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“Equiparar los permisos de paternidad es clave para que el mercado deje de penalizar a las mujeres”

La socióloga islandesa Guðný Björk Eydal.

Ana Requena Aguilar

Madrid —

En los últimos años Islandia se ha convertido en un referente por su gestión de la crisis. Sin embargo, el país nórdico presume también de ser uno de los lugares donde la igualdad de género es más patente, no sólo sobre el papel, sino también en el día a día. Una de las claves para conseguirlo fue la equiparación de los permisos de paternidad y maternidad en el año 2000. Es más, el año pasado el Gobierno aprobó una nueva ampliación de ambos permisos.

La socióloga y profesora de la Universidad de Islandia Guðný Björk Eydal fue una de las impulsoras del proyecto piloto que más tarde se extendió a toda la isla. Eydal defiende que la equiparación de los permisos es fundamental para eliminar estereotipos, corregir la discriminación del mercado laboral, lograr la igualdad y, además, proveer a niños y niñas del cuidado que merecen por parte de ambos progenitores. Esta semana ha estado en Madrid para participar en un debate de la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPiiNA), que lleva años trabajando para que España adopte permisos de paternidad y maternidad iguales, intransferibles y pagados al 100%.

En Islandia tienen permisos iguales e intransferibles desde el 2000, pero el año pasado aprobaron su ampliación. ¿Cuál es la situación ahora?

Ahora mismo tenemos tres meses de permiso intransferibles para cada padre y tres meses más que sí son transferibles. En diciembre de 2012 se aprobó una nueva reforma para llegar al objetivo de cinco meses de permiso para cada padre y otros dos más que el padre o la madre pueden cederse entre sí. La norma dice que será gradual: el objetivo era empezar el año que viene y acabar la implantación en 2016. Pero el Gobierno ha dicho ahora que no pueden permitírselo este año, y que harán un nuevo plan sobre cómo implementar la ley, pero que realmente quieren hacerlo e incluirlo como parte de su nueva política social. Así que en estos momentos no sabemos con exactitud cómo será ese plan, aunque en principio el objetivo de 2016 no tiene por qué estar en riesgo.

¿Todos los partidos políticos estuvieron de acuerdo con esta reforma? ¿Cómo ha sido allí el debate?

No hubo ningún voto en contra y la discusión fue positiva. Antes de la crisis el Gobierno ya había recomendado ampliar los permisos, así que es un debate que llevaba tiempo produciéndose. Luego llegó la crisis, y esta no era la primera cosa que había que hacer pero la sociedad sí piensa ahora que es algo muy importante a llevar a cabo.

¿Cuáles han sido los efectos de la equiparación de los permisos en la sociedad islandesa?

Hemos estado investigando sobre ello. Sabemos que los padres varones han estado usando sus permisos, que la mayoría cogen estos permisos, porque todos tienen derecho a disfrutarlos, no sólo los que viven con los hijos. Vimos que estaban usándolos, pero queríamos saber si el objetivo de la ley se había conseguido, si esta norma estaba influyendo en cómo los padres reparten las tareas de cuidado entre ellos. Hicimos una investigación en tres momentos: antes de la ley, poco después de la ley y este verano. Lo que hemos comprobado es que los padres han cambiado por completo cómo cuidan a los hijos y ahora mismo el cuidado igualitario es muy frecuente en los primeros tres años de vida del niño. También sabemos que la brecha entre padres y madres en el mercado laboral se ha estrechado, está en su punto más bajo, es decir, hombres y mujeres se han acercado mucho en su forma de participar en el mercado de trabajo. Hemos estado también investigando sobre el reparto del trabajo en casa, y los indicadores muestran que nos hemos acercado a la igualdad también en este sentido. Así que gradualmente vemos cambios en los dos ámbitos: familia y trabajo.

Así que esta medida ayuda a involucrar a los hombres en las tareas de cuidado y del hogar...

Absolutamente. Es algo que queda muy claro es nuestros resultados, que los padres están ahí más que nunca, no sólo durante su permiso de paternidad, sino también durante los primeros tres años de vida del hijo, y probablemente ya para siempre. Definitivamente es algo que tendrá efectos no sólo a corto plazo, sino también a largo plazo. Queremos investigar en el futuro la influencia que esto tendrá sobre los niños, sobre cómo verán la paternidad, cómo construirán luego sus propias familias. Es algo que probablemente tendrá unos efectos a gran escala que nunca antes se habían visto.

Y en Islandia, ¿quienes están cogiendo la parte del permiso que puede disfrutar el padre o la madre, siguen siendo las mujeres?

Es más o menos lo que pasa siempre en todas partes: siempre que hay permisos compartidos o transferibles se acaban convirtiendo en permisos para las madres. Pero estamos viendo un cambio, el incremento del número de hombres que cogían esta parte del permiso con respecto al número de hombres que lo toman ahora, cuando uno de cada cinco padres está cogiendo una parte extra que añade a sus 3 meses intransferibles. A pesar de este cambio radical en los permisos, sigue siendo un cambio paulatino: las mujeres son las que dan el pecho, suelen estar en casa los primeros meses..., así que es difícil que la igualdad llegue desde el primer momento.

Pero estamos viendo una tendencia interesante, los permisos son muy flexibles, tú eliges cómo los usas, y pueden ser simultáneos o consecutivos. Es un uso muy flexible que, eso sí, tiene que hacerse en el periodo de dos años. Así que la mayoría de los padres eligen estar juntos las primeras semanas después del nacimiento, la mayoría son familias con su primer hijo, así que imaginamos que están cogiendo sus permisos a la vez porque lo consideran importante, porque es un momento clave para la familia y es un gran apoyo para las madres que los padres estén en casa encargándose también del cuidado. Es después de ese primer momento cuando las madres suelen coger todo su permiso, mientras que los padres añaden luego el suyo.

Los datos muestran que hay un cambio, o una ruptura, en la trayectoria profesional de las mujeres cuando tienen un hijo, algo que no sucede en el caso de los hombres...

Sí, es algo que se repite: siempre hay diferencias entre las mujeres con hijos y sin hijos, la fotografía es siempre la misma. Las tasas de fertilidad están estancadas. No se trata sólo de pensar en el cuidado de los hijos cuando éstos llegan sino en el hecho mismo de que la gente pueda pensar en tener hijos. En Islandia hemos experimentado un pequeño incremento en las tasas de fertilidad, así que también pensamos que los permisos contribuyen a que la gente tenga hijos, a que pueda tener la oportunidad de ser padres en estos tiempos tan precarios.

¿La equiparación de los permisos de paternidad y maternidad sirve para eliminar la discriminación hacia las mujeres que permanecen en el mercado de trabajo?

Sí, realmente creo que es fundamental para que el mercado deje de penalizar a las mujeres. Cuando tienes dos personas con empleo que tienen las mismas probabilidades de faltar al trabajo por motivos del nacimiento de un hijo, la discriminación empieza a decrecer radicalmente. Pero también hay que pensar que una flexibilidad muy alta en el mercado no es lo mejor: si hay mucha flexibilidad, es probable que los hombres se turnen muy rápidamente entre el trabajo y el cuidado del hijo y quizá no tengan tiempo suficiente para estar con los niños, para entrar realmente en el rol de padre. Esto hace que se conviertan en una especie de padre de reserva que acude cuando la madre necesita “ayuda”. Eso no es lo mejor, porque se siguen manteniendo el rol de la madre como persona de referencia y el papel del padre como un aporte extra. Por eso lo mejor es igualar lo máximo posible los permisos. Si se mira desde la perspectiva del niño, tener el mismo acceso tanto al padre como a la madre, y desde una perspectiva de género, es fundamental.

Supongo que Islandia ha conseguido este avance tan importante en igualdad porque también se han tomado otras medidas, ¿no es así?

Éramos la cenicienta de los países nórdicos, teníamos muy pocos servicios, pero desde los años noventa empezamos a incrementar los servicios de cuidados, de atención de día, de educación preescolar e infantil... Esto demuestra que, si nosotros pudimos hacerlo, aquí también se puede. Lo mismo ocurría con los permisos parentales, que eran escasos. Una cosa que hizo que la ley de equiparación fuera exitosa fue que añadimos meses de permiso a los padres varones pero no tuvimos que quitar parte del permiso a las madres para dárselo a los padres porque teníamos unos permisos muy pequeños de partida. Es más fácil avanzar así que en lugares donde los permisos de maternidad son muy extensos y apenas hay para los hombres que tienen un hijo.

La crisis es el argumento que está sirviendo para postergar o eliminar políticas sociales. Por ejemplo, en España la ampliación del permiso de paternidad se ha retrasado en varias ocasiones. ¿Usted cree que es económicamente viable aprobar este tipo de medidas en un momento como el actual?

Está claro que la crisis es grave a muchos niveles pero, al mismo tiempo, al menos en teoría, siempre decimos que la crisis trae oportunidades. Es un momento para analizar qué estás haciendo, priorizar y tomar decisiones muy cuidadosamente. Es importante recordar que invertir en los niños no tiene nada que ver con la crisis y que la infancia debe estar resguardada de sus efectos todo lo que sea posible. Proveer a los niños de una atención y cuidados adecuados por parte de sus dos padres sería algo que yo priorizaría. Hay que ver con cuidado qué inversiones se van a hacer y qué tipo de sociedad, ciudadanía y familias generarán.

¿Cómo cambiar la mentalidad de la gente que sigue defendiendo que son las mujeres las que prefieren estar en casa con los niños, tener más permiso de maternidad o reducir su jornada?

He estado en muchos países y discutido con muchas personas sobre esto y sigo creyendo que las ideas sobre la igualdad de género son muy sólidas. Si a la gente le preguntas si quiere igualdad, nadie diría que no pero, cuando hay que hablar de cómo conseguirlo, entonces ya empiezan los problemas. Es un proceso complicado, hay obstáculos culturales, estructurales, incluso obstáculos legales. Confío en que la gente joven con mentes críticas, con mucha información disponible y herramientas nuevas de discusión y difusión, pueda generar cambios. Las cosas cambian ahora muy rápido y estamos en un nuevo camino: si queremos encontrar cualquier tipo de solución a nuestros problemas, tenemos que tener un diálogo abierto y democrático y llegar a mucha más gente. Mira Islandia, si nos hubieran dicho hace 30 años que íbamos a hacer algo tan bueno en políticas de cuidado, nadie lo hubiera creído, pero sucedió. Todo es posible y España también puede hacerlo.

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