La misteriosa mujer de 'La joven de la perla', el retrato más famoso de Vermeer, podría tener por fin nombre y apellido: sería muy cercana al pintor
El retrato de una muchacha con turbante y pendiente de perla se ha convertido en uno de los rostros más reconocibles de la pintura universal. Su magnetismo sigue intacto siglos después, en parte por el silencio que rodea a la modelo.
La obra, atribuida al maestro neerlandés Johannes Vermeer, pertenece al tipo de pinturas conocidas como tronie, centradas en rostros y expresiones sin intención de retratar a una persona concreta. Pese a ello, la joven parece viva en la tela, con la mirada que se cruza con la del espectador y un gesto suspendido que parece anunciar palabras. Ese enigma ha convertido La joven de la perla en un icono y ha impulsado nuevas teorías sobre su identidad.
Las pistas de un historiador conducen a una familia acomodada de Delft
El historiador Andrew Graham-Dixon explicó en The Times que la muchacha podría ser Magdalena van Ruijven, hija de los mecenas de Vermeer, Pieter Claesz van Ruijven y Maria de Knuijt. Su investigación comenzó cuando un colaborador localizó en Delft la casa de esa familia, conocida como el Águila Dorada, situada frente a la iglesia de los Remonstrantes, una corriente cristiana que inspiró varias de las pinturas del artista.
A partir de esos documentos, Graham-Dixon reconstruyó el entorno en el que surgió el cuadro y propuso que fue un encargo para los van Ruijven en torno a 1667, cuando su hija alcanzó la edad de bautismo.
El estudioso recordó que Vermeer solía pintar dos cuadros al año, en un contexto doméstico lleno de hijos y deudas. Esa limitación económica no le impidió usar pigmentos costosos como el azul ultramar, que ilumina el turbante y el fondo del retrato.
En palabras de Graham-Dixon, “hay una única candidata plausible: su hija Magdalena van Ruijven”. La joven habría nacido en 1655 y posado a los 12 años, edad habitual para el bautismo entre los Remonstrantes, grupo evangélico que valoraba la vida comunitaria y el estudio de las Escrituras.
Una posible lectura bíblica vincula a la joven con María Magdalena
El especialista observó que Vermeer pudo haber concebido la pintura como una evocación de María Magdalena. Según explicó, la modelo adopta el momento del Evangelio en el que la seguidora de Jesús reconoce su figura tras la resurrección.
La elección no sería casual. Maria de Knuijt, madre de Magdalena, pertenecía a los Collegiantes, una rama radical de ese movimiento religioso, y mantenía reuniones de oración en su casa. Graham-Dixon destacó que otra obra de Vermeer encargada por la familia, Una criada dormida, también se inspiraba en esa figura bíblica.
El análisis técnico de La joven de la perla revela un manejo extraordinario de la luz. La superficie del pendiente refleja la claridad con un brillo que parece expandirse en el lienzo. Los tonos de la piel y el contraste con el fondo oscuro crean una sensación de presencia inmediata.
Según Graham-Dixon, “la muchacha parece a punto de pronunciar las palabras más importantes que ha dicho en su vida”. El pintor consiguió que una escena inmóvil transmitiera movimiento y conciencia, una tensión entre la quietud del retrato y la inminencia del habla.
El misterio del cuadro sigue alimentando teorías y debates
Otros especialistas han expresado cautela ante la propuesta. La historiadora del arte Ruth Millington recordó en The Daily Mail que “los artistas disfrutan manteniendo el misterio, y ese juego con la ambigüedad es lo que nos hace volver a mirar el cuadro”. Afirmó que ya existían investigaciones previas, como las de Judith Noorman, que sugerían el parentesco entre la modelo y los mecenas de Vermeer. Para Millington, la obra no debe entenderse como un retrato biográfico, sino como un ejercicio de imaginación dentro de la práctica pictórica de la época.
El hallazgo del domicilio de los van Ruijven en el canal Oude Delft ofrece un marco concreto a la historia. Allí colgaban varias pinturas del artista, entre ellas La joven de la perla, que figuró en una subasta de 1696 descrita como “un tronie en vestido antiguo, extraordinariamente hábil”.
El catálogo confirma que la obra perteneció a esa familia antes de pasar a otras colecciones. La descripción coincide con la indumentaria oriental del cuadro, un atuendo usado por los pintores del siglo XVII para representar personajes bíblicos.
En esa casa, la imagen de Magdalena pudo servir como expresión de fe. Vermeer habría retratado a la hija de sus mecenas como María Magdalena en el instante en que descubre a Cristo resucitado, un tema importante para los Remonstrantes. La mirada de la muchacha, dirigida hacia un punto fuera del cuadro, refuerza esa lectura.Quien observa su rostro ocupa el lugar del propio Cristo, un detalle que explicaría la fuerza de su presencia y la impresión de ser mirado desde la eternidad.
0