Ni la NASA tiene registros como este: así documentaron los otomanos la única muerte causada por un meteorito
Cada día, decenas de toneladas de roca espacial entran en la atmósfera terrestre. La mayoría se desintegra antes de tocar suelo firme, pero unas cuantas logran cruzar el escudo atmosférico y llegan al terreno como meteoritos. El riesgo de que una de esas piedras impacte directamente sobre una persona es tan bajo que apenas entra en las estadísticas.
Aun así, la Tierra no es una fortaleza infranqueable. El hecho de que una sola muerte registrada por este motivo provenga del siglo XIX confirma que, si pasa, es pura casualidad. Justo eso fue lo que ocurrió en una aldea del actual Irak.
El único fallecimiento documentado por un meteorito ocurrió en el siglo XIX
El suceso quedó recogido en tres documentos distintos, conservados en la Dirección General de Archivos Estatales de la Presidencia de la República de Turquía. Las cartas, escritas en turco otomano, detallan la caída de un meteorito en una zona rural de la región de Sulaymaniyah, el 22 de agosto de 1888, con consecuencias fatales para al menos una persona. Según el estudio publicado por la revista Meteoritics & Planetary Science, los textos fueron redactados por las autoridades locales y remitidos a las instituciones del Imperio otomano.
La caída se produjo a las 20:30 horas, cuando varias personas observaron una bola de fuego en el cielo, visible desde distintas localidades. En los diez minutos posteriores, se desató una lluvia de fragmentos sobre una colina en forma de pirámide. Uno de esos fragmentos mató a un hombre e hirió de gravedad a otro, que quedó paralizado. Además, los documentos mencionan daños en cultivos, probablemente causados por la onda expansiva del impacto.
Ozan Ünsalan, profesor asociado en la Universidad del Egeo y coordinador del equipo investigador, explicó que las cartas también ofrecían indicios físicos. Una de ellas hacía referencia al envío de un fragmento del meteorito como muestra, aunque los investigadores no han logrado localizarla en los archivos turcos ni en ningún museo del país. A pesar de ello, las fuentes analizadas presentan un alto nivel de detalle y coherencia interna, y según el equipo, se trata de pruebas consistentes de la primera muerte causada por la caída directa de un meteorito.
La ausencia de registros similares a lo largo de la historia podría explicarse, en parte, por el escaso estudio de archivos escritos en lenguas no occidentales. Los autores del trabajo subrayan que, en sus palabras, “es imprescindible una colaboración interdisciplinar entre historiadores, traductores y archivistas para poder identificar este tipo de eventos en fuentes aún inexploradas”. En ese sentido, muchos textos en turco otomano han permanecido sin digitalizar o sin traducir hasta hace poco, lo que dificulta su uso académico.
Existen otros incidentes conocidos pero sin consecuencias fatales directas
Entre los casos mejor documentados relacionados con meteoritos, destaca el incidente de Cheliábinsk, en 2013. Aquel meteorito explotó en la atmósfera y provocó una lluvia de fragmentos con piezas de más de 650 kilos, pero nadie murió por impacto directo. Las lesiones registradas entonces fueron consecuencia de la onda expansiva.
Otro caso, ocurrido en Estados Unidos en 1954, dejó herida a Ann Hodges cuando una roca perforó el techo de su casa y la golpeó en la cadera. El objeto fue recuperado y analizado, lo que permitió confirmar su origen extraterrestre.
En cambio, el episodio de Sulaymaniyah se conocía hasta ahora solo por estas fuentes escritas, sin testigos supervivientes identificados ni restos conservados. Sin embargo, su valor documental ha sido suficiente para que los expertos lo consideren como el primer caso confirmado de muerte por meteorito. La explicación detallada del fenómeno, el contexto geográfico y la participación de funcionarios del gobierno otomano refuerzan la credibilidad del relato.
Los investigadores continúan revisando el archivo digitalizado en busca de más documentos relacionados. Confían en localizar una posible respuesta del sultán a los informes recibidos. De confirmarse, ese texto completaría un episodio único, que probablemente habría quedado enterrado entre miles de páginas si nadie se hubiese parado a leerlo con calma.
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