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El mar como espejo de tu oficio y fuente inagotable de satisfacción

El mar como espejo de tu oficio y fuente inagotable de satisfacción

EFE

Cabo de Palos (Murcia) —

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Tiene en el mar el sustento y soporte principal de su oficio como oceanógrafa y educadora, pero sobre todo ha encontrado en él una fuente inagotable de satisfacción y el argumento definitivo para comprender que la armonía entre el hombre y la naturaleza “más que posible, es imprescindible”.

Amelia Cánovas es oceanógrafa, instructora de buceo y coordinadora del Centro de Interpretación del Mar anejo al centro de buceo que gestiona en Cabo de Palos (Murcia) desde hace años, y ha encontrado en la faceta como educadora la manera de retornar a la sociedad los conocimientos que ha adquirido a base de trabajar en uno de los ecosistemas con más biodiversidad del planeta.

“Un día te sorprende el paso de grandes rorcuales y otro día saltas al mar y te encuentras con una puesta de sepias”, señala Amelia Cánovas, sabedora de la “excepcionalidad” de la zona donde vive y trabaja, del “privilegiado” lugar que ocupa el Cabo de Palos en el contexto mediterráneo y de las “singularidades” que encierra el mar cerrado más grande del mundo.

Centrada en la actualidad en el diseño y ejecución de programas de formación para estudiantes de varias universidades y centros educativos españoles y extranjeros, Amelia Cánovas siente una predilección especial por las labores de educación ambiental dirigidas a los niños y una profunda satisfacción personal cuando comprueba que la sensibilidad ambiental cuaja en ellos a partir de su propia observación y descubrimiento.

“El mar es una fuente de satisfacción constante”, manifiesta a EFE la oceanógrafa, y sobre el escenario de la Reserva Marina de Cabo de Palos-Islas Hormigas incide en que no hay alternativa, en que el desarrollo y el bienestar de las personas depende de la conservación de la naturaleza; “dependemos de ella, es un camino de doble vía: nosotros la cuidamos a ella y ella nos cuida a nosotros”.

Amelia Cánovas constata a diario esa realidad comprobando de una forma reiterada el valor y la riqueza de los recursos naturales que la rodean cuando trabaja, cuando se sumerge en las aguas de la reserva y desconecta de la realidad de la superficie para centrar toda su atención en explorar el mundo submarino o guiar a otros para que esa exploración se transforme en descubrimiento.

“El mar no te hace pensar de una forma diferente, pero sí te proporciona una forma diferente de percibir nuestra vida en la tierra; te ayuda a relativizar las cosas”, admite Amelia Cánovas, que siente que la vida “es ya de por sí bastante complicada, pero los seres humanos nos empeñamos en hacerla más” y que es la naturaleza “la que nos está obligando a reflexionar sobre nuestra forma de vivir”.

Así, recuerda que fue en una inmersión durante un proyecto de investigación en colaboración con la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria cuando un equipo de científicos se encontró con un grupo de cachalotes “que estaban, sencillamente, socializando entre ellos”, completamente estáticos y verticales.

Los animales, “además de un recuerdo imborrable”, transmitieron a los científicos sensación de tranquilidad, una evocación de la paz que horas después contrastaba con los atascos, con el humo, con personas muy estresadas y con la incomunicación que a veces se imponen los humanos; “me pregunté quién lo estaba haciendo mal”.

Ella ha volcado su vida y su trabajo hacia el mar, pero tampoco siente que haya tenido que renunciar a nada, ni en el plano personal ni el profesional, porque está convencida de que las experiencias y el conocimiento que los océanos le han aportado son su gran tesoro y de que es “muy bajo” el precio que ha tenido que pagar a cambio de esas experiencias y de esos conocimientos.

Amelia Cánovas vive y trabaja en ese mascarón de proa que es el Cabo de Palos, entre empresas de buceo, pescadores artesanales, establecimientos hosteleros y miles de turistas que tratan de armonizar sus legítimos intereses y de que se imponga la armonía entre el desarrollo y la conservación.

Siente que en ese mascarón no sobra nadie y confiesa la misma pasión por estar en contacto con las personas que con la naturaleza, y repite y reitera en cada pregunta que el mar, que este lugar, le provee completamente de satisfacción y de felicidad.

Raúl Casado.

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