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OPINIÓN | 'Un error mayúsculo', por Javier Pérez Royo
Sobre este blog

Este es un espacio donde opinar sobre Sevilla y su provincia. Sus problemas, sus virtudes, sus carencias, su gente. Con voces que animen el debate y la conversación. Porque Sevilla nos importa.

Me quedo en Sevilla hasta el final

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Me siento un poco como el Sting que cantaba aquello de “I’m an alien, I’m a legal alien” (algo así como soy un inmigrante, un inmigrante con papeles) en su Englishman in New York. Y otro poco como en el Si tú te vas de Pata Negra (“Yo me quedo en Sevilla y hasta el final…”). Dos preciosas canciones maravillosamente fusionadas por el grupo sevillano Calambres en una de sus surrealistas versiones imposibles.

Me llamo Daniel, soy periodista y cumplí hace unos pocos meses los 50 años. Sevillano de nacimiento y bético de nación, tras más de media vida viviendo en Madrid, regresé a vivir a la capital hispalense, confío en que definitivamente, el pasado mes de julio.

Aunque mi vida laboral sigue a medias entre Madrid, Barcelona y un portátil, la personal y familiar aterrizó este otoño en Nervión, el barrio de mi infancia, cerca de donde aún viven mi madre y mis hermanas. Conmigo han venido mi mujer y mis hijas, tres madrileñas enamoradas de Sevilla, promotoras y artífices de esta decisión vital que habría sido imposible hace sólo unos años sin las innovaciones y comodidades que ofrecen hoy día las nuevas tecnologías de la comunicación y el transporte.

En estos 26 años que viví fuera, nunca dejé de venir a casa. Primero yo solo, como estudiante, y luego ya con mi mujer y mis hijas. Pero ahora, tras estos primeros meses de vuelta, aún se me hace raro moverme por el barrio, pasear por el centro, hacer recados o conducir por la ciudad. Me siento tremendamente afortunado por poder recuperar los bares clásicos de mi juventud; descubrir nuevos restaurantes; pelarme frente a la parroquia de La Sed, donde mi padre me llevaba de niño; pasar a visitar a mi madre una tarde entre semana o llevar a mis hijas a comer piripis o pizzas del Sloppy Joe`s.

Esa mirada extraña, que aún no sé bien cómo manejar, como gestionar, que no es ni la del 100% local ni la del totalmente extraño (el alien de Sting), creo que bien podría ser compartida en estas páginas

Tengo la sensación, puede que equivocada, de que estas circunstancias personales me sitúan en la posición privilegiada de poder tener una mirada distinta sobre la ciudad y la sociedad que la habita. Soy uno de vosotros, cierto, y conozco (o recuerdo) las claves, dinámicas y rutinas sevillanas. Pero puedo también verlo desde fuera, como un recién llegado a Sevilla, que descubre y se sorprende por mucho de lo que le rodea. Para bien, por supuesto, y para no tan bien algunas que otras veces.

Esa mirada extraña, que aún no sé bien cómo manejar, como gestionar, que no es ni la del 100% local ni la del totalmente extraño (el alien de Sting), creo que bien podría ser compartida en estas páginas para, modestamente, aportar un análisis o perspectiva personal del día a día de la ciudad, de su coyuntura y actualidad, pero también de los grandes temas que la alimentan, fortalecen y debilitan.

ElDiario.es me ofrece, en su sección local de Sevilla, la posibilidad de publicar de cuando en cuando estas reflexiones o comentarios. Y yo, con el atrevimiento que sólo tienen los inconscientes, he decidido aceptarla. Espero no incomodarles demasiado.

Tiene otro ritmo, otro carácter, otra calidad. Y mucho más si vienes de la vorágine diaria y cotidiana con la que se vive en Madrid. Pero también creo que puede mejorar mucho como entorno urbano y como colectivo social

Creo que, más allá de la actualidad política, económica o social, la ciudad tiene temas que merecen ser abordados en profundidad y alrededor de los que la sociedad civil sevillana debe generar, o ensanchar, un debate abierto que permita a nuestros responsables públicos adoptar las mejores decisiones en beneficio de la mayoría de la ciudadanía, sin exclusiones ni limitaciones.

El modelo turístico, la inversión pública y privada en grandes proyectos e infraestructuras, el desarrollo urbanístico, la lucha contra la pobreza en nuestros barrios más desfavorecidos, la creación de empleo estable y de calidad, la movilidad urbana, el equilibrio entre tradición y modernidad, la apuesta por la innovación, la lucha contra las desigualdades, el fomento de una economía sostenible y con futuro. Son sólo algunos de los asuntos sobre los que, a buen seguro, muchos de ustedes compartirán conmigo su preocupación y ya veremos si el análisis y las conclusiones.

Mientras, iremos disfrutando del camino. Estoy convencido, y de ahí nuestra toma de decisiones familiar, de que Sevilla es una ciudad en la que se vive mejor que en la mayoría de lugares del mundo. Tiene otro ritmo, otro carácter, otra calidad. Y mucho más si vienes de la vorágine diaria y cotidiana con la que se vive en Madrid. Pero también creo que puede mejorar mucho como entorno urbano y como colectivo social. Haré lo posible desde esta tribuna por aportar mi granito de arena en ese proceso de mejora continuo para que Sevilla sea la ciudad en la que todos queramos vivir y podamos hacerlo de la mejor forma posible. Porque, ya saben, “si tú te vas, si tú te vas, yo me quedo en Sevilla y hasta el final”.

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