia luminosa y aireada, otras mesas soportan una montonera de libros. A vuelapluma veo Sidi de Arturo Pérez-Reverte, Las sin sombrero 2 de Tània Balló, una guía de viajes de Portugal, Y Julia retó a los dioses de Santiago Posteguillo, El atlas de las nubes de David Mitchell, Las lágrimas de Isis de Antonio Cabanas, La madre de Frankenstein de Almudena Grandes… Los volúmenes situados en la del 11/05 saludan a los recién llegados. ¡Ya queda menos para volver! Acostumbrados a la verticalidad del estante, estos libros se pasarán casi una quincena en posición horizontal; revueltos; sin categorías que los esclavicen, pero encerrados en estas cuatro paredes.

Pero esto no es un cementerio de libros olvidados aunque su devolución no es oficial. Están en un limbo burocrático. “No existe la posibilidad de especificar que un libro está en cuarentena. Para no volver locos a los usuarios lo metemos en el sistema una vez hayan pasado los 14 días”, explica Gámez. El libro está, pero no se puede reservar.

Al finalizar este reportaje, se habían realizado 887 devoluciones. Sólo los DVDs se libran del encierro y, tras ser desinfectados, vuelven a estar disponibles. Quizás envidien a los libros ya que, temerosos, no quieran volver a casas ajenas y exponerse a coger el bicho. Quizás maldigan su composición termoplástica.

Atención VIP

Tres empleados se reparten por las distintas zonas de la biblioteca. La atención es personalizada ya que eso de vagar por pasillos, sacar un libro al tuntún, ojearlo, olerlo, leer la contratapa o la solapa y devolverlo a su balda está prohibido. “No se puede tocar nada así que si tienes que bichear lo haces con ella”, dice la directora señalando a la bibliotecaria María Luisa Romero.

“Ahora hay un servicio VIP” comenta María José que recuerda el comentario de uno de los usuarios. María Luisa agradece la oportunidad de que se resalte eso que denomina “la prescripción lectora”. “Ejercemos una labor que antes no podíamos hacer por la carga de trabajo. Recomendamos libros y satisface mucho cuando les ha gustado. Aunque también es una responsabilidad”.

En la biblioteca municipal de Montequinto la sección de intriga está parada, según esta bibliotecaria. La narrativa contemporánea suma adeptos. “Pero nada sobre hechos históricos en época de crisis. Nada triste”, recalca María Luisa. “La gente busca libros como refugio, no para entender lo que pasa. El libro como evasión de la actualidad”.

“Hay más seguridad que en un supermercado”

La dirección de la biblioteca encaró la fase 1 de la desescalada con los deberes hechos. “Estábamos listos. Guantes, mascarillas, gel… antes de empezar lo teníamos todo”, cuenta María José que se incorporó al trabajo, junto con su equipo, a principios de mes. “Es de los pocos servicios municipales que están abiertos al público. Teníamos muy claro que había que abrir”.

Pero hay usuarios, como Esther, que prefieren darse un tiempo. “Yo me hubiera llevado otro [libro], pero no me atrevo”, dice tras devolver la novela de Lemaitre. La biblioteca hace todo lo posible para reforzar sus medidas de higiene y publican actualizaciones sobre cómo se adaptan a eso denominado como la “nueva normalidad”. “Hay más medidas de seguridad aquí que en un supermercado”, dice el coordinador de actividades del centro, Santos Fernández.

Ya se trabaja para implementar las nuevas medidas correspondientes a la fase 2 y permitir, por ejemplo, el uso público de los ordenadores. “El centro es un punto de referencia”, dice Esther sobre su labor social y cultural. Encarnación, aunque se maneja con la tablet y el teléfono móvil, añora su club de lectura. “Todos echamos de menos un poco de socialización”.

María Luisa, que además coordina estas reuniones, resalta que a pesar de las circunstancias se han mantenido 10 de los 14 clubs de lectura. “Incluso uno coordinado por un sanitario ha seguido”.

Los vecinos de Montequinto ya aprovechan la reapertura. En otros municipios, como en Sevilla, la Red de Bibliotecas Municipales permanece cerrada al público mientras se realizan las tareas de desinfección y adecuación de las instalaciones. El ejemplar de Rialto 11 de la Biblioteca Miguel Delibes volverá pronto a otras manos tras su enciertto. Estará disponible a partir del 3 de junio para saltar de nuevo al espacio exterior.

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