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La huelga general en Cataluña, amarga para unos y dulce para otros

Miles de personas que participan en las "Marchas por la libertad" entran en Barcelona por la Diagonal hoy viernes, el día en el que Cataluña vive su cuarta huelga general en menos de dos años vinculada al proceso independentista, una convocatoria con la que culmina una semana de movilizaciones en protesta por la condena de los líderes del 'procés'.

EFE

Barcelona —

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Amargo para algunos, dulce para otros. Festivo para unos, ruinoso para otros. Así es el día de huelga general convocada en Cataluña, donde los ciudadanos viven, unos con pasión, otros desolados y muchos despreocupados o resignados un día que ha alterado la cotidianidad de muchos ciudadanos.

Anna Milenca tiene 35 años, es boliviana y trabaja en labores de la limpieza y ha explicado a Efe que la huelga le ha “robado” dos horas de sueño porque cada día suele coger el tren a las 7 de la mañana pero hoy ha tenido que despertarse antes para coger un tren a las 5 y enlazar con un autobús, para llegar a trabajar a Barcelona.

“Aunque lo peor es ahora, no sé si tardaré dos horas o tres en volver a casa. Me produce malestar no poder desplazarme como cada día y no puedo hacer nada”, ha lamentado Milenca mientras duda de si tomar el metro en la estación de Glories.

También para los taxistas ha sido un mal día, ya que, según ha confesado a Efe Ricardo Iglesias, de 52 años, hay lugares a los que no puede llevar a sus clientes, algo que cree que empeorará durante el día y reconoce que se siente “incómodo” con las protestas.

“Claro que estoy molesto con todo este lío, me afecta al estado de ánimo, voy con más tensión y no sé con qué me encontraré. También tengo algo de miedo”, ha confesado el taxista mientras espera clientes a las puertas de un hotel en el distrito tecnológico del 22@.

Cuatro estudiantes en la Universidad Pompeu Fabra, casi los únicos que esta mañana estaban en la Facultad de Comunicación, han decidido acudir para “desayunar en el bar de la Facu”, donde se han mostrado “muy satisfechos” por la jornada, y, como si fuera el cumpleaños de alguno de ellos, celebraban la huelga con unas cervezas “porque hoy no hay clase”, aunque precisaban que “después de las birras” irían a la manifestación“.

Alex, un jordano de 29 años que trabaja como investigador de ciencia computacional en la misma Universidad Pomeu Fabra, dice que está “un poco atemorizado” por la huelga y, aunque él no tenía que ir a clase, no poder acceder a la biblioteca, cerrada por huelga, le “incomoda”, ha dicho a Efe.

“Tengo miedo de salir a la calle, porque no sé que está pasando y la vida normal no va como debería”, ha manifestado el investigador, aunque subraya que en Jordania ya se había encontrado con situaciones peores.

Sin embargo, para Kevin, un empresario inglés de 39 años que ha viajado a Barcelona para una reunión de negocios, la jornada de la huelga no le ha supuesto ningún cambio pues ha podido seguir con su programa con normalidad.

“No ha sido nada para mí, todo ha sido casi lo mismo. Muy tranquilo. Mi mayor problema ha sido que he tenido que mover una cena de hoy para mañana”, ha explicado a Efe

Para los comercios estas jornadas han sido `perjudiciales, debido a que ha bajado la afluencia de personas que acuden a comprar, por ejemplo en el centro Comercial de las Glorias, donde varios vendedores han mostrado su malestar aunque han preferido no hacer declaraciones a este periodista.

Cayetano, de 41 años, que también es comerciante, pero en el mercado de Els Encants de Barcelona, donde vende ropa, reconoce a Efe que hoy “de vender 10 sólo venderé uno o dos”.

“La huelga afecta mucho a nuestra economía, nosotros vivimos al día, no tenemos acumulado y si falla un día, falla el mes”, ha lamentado el pequeño comerciante, que recalca que “si la huelga afecta al dinero, afecta a la familia, a la salud, a la alegría, a la convivencia, y el humor cambia”, concluye Cayetano.

Oriol Masferrer Gutiérrez

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