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Las ollas comunes, un alivio para muchos bolivianos en plena cuarentena

Imagen del 1 de mayo de 2020 de un hombre que acude a una olla común para personas necesitadas en Santa Cruz (Bolivia). Las ollas comunes son un alivio para muchos bolivianos a los que la cuarentena complica aún más su situación precaria en ciudades como Santa Cruz.

EFE

Santa Cruz (Bolivia) —

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Una fila espera paciente su ración de la olla común, un alivio para muchos bolivianos a los que la cuarentena complica aún más su situación precaria en ciudades como Santa Cruz.

“Aquí en el barrio hay mucha pobreza”, asegura a Efe Yolanda Valdés, de la junta vecinal de la barriada cruceña Ambrosio Villarroel.

La vecina muestra un cuaderno con una lista de los comensales que esperan su ración, unos 460 platos, cada día de lunes a viernes, en tres turnos para evitar aglomeraciones, máxime cuando las restricciones por la cuarentena para enfrentar el coronavirus prohíben concentraciones masivas.

En total son entre 850 y 900 raciones cada día en tres puntos de reparto en esta zona en la que “hay niños, jóvenes, que necesitan alimentarse, personas de la tercera edad, enfermos, delicados”, comenta Valdés, que explica que los alimentos proceden de la solidaridad vecinal y de donaciones.

Por eso pide a las autoridades que “no se olviden de este barrio”, un tanto alejado del centro de Santa Cruz, la mayor ciudad de Bolivia, con más de millón y medio de habitantes, y capital financiera del país.

Desde que a finales de marzo se declaró estado de emergencia sanitaria en Bolivia tras detectarse los primeros casos de COVID-19 en el país, las ollas comunes han aliviado la situación de gente humilde, que depende del día a día para ganarse la vida en la calle.

Pero las restricciones por la cuarentena solo permiten salir de casa unas horas de lunes a viernes, un solo día en función del número en que termina el carné de identidad, para comprar productos básicos.

Dependen de la solidaridad de familias que pagan de su bolsillo el arroz o las verduras para la olla, a la que acuden en una paciente fila, dejando un metro de distancia entre cada uno, con sus cazuelas para llevar la ración a casa o con platos para comerla en la calle, pues Santa Cruz tiene buen clima todo el año.

Las grandes ollas se cocinan y sirven en la calle, por voluntarios que se contactan en redes sociales, y una pizarra indica el lugar donde se encuentran.

Las restricciones por la cuarentena generaron algunas protestas en Bolivia ante las dificultades para ganar dinero con el que conseguir comida entre personas humildes que viven día a día de trabajos informales en la calle, mientras que por otro lado se suceden muestras de solidaridad tanto de entidades públicas y privadas como a título particular.

El Gobierno interino del país amplió hasta el 10 de mayo el estado de emergencia sanitaria en el país, que reporta 71 fallecidos y 1.470 casos confirmados de coronavirus, entre una población de unos once millones de habitantes.

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