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El 'plan Celáa' supone un parche temporal para el exceso de repetidores, un “despilfarro” económico y educativo

Los "estándares de aprendizaje" de la Lomce pasan a ser "orientativos"

Mónica Zas Marcos

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El Congreso ha dado el 'sí' a la ministra de Educación, Isabel Celaá. El Real Decreto Ley que permite flexibilizar la educación no universitaria fue aprobado el pasado jueves con 187 votos. Amparándose en él, las comunidades pueden contratar de forma excepcional a docentes que no tengan el máster de profesorado y decidir (o no) que sus alumnos promocionen sin el límite de suspensos que dicta la ley. Las dos medidas más polémicas suponen para algunos la degradación del sistema educativo, pero para otros son la oportunidad de enmendar, aunque sea a costa de la pandemia, la “alarmante” tasa de alumnos repetidores de España: 28,7%, el doble la media europea.

Aunque no tuvo demasiado eco en los medios, la normativa ha salido adelante después de varios meses de intenso debate con la oposición y el profesorado. Los primeros la ven como un “ataque a la meritocracia”, como manifestó Vox en el Congreso y de forma más velada el PP, que acusó a Celaá de repartir “títulos a la carta” por abrir la mano con los criterios de evaluación y promoción. A los segundos, en cambio, les indigna más que ahora los licenciados puedan ejercer sin el máster, lo que en sus palabras constituye “un maltrato a la profesión”.

Aunque hay discrepancias respecto a los suspensos, la mayoría de los sindicatos consideran que se trata de “ruido político”, puesto que “no es ninguna novedad que el equipo docente permita a un alumno promocionar o titular si tiene las competencias y el grado de madurez necesario más allá de las notas”, explica Francisco García, secretario general de la federación de Educación de CCOO. Maribel Loranca, de UGT, opina lo mismo: “Es una práctica que los docentes conocemos de sobra. Cuando nos sentamos a evaluar a los alumnos de 4º de la ESO o de 2º de Bachillerato atendemos a otros factores como el socioeconómico o las dificultades en el aprendizaje”, abunda la representante sindical.

Isabel Celaá siempre ha dicho –y lo volvió a repetir antes de la votación– que estas medidas extraordinarias son de carácter temporal y que “en ningún caso suponen un aprobado general”. En cambio, sí que dan más facilidades a los centros educativos a la hora de evaluar y actuar frente a posibles situaciones que se vayan dando durante el curso. “No obliga a los profesores a suspender o a aprobar a su alumnado, sino a ser más flexibles, lo que no haría falta ni decirlo porque ya forma parte de su competencia profesional: no son gente insensible”, manifiesta García.

Por tanto, discutir si el Real Decreto “devalúa el aprendizaje” no les parece tan apremiante como rebajar la tasa de repetición, una de las más altas de Europa. Celaá no esconde que es su gran meta en esta legislatura ya que, en sus palabras, “el sistema español es abusivo” a este respecto. Los números nos sitúan a la cola de lo que recomienda la OCDE y la Unesco y este año, de seguir la misma tónica, auguraba un declive peor.

España, cuarto país en Europa con más repetidores

Casi uno de cada tres alumnos en España de 15 años está en un curso inferior al que le corresponde, según el informe en cifras publicado hace un año por el Ministerio de Educación. Pero es que uno de cada siete ha repetido aún en menos tiempo: con 12 años siguen en Primaria cuando deberían estar cursando Secundaria. Y las malas noticias no terminan ahí. El último informe PISA, que evalúa el nivel educativo de los países de la OCDE, nos situaba en un cuarto puesto con el mayor porcentaje de alumnos repetidores: un 28,7% frente al 11,4% de media.

A pesar de la mejora desde 2015 en dos puntos porcentuales, la cifra actual de repetidores de curso de 15 años sigue siendo muy superior a la del promedio de la OCDE (11%) y también al conjunto de la UE (13%).

“No dejar a nadie atrás” es el eslogan que ha impulsado la nueva orden del Gobierno. Pero también el de amortiguar el previsible golpe de la pandemia en las métricas de fracaso escolar y abandono temprano, una prioridad para los sindicatos y que vuelve a quedar en el tejado de las comunidades autónomas, que deben decidir ahora si se acogen o no a la normativa. “Es un debate de mayor calado que este Real Decreto no viene a solucionar”, piensan en UGT, ya que su aplicación de carácter temporal y extraordinario resulta “insuficiente” para ello. “Las repeticiones deben abordarse con una nueva ley educativa”, zanja Maribel Loranca.

El Gobierno lleva un año trabajando en la Lomloe, llamada a sustituir a la “ley Wert” que aprobó el PP en solitario en 2013. Entre sus medidas estrella para combatir las repeticiones está la de permitir superar el Bachillerato con una asignatura suspensa, de manera excepcional y previo informe del centro, y la de volver a los programas de diversificación curricular de la LOE en Secundaria. Esos dos cambios persiguen el objetivo de reducir el abandono y aumentar la titulación.

"Es un debate de mayor calado que este Real Decreto no viene a solucionar", piensan en UGT, ya que su aplicación de carácter temporal y extraordinario resulta "insuficiente" para ello. "Las repeticiones deben abordarse con una nueva ley educativa".

“Hacer repetir de curso debería ser una medida excepcional, lo que necesitamos son políticas educativas que prevengan el fracaso escolar y actualicen los currículos para que se basen en competencias en lugar de en tomos memorísticos y enciclopédicos que no sirven para nada”, arguyen desde CCOO. Francisco García reconoce no obstante que el Real Decreto sí que allanará el camino hasta que se apruebe la nueva ley. “Consigue que el profesorado sienta que tiene un respaldo legal para algo que ya se hacía antes”, dice García.

Toni González, portavoz valenciano de la Asociación de Directores de Instituto, comparte que “todo lo que esté regulado por Real Decreto nos ayuda mucho para la autonomía de los centros y de cara a los padres y a la administración”, explica. “Tenemos que hacer desaparecer ciertas tradiciones del siglo pasado que no hacen bien a la sociedad”, abunda. En Comisiones Obreras son algo más tajantes: “Cada chaval que se queda fuera del sistema educativo es un despilfarro económico”. Aparte del coste para el propio estudiante, más difícil de medir, un estudio calculó en 2016 que el sistema gastó 2.802 millones de euros en los repetidores, un 8% del total (unos 20.000 euros por alumno).

Sobre la “cultura del esfuerzo”

En contra de lo que dicta la meritocracia que preconizaba, la Lomce es para CCOO una “ley excluyente, segregadora, que deja a los alumnos en las cunetas” y que le sala cara al sistema económico español. “La empleabilidad tiene que ver con la titularidad en nuestro país y quien no lo consiga está destinado a encadenar trabajos precarios sin mayores perspectivas”, defiende el secretario general. “Y luego nos quejamos de que los jóvenes no se apunten a FP, cuando en realidad es un sumidero del sistema y que el mercado laboral ni reconoce”, remata García.

Esto se suma a que repetir de curso es más habitual entre el alumno desfavorecido que entre el pudiente. La brecha, con un porcentaje del 53% entre los primeros frente al 8% de los segundos, es evidente. La repetición también observa un fenómeno propio: en igualdad de condiciones no responde a unos parámetros objetivos: un estudiante humilde tiene el triple de posibilidades de repetir que uno con recursos en igualdad de condiciones. “El cambio que se propone no devalúa los títulos ni los empobrece, sino que rechaza la filosofía de percibir la educación como una carrera de obstáculos”, dicen desde UGT. Sin embargo, inciden en que el Real Decreto “no viene a solucionar esto” porque, para ello, la principal meta es “revisar unos currículos excesivamente densos y muy alejados de la realidad”.

“Se trata de dar pequeños pasos que incentiven ese otro tipo de aprendizajes. Es la línea que tenemos que seguir de cara al futuro y es lo que propone este Real Decreto”, piensa Toni González. “No es que el alumno obtenga el título porque sí, sino que le planteas otras vías para que sienta que avanza”, distingue el director. Para Francisco García la hipótesis que ha calado de que “los chavales no estudiarán porque van a pasar de curso igual” es falsa y solo envilece el debate. “Lo que no podemos hacer es seguir dejándolos por el camino como hasta ahora, a la vez que reducimos nuestro capital humano”, concluye. Pero aún “estamos lejos de dar en la tecla adecuada”.

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