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Conchita Wurst, la grieta en una Europa homófoba

Conchita Wurst, ganadora de Eurovisión 2014. Foto: Thomas Hanses (EBU)

Elena Cabrera

La arrolladora victoria de Conchita Wurst en el festival de Eurovisión no significa que Europa pueda dormir tranquila. Lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGTB) se sienten discriminados, según las estadísticas, prácticamente uno de cada dos de ellos.

La Comisión Europea quiso saber si las personas LGTB –o LGTBI, acrónimo que incluye al colectivo intersexual o de sexo “indeterminado”– de los estados miembros de la Unión Europea y Croacia se habían sentido víctimas de la discriminación y de delitos motivados por prejuicios hacia su orientación sexual. Para ello encargó un estudio a la Agencia de los los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (FRA), la cual realizó 93.000 encuestas online para recabar datos sobre los que construir su argumentario.

Los resultados iniciales revelan que jóvenes LGTB y transexuales son los colectivos más vulnerables. El 47% de los consultados se había sentido discriminado o acosado en el último año. 3 de cada 10 del total de personas transgénero habían sido amenazadas o incluso habían sufrido actos de violencia en más de tres ocasiones en el año anterior. El 66% de los europeos consultados tiene miedo de ir de la mano en público con una pareja de su mismo sexo, el porcentaje sube si se trata de varones.

“Hemos identificado preocupantes patrones de violencia y discriminación hacia las personas LGTB” ha explicado el director de la FRA, Morten Kjaerum, “no obstante, los resultados de Eurovisión revelan algo de respeto y tolerancia hacia la comunidad LGTB que esperamos que continúe creciendo en toda Europa”.

El periódico alemán Der Spiegel ha analizado el triunfo de Conchita Wurst –nombre artístico de Tom Neuwirth– en clave política, que es como suelen funcionar las votaciones de Eurovisión: “Un referéndum paneuropeo sobre lo que es y no es aceptado socialmente en este continente”. Durante las comunicaciones de los votos, el público presente en el B&W Hallerna de Copenhague abucheó la recepción de puntos para las Tolmachevy Sisters, representantes de Rusia.

Votos transfóbicos

El país presidido por Putin, por su parte, concedió la máxima puntuación al cantante bielorruso Teo y siete puntos a la ucraniana Mariya Yaremchuk. Rusia, Bielorrusia y Ucrania son los tres países cuya unión reclaman algunos movimientos nacionalistas rusos en busca de una gran nación eslava. Y de esos tres países partieron algunas campañas de boicot hacia la retransmisión de la actuación de la austriaca Conchita Wurst en el festival de la canción.

El cantante enviado por Armenia, Aram MP3, que la organización de Eurovisión presenta en su perfil como poseedor de “un gran sentido del humor”, realizó varias declaraciones previas al concurso en el que calificaba la “orientación” de Conchita Wurst como “no normal” y “no adecuada”. Posteriormente, se retractó en una entrevista explicando que “rechaza la homofobia” y que “música y humor son partes inseparables” de su vida, por lo que sus anteriores comentarios, de los que se arrepentía, fueron hechos “de manera humorística”.

Precisamente, el estudio de la FRA revela que más de cuatro quintas partes del total de los consultados señalaron que las bromas sobre personas LGBT son generalizadas en la vida diaria. En el top ruso Aram MP3 recibió siete puntos, siendo su canción “Not alone” la más votada por la audiencia de ese país.

En Alemania ocurrió el fenómeno contrario. Uno de los miembros del jurado, el rapero Sido, declaró que “antes se pagaba para ver a mujeres barbudas en jaulas en los circos y ahora se las puede ver gratis por televisión”. La nota media de los cinco expertos germanos no hubiera dado ningún punto a Conchita, si no fuera porque el público la situó en el número uno, lo que acabó otorgando siete puntos a la austriaca.

Paris Lees, periodista del diario británico The Guardian, mediática defensora de los derechos trans y activista LGTB, opina que los 290 puntos de Conchita son un “progreso para el trato de las personas trans” que nos demuestra “cómo es de verdad la diversidad de género”. “Feministas radicales reclaman haber intentado desmontar el género en los últimos 40 años pero aún no he visto ninguna evidencia de éxito”, escribe Lees. “Dicen que las personas trans refuerzan los roles de género y a la vez intentan meternos de nuevo en cajitas que dicen 'chico' o 'chica'. Conchita no vive en ninguna de esas cajas y no dejará que radicales, rusos o gentes de derechas le digan lo que ella supone que debe ser”.

Alix, la autora del blog Género queer y no-binario, explica que “muchas personas se estresan o se inquietan ante personas como Conchita” por la necesidad de etiquetarla en un género, que consideran “verdadero en función de sus genitales”. Esto es, a su juicio, “una forma de transfobia”. Y añade: “Cada vez que decís '¿pero realmente es una mujer/hombre?' estáis reforzando (en vuestras mentes y en las del resto de personas) que pensáis que no pueden ni deben existir otros géneros. Estáis aplastando la existencia de muchas personas que nos identificamos de otras formas, que somos queergéneros, intergéneros, agéneros, y que queremos que esto se reconozca y acepte”.

El músico y promotor madrileño Pepo Márquez critica la ola de tolerancia mediática cuando escribe que “Europa ha votado a Conchita Wurst por la broma”. Porque, lógicamente, un hombre disfrazado de mujer que se mueve en el escenario sin rastro de parodia y que va completamente en serio es lo más chocante que ha visto este concurso en toda su historia. Y no hay nada más conservador, rancio y antediluviano que Eurovisión“. Para él, la derecha europea dominante, política y socialmente, ”desvirtúa y deslegitima“ la lucha por los derechos del colectivo LGTB al construir con la victoria de Wurst ”un nuevo icono, aceptado por todos y, por tanto, nada peligroso“. ”Y lo peor de todo“ escribe, ”es que ese colectivo de emocionados europeos han decidido ver en ese hombre con barba que canta vestido de mujer la llave de la normalización sexual en el continente“.

Fuertes diferencias entre países

De cara al Día Internacional Contra la Homofobia y la Transfobia, el próximo 17 de mayo, expertos y políticos europeos de alto nivel —como el ministro de Integración de Suecia o la ministra para el Diálogo Social, el Consumo y las Libertades Civiles de Malta, así como su primer ministro, quien, en la inaguración, se sintió orgulloso de serlo en el primer país en el mundo que hará una referencia expresa a la identidad de género en su Constitución– se han reunido el 13 y 14 de mayo en Valletta (Malta). Allí, la FRA ha presentado las conclusiones preliminares de este informe que no se publicará completo hasta el próximo verano.

Otras características de la discriminación hacia las diferentes sexualidades, planteadas en este congreso, son las fuertes diferencias entre países. A la pregunta “¿has sentido discriminación o acoso al ser percibida como una persona transgénero?”, el 56% de los españoles encuestados dijeron que sí. En Reino Unido, el porcentaje se eleva a 62%, siendo el más alto de todos los países europeos. En el país de Conchita Wurst, dijeron que sí un 40% de los participantes. Los índices más bajos están en Eslovenia con un 19% y en Bulgaria con un 23%.

Estudiados estos datos preliminares, la FRA avanzó algunas recomendaciones a los Estados Miembros: un entorno educativo seguro, planes de acción que promuevan socialmente el respeto a las personas LGTB que incluya un “liderazgo político firme y positivo”, protección a las víctimas por prejuicios, garantía de la igualdad de trato en el empleo y más allá del empleo, solicitando que el Derecho de la Unión Europea recoja siempre explícitamente la discriminación por motivo de identidad de género “como forma de discriminación en todas las leyes de la UE vigentes y futuras”.

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