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Nacho Vegas, en directo desde su banco

Miguel A. Ortega Lucas

Cualquiera hubiera pensado, de estar aún en tales fechas, que se trataba de un simpático grupo pidiendo el aguinaldo (lo cual, tratándose de una sucursal bancaria, tampoco dejaría de tener su aquél). Pero no. Lo que se presentó este lunes en una de las oficinas de Cajastur en Gijón era en realidad un comando ciudadano –carricoche y niño incluidos– presto a perpetrar un atentado musical: sin más víctimas ni daños que la filia o la fobia que los presentes en ese momento pudieran tener a las leyes hipotecarias españolas, a la poesía de Gloria Fuertes y al ukelele de Nacho Vegas.

Se conmemoraba el tercer aniversario de la creación de la Plataforma Antidesahucios de Asturias, y tanto el músico gijonés como el coro Al Altu La Lleva no quisieron dejar pasar la ocasión de prestar su apoyo una vez más a sus paisanos de la PAH. De la manera más directa posible. A Vegas le gusta cada vez más –según nos explica por teléfono– esa “nueva forma de hacer protesta” consistente en llevar la música a la calle “de manera coral, como el colectivo Solfónica”; algo que “tiene sentido” para él, dando en su caso toda la significación al término canción popular. Así, cierta reciente composición suya basada en el poema de Gloria Fuertes No perdamos el tiempo, inédita todavía, se convirtió en el cántico-molotov que fueron a arrojar en la mencionada oficina bancaria de Cajastur.

Conformando, así, una caja de música difícil de parar por un solo hombre: en este caso el interventor de la sucursal, que –pensando quizás que era eso lo que se esperaba de él– trataba de usurpar las cámaras de quienes grababan la acción. Éstos “le hacían la cobra” alternativamente, cuenta Nacho Vegas, mientras una señora que pasaba por allí se ponía de parte del grupo y afeaba la conducta al empleado. El hombre llegó a arrebatar alguna, pero precisamente previendo contingencias de ese tipo eran tres las personas grabando: para garantizar que la escena se registraba hasta el final (…momento en el salen todos pacíficamente de la oficina al grito de Sí se puede; el ukelele acompañando con sordina).

Sobre la difícil tesitura de los empleados del banco (enfrentados frecuentemente a la contradicción de estar a uno y otro lado del burladero del sistema hipotecario responsable de los lanzamientos), el cantautor reconoce que es “complicado”: “El miedo es fuerte y plantar cara es difícil”; parecido a “cuando ves a policías que se supone están al servicio de la gente cumpliendo órdenes en su contra”. “…Pero la cosa se trata precisamente de que la gente pierda miedo y cambie de bando”, o al menos sea consciente de cuál es el suyo.

Nacho Vegas insiste en que el problema de los desahucios “sigue siendo muy gordo” (“ahora están también con los cortes de suministro”) mientras “no cambie la legislación”, y a pesar de la labor realizada por la Plataforma en toda España, presionando a los bancos para renegociar las deudas. Para Vegas, la PAH realiza además un trabajo más soterrado pero de capital importancia a la hora de “hacer que la gente pierda la vergüenza” de sufrir esa situación.

“En estos años”, al menos, “se ha conseguido este impulso y hay otro tipo de lucha, de activismo, más extendido socialmente”, con “un panorama muy distinto al de hace unos años”. “Antes nos resignábamos a las decisiones de las élites. Ahora estoy más ilusionado [con el panorama político] porque parece que hay un horizonte de cambio. Aunque siempre hay un punto de escepticismo; aún no he visto a ningún partido en el poder que no se corrompa”.

Respecto a su trabajo, Vegas opina que el músico es hoy día “mucho más consciente de su dimensión social”, “conectando sus obsesiones con lo colectivo”. ¿Volverá a participar en otro escrache musical como el del lunes? “Cuando me surja y la gente de la Plataforma necesite visibilidad y fuerza, ahí estaré. Y no sólo con la gente de aquí de Asturias. Aunque lo ideal sería que la PAH dejara de ser necesaria. Cuando pienso en ellos me acuerdo del movimiento insumiso de los 90, que también fue apartidista. A algunos les costó la cárcel, pero la mili es ahora un recuerdo. Ojalá suceda pronto lo mismo con los desahucios”.

Las canciones de Nacho Vegas son también, de momento, más parecidas a gritos urgentes que a esos malos recuerdos íntimos en los que, dice, “corre uno el riesgo de mirarse demasiado el ombligo”.

 

 

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