El análisis de un tobillo de 4,4 millones de años revela cómo se movían los primeros ancestros

Exhibición de Ardi en el Museo Nacional de Etiopía

Raquel Sáez

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El esqueleto parcial de Ardipithecus ramidus, de 4,4 millones de años y descubierto en 1994, sigue arrojando valiosa información sobre la evolución humana. A partir del análisis del tobillo de Ardi, como se le apodó en su momento, un nuevo estudio publicado en la revista Communications Biology ha encontrado evidencias “convincentes” de que los humanos evolucionaron a partir de un ancestro africano similar a un simio. 

“Una de las sorpresas de este descubrimiento fue que Ardi caminaba erguido, pero conservaba muchas características simiescas, incluido un pie prensil”, subraya el responsable de la investigación y profesor asistente de antropología biológica en Artes y Ciencias en Universidad de Washington en San Luis (Estados Unidos), Thomas Prang, en un comunicado publicado por la universidad. 

Analizando el astrágalo de Ardi

Los investigadores basaron su estudio en el análisis del astrágalo, el hueso del tobillo que se une a la tibia y al calcáneo de chimpancés y gorilas. Con ello, pretendían saber cómo se movían nuestros primeros ancestros. Concretamente, querían averiguar cómo trepaban a los árboles verticalmente y también analizar cómo se movían sobre la superficie. 

Además, examinaron de cerca el astrágalo porque este hueso ofrece información sobre cómo las primeras especies realizaron la transición a la locomoción bípeda. Es decir, como pasaron a moverse sobre dos patas.

Así, Prang y sus colegas compararon el tobillo de Ardi con los tobillos de simios, monos y humanos primitivos. “Nuestros resultados implican fuertemente que los humanos evolucionaron a partir de un ancestro africano parecido a un simio, lo que limita directamente el rango de explicaciones sobre el origen de nuestro linaje”, detallan en el estudio.

Por tanto, los hallazgos de estos científicos “son inconsistentes con los modelos recientemente propuestos de los orígenes humanos, que visualizan al último ancestro común de humanos y chimpancés como un simio arbóreo generalizado”, sostienen. 

Según Prang, estos simios son conocidos por sus adaptaciones a la escalada vertical y al cuadrúpedo plantígrado terrestre (desplazamientos a cuatro patas en el suelo, apoyando la planta del pie completamente sobre la superficie). Y Ardi podría haber utilizado sus pies de forma similar. El astrágalo de Ardi también exhibía características que sugieren un mecanismo de impulso mejorado en el pie. La conclusión: combinaba comportamientos de escalada con marcha. 

Las conclusiones pueden ser controvertidas, reconocen los autores. Sin embargo, puntualizan que sus resultados no implican que los humanos evolucionen de los chimpancés, pero sí pone encima de la mesa que el ancestro común que compartimos “probablemente era bastante similar a los chimpancés actuales”. 

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