Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Chernóbil está por fin a cubierto

José Cervera

Hoy el mundo es un poco más seguro gracias a una proeza de la ingeniería y de la política: por primera vez desde el accidente de 1986 los restos del Reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil están a cubierto de la lluvia y las inclemencias del tiempo. El llamado Nuevo Sarcófago de Chernóbil acaba de ser colocado en su posición definitiva, lo que permitirá que los trabajos de demolición y descontaminación del reactor afectado se puedan hacer a cubierto sin miedo a catástrofes climáticas (la cubierta es resistente a terremotos y tornados) y sin temor de que se puedan liberar sólidos radiactivos a la atmósfera.

La tarea era simple en su concepción, casi infantil en su simplicidad: construir una cúpula tan grande que cubriese por completo los edificios heridos y la primera cubierta, erigida en condiciones de extrema urgencia tras el accidente. Pero el tamaño y la situación han hecho que la ejecución sea hercúlea: el techo, que pesa más de 30.000 toneladas, tuvo que ser construido al lado de las estructuras contaminadas para después ser desplazado a su posición mediante un delicado proceso. Sólo la construcción y emplazamiento han costado más de 1.300 millones de euros y el proceso completo de demolición superará los 2.500 millones, que se pagarán mediante aportaciones internacionales: a nadie le conviene mantener abierta esa herida que hoy está, al menos, mejor vendada.

Fue el mayor accidente de la historia de la energía nuclear, con permiso de Fukushima: la explosión el 26 de abril de 1986 del Reactor 4 de la Central Nuclear Vladimir Illich Lenin de Chernóbil provocó una catástrofe sin precedentes. 31 muertos directos, centenares de miles de trabajadores contaminados (los famosos y heroicos ‘liquidadores’), millones de evacuados, ciudades abandonadas a toda prisa y un número indeterminable de afectados en una enorme porción de Europa fueron las consecuencias.

Una sustancial región entre Ucrania, Bielorrusia y Rusia (la Zona de Alienación) es todavía demasiado peligrosa para que la habiten las personas, y la central, cerrados por fin los reactores no afectados en el año 2000, tiene que ser desmantelada. Las ruinas son peligrosas y suponen un riesgo creciente para todo el continente ya que el llamado Sarcófago de la central, una cubierta erigida a toda prisa y con gran improvisación después de la emergencia, amenaza ruina. Existía la posibilidad de que un derrumbe del edificio liberase toneladas de polvo altamente radiactivo a la atmósfera contaminando de nuevo quién sabe qué áreas.

Para 1996 estaba claro que no se podía reparar la estructura: había que construir otra cubierta por encima para contener el material radiactivo y para proceder a un derribo organizado y seguro de los restos de la central. Por eso en diciembre de 1997 se creó el Chernobyl Shelter Fund (CSF, fondo del refugio de Chernóbil), un fondo con el que financiar un plan de gestión y construcción diseñado para estabilizar la situación de las ruinas y su demolición asegurando así su seguridad durante un plazo mínimo de 100 años.

El CSF fue impulsado por el G7, lo gestiona el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo y han hecho aportaciones 27 países: casi todos los países europeos, EEUU y Canadá, varios países árabes, Japón y Rusia; otros 18 países hicieron donaciones.

La mayor estructura móvil jamás construida

La clave del proyecto es la construcción de la oficialmente llamada Nueva Estructura Segura de Contención, más conocida como el nuevo sarcófago; tras un concurso internacional se optó por un diseño de arco de acero construido al lado del Reactor 4 para después desplazarlo a su lugar con el fin de minimizar los peligros de la radiación para los trabajadores.

La empresa ganadora del concurso fue el consorcio francés Novarka, formado al 50% por dos de las principales constructoras de Francia (Vinci y Bouygues), aunque decenas de compañías de todo el mundo participan como subcontratistas. Actualmente se estima que el coste total superará los 1.300 millones de euros.

La estructura es un arco de acero lo bastante grande como para cubrir por completo los edificios dañados que se ha construido 180 metros alejado de su posición final: la mayor estructura móvil jamás construida. Tiene 257 metros de ancho, una longitud de 162 m y una altura máxima externa de 108 m (interna de 92,5 m) para permitir la operación de grúas durante el futuro desguace de las estructuras deterioradas. La construcción se hizo a base de módulos prefabricados transportados al lugar y montados con la ayuda de grúas externas y consta de 13 arcos separados 12,5 m entre sí: todas las piezas de acero están recubiertas de una capa plástica y la cubierta exterior está formada por 86.000 metros cuadrados de paneles de triple capa. Los módulos están hechos de 5.700 elementos tubulares de acero de gran diámetro conectados a 4.000 piezas auxiliares mediante 650.000 tornillos.

Para la construcción hubo que empezar erigiendo los cimientos del futuro arco a los lados del primer sarcófago, que también soportaron los raíles para su desplazamiento; en total se usaron 400 vigas de hormigón y otras 400 de acero. Luego se procedió a construir la enorme plataforma de montaje y la cimentación de las grúas. En total fueron vertidos más de 81.000 metros cúbicos de hormigón.

La última y más delicada operación fue el traslado del arco ya acabado por medio de enormes gatos hidráulicos a una velocidad de 10 m/h, proceso que duró cinco días y acaba de terminar. A partir de ahora se completarán las paredes laterales que sellarán por completo el arco con las antiguas estructuras, sobre las que no se apoyan ya que colgarán del arco para evitar cargas estructurales a los viejos cimientos. La estructura completa pesará más de 30.000 toneladas.

Para el próximo año se habrán completado los muros de cierre y podrán comenzar los trabajos de desmontaje y descontaminación con ayuda de las dos grúas-puente internas de 84 m de ancho. De estas grúas colgarán varios tipos de plataformas desde las que se efectuarán los trabajos de modo que los obreros no tengan que pisar el suelo contaminado. Para garantizar la contención de los materiales radiactivos el arco es doble, cerrado por dentro con 78.000 metros cuadrados de cubierta, y deja entre sus dos paredes un espacio que servirá para controlar el aire manteniendo una capa intermedia de temperatura controlada que evite la condensación.

A partir de agosto de 2017 comenzará la demolición de las partes dañadas del antiguo Sarcófago. Los materiales producto de la demolición serán trasladados a un recinto dentro del Área de Alienación gestionado por una empresa especializada en gestión de residuos radiactivos.

Durante la obra se ha procurado mantener al máximo la seguridad de los trabajadores, que llevaban dos dosímetros: uno de exposición en tiempo real y otro acumulativo. Si el trabajador superaba el límite (diario, mensual o anual) sonaba una alerta y quedaba cancelada su autorización de entrada teniendo que abandonar el tajo. Por poner un ejemplo una estancia de tan sólo 12 minutos en el techo del Sarcófago basta para superar el límite anual aceptable de radiación.

El proceso no ha terminado, pero al menos se ha dado un muy importante paso: con el arco ya instalado en su lugar el mayor peligro que suponían las ruinas de Chernóbil ya está conjurado. Con un poco de suerte y si todo va bien para 2023 el antiguo sarcófago habrá sido desmantelado y se podrá empezar a trabajar en hacer desaparecer los restos del mayor accidente nuclear de la Historia, para que el riesgo quede contenido para siempre.

Etiquetas
stats