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Se multiplican partidos, giras y negocio a costa de la salud de los jugadores: ¿y si el fútbol no da para más?

Reinildo, del Atlético de Madrid, se duele durante el partido que enfrentó a su equipo con el Real Madrid el pasado mes de febrero.

Daniel Sánchez Caballero

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El pasado agosto, cuando ni siquiera había empezado aún propiamente la temporada 2023-2024, varios futbolistas de primer nivel ya habían sufrido lesiones de gravedad. De las que acaban con todo un año o incluso con una carrera si el deportista tiene cierta edad, como le sucedió al realista David Silva.

“Los tiempos han cambiado mucho. Ya veis cuántos cruzados [en referencia a la rotura de ligamento cruzado anterior, que tiene un periodo de recuperación de 8-10 meses] ha habido en este principio de temporada. Te hacen viajar a Asia y América por cuestiones de business, te hacen jugar partidos durísimos contra rivales muy fuertes en campos en malas condiciones… y la gente cae, cae y vuelve a caer. Recuerdo mi primer año en el Barça: tuvimos 25 días para trabajar hasta jugar el primer partido oficial para disputar la previa de Champions. Esta vez hemos tenido cuatro o cinco...”.

Esta diatriba la expelió a principios del curso futbolístico Pep Guardiola, entrenador del Manchester City, tras la lesión de una de sus estrellas, el belga Kevin de Bruyne, pero la firmarían muchos colegas y jugadores. De hecho, lo hizo pocos días después Carlo Ancelotti, responsable del Real Madrid. “Estoy de acuerdo con Guardiola. Intentan aumentar el espectáculo con más partidos, pero los entrenadores no pintan nada y los jugadores tampoco. Ven que el fútbol no es entretenido y meten cantidad en lugar de calidad para ganar más dinero y los afectados son los jugadores”.

En su sempiterna búsqueda de más negocio, el fútbol ha optado por la cantidad, más medible que la calidad, sin mirar los efectos colaterales. Las competiciones de clubes (ligas nacionales y las europeas, como la Champions League) mantienen la misma estructura desde hace tiempo, por lo que la presión, explica Marc Menchén, CEO de la web especializada 2Playbook, está creciendo por el lado de las selecciones. Tan es así que el mundo del fútbol llama a las convocatorias de la selección como Virus Fifa, porque siempre dejan lesionados. La última, que se está celebrando esta semana, ha dejado ya varias víctimas ilustras. La más grave, el jugador Yeremi Pino, que se rompió el cruzado el jueves jugando con España y dice adiós a la temporada y a la Eurocopa del próximo verano.

Intentan aumentar el espectáculo con más partidos. Ven que el fútbol no es entretenido y meten cantidad en lugar de calidad para ganar más dinero y los afectados son los jugadores

Carlo Ancelotti entrenador del Real Madrid

La UEFA y la FIFA, las federaciones de fútbol europea y mundial, respectivamente, pugnan por mantener su lugar en el planeta fútbol. “Son los que tendrían que poner las reglas de cómo se juega al fútbol, pero llega un momento en el que para seguir siendo relevantes para los clubes se tienen que inventar competiciones o reformas para generar más dinero y que los clubes no quieran romper con ellas”, explica Menchén.

Pese a estos intentos, el mercado televisivo esté ofreciendo síntomas de agotamiento: la venta de derechos está estancada. Un estancamiento que no impide que las televisiones estén ganando poder, opina Rafa Barber, exfutbolista y ahora representante de jugadores. “Todo lo domina la televisión, los calendarios, los horarios. Y cada vez tiene más peso” en la economía de los clubes, sostiene, de manera que estos se ven más a expensas de lo que digan las cadenas.

Al olor del dinero –hay clubes europeos que cotizan en bolsa– también han desembarcado en el sector los fondos de inversión, principalmente de EEUU, y concentrando equipos bajo un mismo paraguas, una práctica que cuestiona incluso la integridad de las competiciones. La llegada de los jeques árabes, previa, responde a otros intereses.

Cada vez más

Sin mostrar una excesiva preocupación por este fenómeno, UEFA y FIFA están centradas en su batalla soterrada por el control del deporte y tratar de imponerse como organismo dominante. Los dos organismos son conscientes de que hay demasiados partidos, pero todo el mundo pretende que sea el otro el que rebaje los suyos. Gianni Infantino, presidente de la FIFA, dijo hace tiempo que “el fútbol se arriesga a entrar en recesión si no se reduce el número de partidos por temporada”. Su respuesta, tres años después de aquellas palabras, ha sido ampliar el Mundial de selecciones y el de clubes.

FIFA y UEFA están en una espiral inflacionista de partidos, ensanchando sus competiciones con más participantes. ¿Que la UEFA pasa de una Champions League con 32 equipos a una con 36 y cuatro encuentros más para cada club? La FIFA organiza un Mundial de 48 selecciones (son 32 ahora) y un 60% más de partidos. ¿Que la UEFA se inventa una nueva competición entre selecciones europeas, la Nations League? La FIFA remodela el Mundial de Clubes para pasar de 7 a 32 equipos.

Fifpro, el sindicato mundial de futbolistas, calcula que el número de encuentros para un futbolista de élite puede aumentar en un 11% con los cambios previstos en las competiciones: de los aproximadamente 80 que disputa ahora un jugador que combine club y selección a los 89 que se calcula podría afrontar en la temporada 24-25. Algunos de ellos pueden llegar a jugar 90 partidos al año. Los datos apuntan a récords en el minutaje de muchos deportistas. Y, con ellos, llegan las lesiones.

Jude Bellingham, jugador del Real Madrid que despuntó a los 16 años en Inglaterra, ha jugado casi 15.000 minutos antes de cumplir 20 años, según Fifpro. A su edad, estrellas de décadas pasadas no llegaban a los 10.000 o incluso 5.000. Pedri, joven promesa y a la vez realidad del FC Barcelona, acumula ya un 20% más de tiempo jugado del que contaba Xavi, un referente para él, a su misma edad. El caso de este jugador es paradigmático: en 2021 concatenó la Liga española con el Europeo de selecciones y los Juegos Olímpicos durante el verano sin apenas descanso. Acabó ese ciclo lesionado y se forzó su vuelta porque empezaba la Liga: a aquella acumulación y una mala recuperación se achaca ahora que sea un futbolista que tiende a lesionarse recurrentemente.

Tras el Mundial de Qatar de 2022, que se celebró en invierno por primera vez para evitar el calor extremo provocando grandes trastornos a las ligas, uno de cada cinco jugadores declaró “sentir niveles sumamente elevados de fatiga mental” y la mitad de ellos refería una fatiga física “extrema o mayor de lo habitual en ese momento de la temporada”. Más partidos también significa menos descanso (recuperación) entre enfrentamientos: un jugador élite tiene de media menos de cinco días entre juegos, la cantidad recomendable. Las lesiones también le cuestan mucho dinero a los clubes: un informe de la aseguradora británica Howden calculó en 610 millones de euros, solo en la temporada 2021-22, el coste para los clubes de no disponer de sus jugadores siempre.

Con este panorama, hay jugadores que amenazan con plantarse. Así lo ha hecho Rodri, una de las estrellas del Manchester City y entre los jugadores que más partidos han disputado en los últimos años, que dijo recientemente que le ha comunicado al club que no tiene intención de mantener el ritmo “porque no es saludable”. Hay quien, como el exfutbolista belga Vincent Kompany, actualmente entrenador en el Burnley británico, propone que se limite a 65 el número máximo de encuentros por jugador y año independientemente de que los clubes tengan más.

Pese a estas quejas cada vez más recurrentes, el representante Rafa Barber cree que los jugadores “van aceptando la realidad”. ¿Les gustaría jugar menos partidos? “Ellos saben que son quienes generan el negocio. Sí piensan que deberían cuidarlos más, pero en este mundo se recurre mucho a la frase 'va en el salario' como respuesta a todo”, tercia. También es un sector con muy diferentes realidades, desde las megaestrellas que cobran decenas de millones hasta los jugadores más humildes de segunda división, que también es profesional. Los Rodris, los que tienen la voluntad, capacidad y el altavoz para quejarse, no son tantos.

“Canibalización del calendario”

La asociación de futbolistas dedica buena parte de sus esfuerzos a este problema. “Los debates actuales acerca del calendario de partidos y el diseño de la competición posteriormente a 2024 repiten el plan de acción de priorizar objetivos comerciales a las necesidades básicas de seguridad y salud de los futbolistas de élite”, criticó la organización tras el Mundial de Qatar, el primero que se celebraba en invierno.

“La integración de formatos de competición ampliados, a nivel de club o de selección nacional, muestra una constante canibalización del calendario de partidos entre los organizadores de la competición. Pese a manifestaciones en contrario, nos inquieta sumamente que los jugadores y sus necesidades ocupen de nuevo el último lugar en las decisiones que toman los organizadores de la competición, quienes tienen además la responsabilidad como reguladores”, añadía. David Aganzo, presidente de este organismo y también de su rama nacional, la AFE, ha exigido reiteradas veces que se considere su voz en la toma de decisiones, algo que no sucede ahora.

El otro elemento diferencial de estos años son las giras que realizan los equipos para generar ingresos. “Montan giras cada vez más largas, incluso en momentos del año poco frecuentes. Antes, que un club se fuera a jugar un amistoso en el parón de invierno o al final de temporada (cada vez hay más giras en mayo-junio) era una rareza, pero forma parte de la presión constante de generar ingresos para evitar que tu jugador se vaya”, ilustra Menchén, de 2Playbook.

Exactamente a lo que se refería Guardiola con los días de preparativos. Hasta hace unos años, las pretemporadas de los equipos consistían en buscar un lugar tranquilo donde pasaban varias semanas trabajando lo físico y lo táctico y entre medias jugaban algún partido, a menudo incluso contra el equipo amateur de la zona. Eso ha dejado de existir y ahora los entrenadores (y preparadores físicos) se las tienen que ingeniar para entrenar entre partidos de la máxima exigencia (aunque sean amistosos) cuando los jugadores aún no han cogido una forma óptima y tienen un mayor riesgo de lesión.

¿Un mercado saturado?

Pero el modelo, voraz, crece y crece, en cantidad, pero los datos apuntan que el mercado podría haber tocado techo. Tras años en los que los derechos televisivos han ido en aumento, en la última tanda de renovaciones a nivel europeo (el principal mercado mundial) se está encontrando con operadoras que no suben sus ofertas. Solo LaLiga consiguió un contrato al alza respecto al anterior; la alemana Bundesliga ha caído un 10% y la League 1 francesa y la Serie A italiana no están recibiendo mejores propuestas de las que tenían.

Con este panorama, la inglesa Premier League –la joya de la corona del fútbol mundial– va a aumentar el paquete de partidos que saca a la venta con la esperanza de ganar más dinero, categoría que ya lidera por un amplio margen. La liga inglesa, que en 2001 vendió 110 partidos al año por 1.600 millones de euros durante tres años (a 4,8 millones de euros por partido), colocó el último paquete a 6.320 millones (también por un trienio) para 200 partidos (a 10,5 millones por enfrentamiento). La PL se ha revalorizado, solo en lo que va de siglo, un 295% en su conjunto (un 118% por partido).

Los jugadores se encuentran en algún punto intermedio de esta vorágine. Con (poca) voz, pero sin voto en la toma de decisiones, son en parte víctimas (se lesionan más), pero también se benefician en forma de contratos más jugosos. Sin entrar siquiera en los salarios que están ofreciendo países como Arabia Saudí al calor de los petrodólares (200 millones de euros por temporada para jugadores de alto perfil como Cristiano Ronaldo), los clubes europeos también han elevado sus salarios: a modo de ejemplo, Kevin de Bruyne, la estrella del (probablemente) mejor equipo del mundo actualmente, ganará 83,2 millones de libras (95,41 millones de euros) entre 2021 y 2025. Los referentes del llamado Madrid de los galácticos, a principios de siglo, ingresaban unos siete por año.

Esto pone a los deportistas en una situación que puede parecer incoherente en ocasiones. Es habitual escucharles quejarse del calendario en ruedas de prensa, pero no tanto reflexionar sobre el aumento exponencial de sus ganancias ligadas a ese mismo calendario.

Van Dijk al habla

Lo hizo hace no mucho en rueda de prensa el defensa del Liverpool Virgil Van Dijk. El pasado octubre tuvo este intercambio con un periodista:

-¿Qué opina del calendario?

-En Inglaterra creemos que los calendarios son demasiado exigentes. Los jugadores cobran bien, pero esto nunca debe ir en detrimento de nuestra salud.

-¿Está dispuesto a reducir su salario en un 10% si se reducen los partidos?

-No.

-Pero sería bueno para su salud.

-Entonces sí, pero no debería depender de mi salario.

-El dinero del club lo ganáis por los partidos jugados.

-No creo que jugar menos partidos reduzca mi salario. En la Nations League, por ejemplo, ese dinero no se destina a mi salario. Y los bonus no están garantizados.

El representante Rafa Barber sostiene que –con las limitaciones que tiene generalizar– la prioridad de los jugadores es asegurarse el mejor contrato posible, aunque sea a costa de más partidos. El deporte de élite es un mundo complicado, hipercompetitivo y con una carrera muy corta en la que, además, todo futbolista está a una mala lesión de tener que retirarse. Salvo excepciones, los jugadores intentan ganar todo lo que pueden mientras dure.

En cualquier caso, apuntan los expertos en deporte de élite, esta estrategia no es exclusiva del fútbol. La Euroliga, máxima competición de clubes de baloncesto de Europa, cambió hace unos años el formato para que todos jueguen contra todos, lo que significa más partidos. La liga de fútbol americano de EEUU (NFL), la competición deportiva que más dinero mueve en el planeta, ha metido un partido más en su reducidísimo calendario (de 16 a 17 partidos al año por equipo) por primera vez desde 1978 aprovechando que los contratos televisivos suben y suben.

Pelota redonda u ovalada, grande, mediana o pequeña, la consigna es la misma siempre: más.

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