Google reinventa la forma de escribir con un teclado que se usa como los antiguos teléfonos
Los dedos de millones de usuarios se mueven sobre las teclas sin pensarlo. Cada letra aparece por reflejo, fruto de años de práctica sobre una misma disposición. Ese aprendizaje convierte al teclado QWERTY en una extensión natural del cuerpo, una herramienta tan interiorizada que apenas requiere atención visual.
Su eficacia se sostiene en la repetición y en la memoria muscular, una relación tan arraigada que cualquier intento de cambiarla provoca desconcierto. Sin embargo, en el universo de las rarezas tecnológicas siempre hay quien decide probar caminos nuevos, aunque el resultado sirva más para sonreír que para mejorar la productividad.
Un experimento que celebra la escritura como juego y no como tarea
Esa fue la senda que siguió Google Japón cuando presentó su Gboard Dial Version, un teclado que sustituye las teclas por diales giratorios inspirados en los teléfonos de disco. Según explicó la división japonesa de la empresa, el dispositivo traslada la mecánica de aquellos teléfonos clásicos a un periférico informático completamente funcional. El invento forma parte de su línea de experimentos anuales con diseños excéntricos, entre los que figuran un teclado-sombrero y otro de más de metro y medio en una sola fila.
Cada dial del dispositivo reproduce el movimiento circular que servía antaño para marcar números. El usuario introduce el dedo en el orificio, gira hasta el punto correspondiente y deja que el disco regrese a su posición. Los sensores internos traducen el desplazamiento en una señal digital que el ordenador interpreta como una tecla.
Entre los nueve diales del conjunto hay uno reservado para el Enter, que también exige girar para confirmarlo. Además, el teclado incorpora un soporte que interrumpe la cámara al colocar el ratón sobre él, un detalle que recuerda la forma en que los teléfonos antiguos cortaban una llamada al colgar.
La estructura del Gboard Dial Version mantiene cierta organización tradicional. Las letras se distribuyen en los diales de mayor tamaño, mientras que los números y las flechas ocupan la zona lateral. Las funciones básicas como Alt, Ctrl o Shift conservan su posición habitual, aunque adaptadas a este formato circular. La experiencia es deliberadamente lenta y poco práctica, algo que el propio equipo de Google Japón asume con sentido del humor. Su objetivo no consiste en reemplazar al teclado convencional, sino en explorar otras formas de interacción y experimentar con la relación entre gesto y escritura.
La idea surgió dentro de un contexto de creatividad interna que el grupo japonés mantiene desde 2021. Aquel año lanzaron un teclado formado por una sola fila de teclas, y después una gorra inteligente con entrada Gboard. En todos los casos, la intención fue ofrecer versiones funcionales de conceptos absurdos, con un punto lúdico y artesanal. “Buscamos ampliar los límites de cómo puede escribirse”, afirmaron los ingenieros responsables en tono distendido. La iniciativa se inscribe en una serie de proyectos que celebran la experimentación por encima de la utilidad.
Cualquiera puede fabricar su propio teclado
Los planos del Gboard Dial Version se encuentran disponibles en GitHub para quien desee construirlo mediante una impresora 3D. Allí se detallan las piezas, los esquemas eléctricos y las dos ediciones del modelo, una simplificada con un solo dial y otra completa con los nueve necesarios para replicar un teclado entero. Este acceso libre al diseño confirma su condición de objeto experimental más que de producto comercial. Google no planea fabricarlo en masa, pero su publicación abierta ha generado interés entre aficionados al hardware casero y entusiastas del bricolaje tecnológico.
La propuesta refleja una curiosa paradoja: el intento de reinventar una herramienta que ya funciona a la perfección. La velocidad, la ergonomía y la precisión del QWERTY continúan vigentes después de siglo y medio, mientras otros formatos apenas superan el terreno de la anécdota. El Gboard Dial Version no pretende disputarle ese lugar, aunque consigue lo que muchos inventos excéntricos logran mejor que cualquier innovación práctica. Consigue que, por un instante, hasta la tarea más mecánica del día parezca una invitación a girar un dial y dejar que la nostalgia haga el resto.
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