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Fingir la sonrisa ayuda a desencadenar la emoción que nos lleva a sonreír de verdad

Fotograma de la película de terror 'Smile' (Paramount Pictures, 2022)

elDiario.es

20 de octubre de 2022 17:00 h

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Cuando estamos contentos, sonreímos. Las comisuras de la boca se mueven hacia fuera y hacia arriba, las mejillas se levantan y la piel alrededor de los ojos se arruga. Pero, ¿funciona a la inversa? ¿Puede la postura de nuestros músculos en una sonrisa alegrar nuestro estado de ánimo?

Esta pregunta forma parte de un antiguo debate entre los investigadores de psicología sobre si las expresiones faciales influyen en nuestra experiencia emocional, una idea conocida como la llamada ‘hipótesis de la retroalimentación facial’. En un artículo publicado este jueves en la revista Nature Human Behavior, un grupo internacional de investigadores dirigido por el científico de Stanford Nicholas Coles ha encontrado pruebas sólidas de que las sonrisas fingidas pueden contribuir a que nos sintamos más alegres.

El efecto no es lo suficientemente fuerte como para superar algo como la depresión, pero proporciona una visión útil de lo que son las emociones y de dónde vienen, asegura el autor en una nota de prensa de la Universidad de Standford.

“Experimentamos las emociones tan a menudo que nos olvidamos de maravillarnos de lo increíble que es esta capacidad. Pero sin emoción, no hay dolor ni placer, ni sufrimiento ni felicidad, ni tragedia ni gloria en la condición humana”, añade. “Esta investigación nos dice algo importante sobre cómo funciona esta experiencia emocional”.

Los psicólogos aún no están seguros de los orígenes de este componente esencial de la condición humana. Una de las teorías es que nuestra experiencia consciente de las emociones se basa en las sensaciones del cuerpo: la idea de que la sensación de un latido rápido del corazón proporciona parte de la sensación que describimos como miedo, por ejemplo. La retroalimentación facial se ha citado a menudo como prueba de esta teoría, pero algunos experimentos recientes la han puesto en duda.

Morder un bolígrafo

Antes de completar este proyecto, Coles miraba esta cuestión desde la barrera. Había habido una investigación pionera sobre la retroalimentación facial que sugería que los participantes encontraban más divertidos los cómics de Gary Larson cuando los leían sosteniendo un bolígrafo o un lápiz entre los dientes (supuestamente activando los mismos músculos que una sonrisa). Pero en 2016, 17 laboratorios diferentes intentaron replicar estos resultados y no lo consiguieron, poniendo en duda la hipótesis.

Cuando Coles realizó en 2019 un análisis de estudios anteriores sobre el tema, que incluía una variedad de métodos diferentes, sus resultados parecían indicar que había al menos alguna evidencia que apoyaba la retroalimentación facial. Así que decidió intentar zanjar el asunto de una manera que convenciera tanto a los escépticos como a los creyentes. Organizó el proyecto 'Colaboración de las Muchas Sonrisas' (Many Smiles Collaboration, en inglés).

“En lugar de discutir y debatir en Twitter y en artículos de revistas, lo que llevaría décadas y probablemente no sería tan productivo, dijimos: 'Juntémonos y diseñemos algo que satisfaga a ambas partes'”, dijo Coles. “Vamos a idear una forma en la que potencialmente podamos convencer a los defensores de que el efecto no es real, y potencialmente convencer a los críticos de que el efecto es real”.

Tres técnicas para sonreír

Los investigadores crearon un plan que incluía tres técnicas bien conocidas destinadas a animar a los participantes a activar sus músculos de la sonrisa. A un tercio de los participantes se les indicó que utilizaran el método del bolígrafo en la boca, a un tercio se les pidió que imitaran las expresiones faciales que se veían en las fotos de actores sonrientes, y al último tercio se le dio instrucciones para que moviera las comisuras de los labios hacia las orejas y levantara las mejillas utilizando sólo los músculos de la cara.

En cada grupo, la mitad de los participantes realizaron la tarea mientras veían imágenes alegres de cachorros, gatitos, flores y fuegos artificiales, y la otra mitad simplemente vio una pantalla en blanco. También vieron estos mismos tipos de imágenes (o la ausencia de ellas) mientras se les indicaba que utilizaran una expresión facial neutra.

Para disimular el objetivo de la prueba, los investigadores mezclaron otras pequeñas tareas físicas y pidieron a los participantes que resolvieran problemas matemáticos sencillos. Después de cada tarea, los participantes evaluaron su grado de alegría.

El proyecto recogió datos de 3.878 participantes de 19 países. Tras analizar sus resultados, los investigadores descubrieron un notable aumento de la sensación de alegría en los participantes que imitaban fotografías sonrientes o que estiraban las comisuras de la boca hacia las orejas. Sin embargo, al igual que en el grupo de 2016, no encontraron un cambio de humor importante en los participantes que utilizaron la técnica del bolígrafo en la boca.

El estiramiento de una sonrisa puede hacer que la gente se sienta feliz y el ceño fruncido puede hacer que la gente se sienta enfadada

Nicholas Coles Investigador principal

“No sabemos por qué. Al iniciar el estudio, asumimos que las tres técnicas creaban la configuración muscular correcta para una expresión de felicidad. Pero encontramos algunas pruebas de que la técnica del bolígrafo en la boca quizá no crea una expresión que, de verdad, se asemeje a la sonrisa”, afirma Coles en la nota de prensa.

Por ejemplo, el acto de sostener el bolígrafo puede requerir cierto grado presión de los dientes que no suele estar presente en una sonrisa genuina, lo que podría ser un factor de confusión. No obstante, las pruebas de las otras dos técnicas son claras y proporcionan un argumento convincente –según los investigadores– de que las emociones humanas están vinculadas de algún modo a los movimientos musculares u otras sensaciones físicas.

“El estiramiento de una sonrisa puede hacer que la gente se sienta feliz y el ceño fruncido puede hacer que la gente se sienta enfadada; por tanto, la experiencia consciente de la emoción debe basarse, al menos parcialmente, en las sensaciones corporales”, afirma Coles. “En los últimos años, la ciencia ha dado un paso atrás y otro adelante. Pero ahora estamos más cerca que nunca de comprender una parte fundamental de la condición humana: las emociones”.

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