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La Universidad paga el precio del aumento en los contagios: “Es más fácil cerrar un campus que Primaria o Secundaria”

Un profesor imparte clase en el Campus Ciutadella de la Universidad Pompeu Fabra, este martes, cuando el gobierno catalán prepara nuevas medidas para tratar de frenar el aumento de contagios de COVID-19. EFE/Quique García

Daniel Sánchez Caballero

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La Universidad está pagando los platos rotos del aumento de los contagios de COVID. La suspensión de casi toda la actividad presencial en todos los centros de Catalunya decretada este pasado lunes (se libran las prácticas y la actividad investigadora) se une al cierre del campus de Vera de la Universidad Politécnica de Valencia, a los que se sumará la Universidad de Granada en cuanto entre en vigor la orden correspondiente de la Junta de Andalucía.

Unos 300.000 estudiantes universitarios pueden verse afectados por estos cierres, que lo peor –dicen– es que ni siquiera tienen que ver directamente con la actividad universitaria propiamente dicha: tanto la Generalitat catalana como la Junta andaluza justifican los cierres de los campus para reducir la movilidad asociada a ellos, no porque se hayan producido repuntes en esos entornos. Sí se han dado en colegios mayores o residencias universitarias por toda la geografía, confinamientos incluidos, sin embargo, que contribuyen a aumentar esta percepción de que la vida universitaria es un vector de contagio.

Expertos del ámbito universitario rechazan que el problema esté en la Universidad y explican que más bien esta está siendo una víctima de la situación general. Fernando Rodríguez Artalejo, médico epidemiólogo, catedrático y director de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, explica que “a diferencia de lo que ocurre en EEUU, donde se ha suspendido la docencia presencial en algunas universidades como la de Carolina del Sur, debido a brotes en los dorms [las residencias universitarias] y cierta transmisión en los pisos, en España los problemas no se dan por los estudiantes, sino por transmisión comunitaria no controlada”.

Y cree que “estaba cantado” que esto iba a ocurrir, pero subraya que no supone “un problema social” y mucho menos uno de salud pública. “Es verdad que se están viendo algunas conductas irresponsables [en algunos colegios mayores o residencias], pero pagan justos por pecadores”, valora. “La realidad es que estamos en un momento de transmisión comunitaria no controlada y la universidad es un ámbito en el que es más fácil intervenir que en Secundaria o, sobre todo, Primaria”.

Esta queja es exactamente la misma que expresa Genís Vives, secretario del Consell del Alumnat de la Universidad de Barcelona (UB) y miembro del Ceucat, el consejo autonómico catalán. “El problema con esta decisión, y la Generalitat lo admite, es que las aulas son seguras. Se quiere reducir la afluencia en el transporte público o la movilidad entre regiones, pero hay otras cosas que se podrían haber hecho y esto restringe el derecho a la educación. Si se cierran las universidades es porque se entiende que la educación superior es un capricho, porque nadie se plantea cerrar Primaria”, argumenta.

“Ningún problema con la vida universitaria”

Rodríguez Artalejo disiente de la conclusión de Vives. “La población universitaria es de cientos de miles de estudiantes, solo con restringir, solo con reducir estos desplazamientos se reduce la posibilidad de contagios en los transportes públicos, aunque aquí hay pocas posibilidades, pero sí alguna, o en el lugar de destino”, valora.

Pero sí se muestra de acuerdo el epidemiólogo en que no hay que crear alarma social en torno a las universidades ni los espacios que orbitan a su alrededor. “Creo que no hay ningún problema con la vida universitaria. En las universidades está habiendo muy pocos casos. En los centros se llevan mascarillas, las cafeterías están cerradas... En los colegios mayores era esperable que pasara esto. Son jóvenes, no tienen la percepción de riesgo y se hace mucha vida compartida. Pero no es grave y la gran mayoría de los casos son asintomáticos; habrá que aguantar el tirón”, sostiene, aludiendo también al “cierto deseo de convivir con el virus; desde el principio las estrategias han estado orientadas a convivir con el virus, intentando limitar los contagios, pero manteniendo la actividad”.

Desde el Consejo de Colegios Mayores, que agrupa a la gran mayoría de estos centros en España, su presidente Juan Muñoz trata también de relativizar, apunta a que, como las universidades, son un síntoma de la situación general y utiliza los confinamientos en colegios mayores precisamente como prueba de que el sistema funciona. “Los volúmenes de contagios fruto del día a día ha habido gente que se ha contagiado, pero creemos que los colegios lo han hecho muy bien evitando que los brotes fueran masivos. En todos los sitios donde hay acumulación de personas puede haber contagios, lo importante es seguir las normas”, explica el también director del Colegio Mayor Chaminade. Y los colegios mayores tienen sus protocolos, recuerda, avalados por las autoridades y por los que han sido felicitados, según él.

La Conferencia de Rectores de Universidades Españolas también parece verse como una víctima, aunque no lo expresa así directamente. “CRUE considera imprescindible que se garantice el control den las zonas de ocio –sobre todo el nocturno, que es donde se están produciendo los contagios–para evitar que las universidades se vean obligadas a cerrar campus cuando en el ámbito académico se están cumpliendo estrictamente las medidas higiénico sanitarias”, sostienen en una nota enviada este martes, y recuerdan que “las universidades ya dejaron aprobados en el mes de junio unos protocolos de actuación frente a la COVID-19 que se actualizaron a principios del mes de septiembre con las indicaciones remitidas desde el Ministerio de Universidades”. Rodríguez Artalejo entiende que “algunas decisiones se tomaron en junio-julio, en un ambiente de excesiva euforia y confianza respecto a lo que podría lograrse en septiembre-octubre”.

“Son problemas que se gestionan sin más dificultad”

El temor que flota en el ambiente es que la situación se extienda por otros municipios con muchos contagios y un campus que marque de alguna manera la vida en la localidad. En Navarra, una de las regiones donde más positivos se acumulan, el Gobierno foral asegura ninguno de los brotes localizados en la región tiene como foco las instalaciones de la Universidad, informa Rodrigo Saiz. Según datos de la Universidad Pública de Navarra, a 1 de septiembre había 112 positivos en una comunidad universitaria de cerca de 10.000 personas, con 130 personas confinadas.

La Comunidad Valenciana fue la primera en cerrar un campus, a raíz de un brote en un colegio mayor. A ese cierre, de momento previsto hasta el próximo lunes, se unió el de algunas aulas en otras universidades, también como consecuencia del mencionado brote, informa Miguel Giménez. Pero de momento la cuestión no parece preocupar más de lo necesario a la Generalitat: la región es de las menos afectadas de España.

El epidemiólogo Artalejo cree que “es una cuestión muy puntual, muy de ciudad universitaria”, y anticipa que Santiago, Sevilla, Granada o Salamanca responden a un perfil similar. “¿Es un escándalo lo de Granada?”, se pregunta sabiendo su respuesta. “Son medidas convencionales (los cierres puntuales). Acabarán contagiándose muchos, pero son problemas que se gestionan sin mayor dificultad excepto para los responsables, que pasan un mal rato”, cierra.

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