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El 'cambio' de la prensa de papel

Gorka Landaburu y Óscar Abou-Kassem, anterior y actual director de la revista Cambio 16.

Igor Marín

En septiembre de 1971, con Franco aún firmando sentencias de muerte y la censura como espada de Damocles, 16 inversores decidieron dar un paso valiente: lanzar al mercado una revista centrada oficialmente en la economía pero cuyo objetivo, en realidad, era ofrecer información política. En esos primeros años 70, la sociedad española vivía entre la anestesia de la propaganda franquista y la agitación de los movimientos políticos y sociales que mostraban ya más que signos de cansancio de la dictadura y sentían el calor de una Europa e Hispanoamérica revolucionarias.

La gente quería cambio, y 'Cambio' fue el nombre que aquella publicación presentó en el registro. Pero las trabas de la época no permitieron esa denominación por todo lo que implicaba y los impulsores de aquel medio que nacía le añadieron el número 16 -en referencia a los socios que lo lanzaron- para esquivar los impedimentos. Y, aunque parezca absurdo, con ese pequeño ardid lo consiguieron. 'Cambio 16' nació hace 45 años en una sociedad a punto de entrar en plena efervescencia y se mantiene hoy, renovada, en otra época en la que una parte del país también reclama otro modelo democrático.

La historia de la revista ha seguido un camino muchas veces paralelo a la de España. Ha sufrido desde amenazas de la extrema derecha hasta atentados de ETA -en uno de ellos, Gorka Landaburu -uno de sus directores históricos de Cambio 16 y todavía miembro de la revista- perdió parte de sus manos-. Ha padecido la censura, con números secuestrados hasta en 1983. Tuvo su espectacular crecimiento económico, Cambio 16 aumentó de tamaño hasta conformar el Grupo 16, cuyo baluarte era Diario 16, y un declive que a punto ha estado de condenarle a la desaparición. ¿Cómo superar la situación? Con un nuevo modelo editorial y empresarial.

Renovarse o desaparecer

La última crisis estuvo a punto de borrar de las librerías a la cabecera, como antes desaparecieron productos similares como la histórica Triunfo o Panorama. Ante esta situación, los nuevos propietarios de la revista decidieron ampliar los horizontes y abrir la temática a nuevos nichos de información como el medio ambiente, la economía, tendencias... y variar el enfoque de lo meramente informativo al análisis y la opinión. El producto, antes semanal, sale cada mes con una portada de diseño y temas que requieren una lectura pausada. Con este cambio de modelo editorial han logrado que la publicación haya renacido y que, además de mantener a gran parte de los lectores de siempre, llegue a un público que demanda mayor profundidad en las noticias. Un mercado similar al que antes ocupaba siendo semanal, y donde prácticamente solo sobrevive la revista Tiempo, pero con un producto renovado y adaptado a un nuevo modelo.

De momento, en dos años, Cambio 16 ha logrado aumentar la plantilla hasta las 20 personas y ofrecer un diseño rompedor con la imagen que hasta hace poco les acompañaba. Una reconversión que llama la atención en una época en la que los medios, especialmente los editados en papel, son noticia por recortes y despidos. Pero, con un modelo distinto, hay ejemplos de cabeceras que se mantienen e incluso crecen a pesar del sambenito del nostálgico papel.

Este camino, nace de una reflexión que es casi una obviedad: el papel no sirve para informarse de la última hora, la velocidad de los medios digitales y audiovisuales han logrado que cualquier persona esté enterada de todo lo que sucede casi en tiempo real. Una idea compartido por otros modelos de mayor o menor éxito como, por ejemplo, Ahora SemanalYorokubu, JotDown, Revista Líbero, Perarnau Magazine o la propia revista de eldiario.es.

El salto que ha dado esta cabecera histórica quizás pueda servir de guía para entender hacia donde caminan los distintos modelos empresariales y editoriales de la prensa. El mundo digital en el que vivimos ha cambiado el panorama para siempre. Y junto a ese cambio, ha llegado el azote de la crisis económica y de credibilidad que ha arrasado a los medios de buena parte del mundo y, especialmente, de España. Porque, a pesar de que los cantos de sirena de la recuperación económica, el supuesto crecimiento se traduce en un goteo constante de despidos en las redacciones españolas. Paradójicamente, con especial énfasis en aquellos medios que asoman regularmente a sus portadas los avances de la economía patria como éxitos indiscutibles.

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