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El Papa convoca a tres mujeres (una de ellas, obispa anglicana) para comenzar a “desmasculinizar la Iglesia”

Las tres mujeres, frente a Francisco, durante la reunión del C9

Jesús Bastante

en religiondigital.com —
6 de febrero de 2024 23:17 h

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Es la 'sala de máquinas' del Vaticano, el mayor centro de poder en el minúsculo Estado. Creado por Francisco en 2013, a los pocos meses de ser elegido Papa, el llamado 'C9' o 'Consejo de Cardenales' es el grupo de purpurados que asesora al Pontífice en su proyecto de reforma de la Iglesia. Ahora, por primera vez (y tal vez no la última), Bergoglio ha decidido incluir a tres mujeres. Con un objetivo claro: “Hay que desmasculinizar la Iglesia. Escuchando verdaderamente a las mujeres. Los hombres escuchamos a alguien que ve la realidad desde otra perspectiva y así nos vemos llevados a revisar nuestros proyectos, nuestras prioridades”.

Así lo ha definido Francisco en el prólogo del libro Desmasculinizar la Iglesia que, curiosamente –o quizá no tanto, teniendo en cuenta cómo funcionan estas cosas– ha sido presentado esta semana en Roma. Un conjunto de escritos compilados por las teólogas Lucia Vantini y Linda Pocher, y el sacerdote Luca Castiglioni.

Pocher es una de las tres mujeres que, desde este lunes y hasta el miércoles se encuentran reunidas con el Papa y con el secretario de Estado, Pietro Parolin en el C-9. Religiosa de la orden de María Auxiliadora y profesora de Cristología y Mariología, Pocher se ha sentado a la mesa como invitada con la profesora Giuliva Di Berardino. En un nuevo gesto sorprendente, el Papa invitó también a una obispa anglicana, Jo Bailey Wells, para abordar el papel de la mujer en la Iglesia, en un intento de que el debate sea no solo transversal, sino que pueda afectar a las relaciones de la Iglesia católica con el resto de mujeres cristianas.

La elección no es baladí, pues de algún modo Francisco reconoce la autoridad episcopal de una mujer, algo impensable en el catolicismo, donde las mujeres tienen vetado el acceso a cualquier tipo de ministerio ordenado, y ni siquiera se ha conseguido aprobar el diaconado femenino. Este tema será uno de los platos fuertes de la segunda parte del Sínodo de la Sinodalidad, que se celebrará en Roma el próximo mes de octubre, y tras el que se prevé un documento papal con algunas reformas de calado en este y otros temas.

Los hombres del Papa

En la reunión, además de Bergoglio y Parolin están los principales asesores del pontífice. Entre ellos, los españoles Fernando Vérgez Alzaga, presidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, y Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal. También Fridolin Ambongo Besungu, arzobispo de Kinshasa y uno de los mayores críticos de Fiducia Supplicans, el documento que admite la bendición de parejas homosexuales. Completan el C-9 Oswald Gracias, arzobispo de Bombay; Sean Patrick O'Malley, arzobispo de Boston; Gérald Lacroix, arzobispo de Québec (que en estos días ha renunciado a ejercer momentáneamente su cargo tras ser acusado de actitudes impropias con una joven en los años 80); Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo; y Sérgio da Rocha, arzobispo de San Salvador de Bahía.

Francisco ya había anunciado el pasado 30 de noviembre, después de la primera fase del Sínodo (en el que, por primera vez, también participaron, con voz y voto, mujeres), y con motivo de la reunión de la Comisión Teológica Internacional, que harían “una reflexión sobre la dimensión femenina de la Iglesia”, pero hasta la fecha no se había llevado a cabo.

En ese momento, el Papa afirmó que “la Iglesia es mujer” y que “uno de los grandes pecados” que habían cometido era el de “masculinizar la Iglesia”. Sin embargo, admitió, este problema “no se resuelve por la vía ministerial”, sino “por la vía mística, por la vía real”.

¿Puede la Iglesia decidir el papel de la mujer sin la mujer? “A veces estamos perdidos. A veces lo que escuchamos es tan nuevo, tan diferente a nuestra forma de pensar y de ver que nos parece absurdo y nos sentimos intimidados. Pero esta desorientación es saludable, nos hace crecer”, afirmaba el Papa en el prefacio del libro. Por el momento, ha puesto a su consejo de cardenales a la escucha.

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