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Crónica de un fracaso: solo un 1% de los positivos de la quinta ola usaron la app de rastreo Radar COVID

desde que Radar COVID se puso en funcionamiento, más de 67.000 usuarios han notificado a sus contactos estrechos que se habían contagiado de coronavirus

Carlos del Castillo / Ana Ordaz

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Hace 365 días el Gobierno estaba a punto de terminar las pruebas de la app española de rastreo de contagios que se desarrollaban en la isla de La Gomera. Los resultados que veían los técnicos daban pie a la esperanza: por cada contagio ficticio que se comunicaba a la app esta detectaba 6,4 contactos de riesgo, el doble que los rastreadores. Dado que en aquel punto de la pandemia las vacunas aún estaban lejos y la única solución para evitar confinamientos masivos era rastreo, rastreo y rastreo, Radar COVID se posicionaba como una tecnología que podía ayudar a salvar vidas, basada en un desarrollo de investigadores europeos que pusieron el foco en la privacidad y la seguridad.

Tras anunciar los positivos datos del proyecto piloto, Pedro Sánchez puso Radar COVID a disposición de las comunidades el 30 de julio de 2020. Su misión era avisar a sus usuarios tras un contacto de riesgo para que se autoconfinaran hasta que pudieran hacerse un test, ayudando así a cortar las cadenas de contagio.

Pero llegó la segunda ola y la app no estaba lista para ayudar. Google y Apple solo permiten una aplicación de rastreo por país para controlar mejor las posibles falsificaciones, por lo que las comunidades debían engancharse al sistema central del Gobierno para ponerla en marcha en su territorio. Ese proceso llevó mucho más de lo esperado.

VÍDEO | Así funciona 'Radar COVID', la app española para el rastreo del coronavirus

Buena parte de las comunidades se conectaron a principios de septiembre pero algunos gobiernos regionales, especialmente los de Madrid y Catalunya, retrasaron su puesta en marcha más de dos meses. La administración que dirige Isabel Díaz Ayuso completó la integración técnica con el sistema central el 2 de septiembre. Sin embargo, quiso hacer un nuevo piloto a la app pese al aviso del Gobierno de que este era “innecesario”. La Generalitat simplemente priorizó sus propias herramientas técnicas mientras daba de lado Radar COVID, basada en el sistema de rastreo digital que estaban instalando casi todos los países europeos y que terminaría siendo interoperable entre ellos.

Luego llegó la resaca de las navidades y con ella la tercera ola, pero el sistema de Radar COVID no estaba engrasado y tampoco ayudó a impedir toques de queda y cierres de comercios. La app estaba fracasando: solo el 2% de los positivos la usaba para alertar de forma anónima a las personas con las que había tenido contactos de riesgo (15 minutos a menos de dos metros). La vicepresidenta del Gobierno Nadia Calviño pidió un esfuerzo a las comunidades para informar a los españoles sobre la de la existencia app y, sobre todo, para repartir los códigos necesarios para que los contagiados puedan notificar su positivo a la app y activar su sistema de alertas.

“Es imprescindible acelerar el reparto de estos códigos para que la app pueda desplegar plenamente su efecto y contribuir a los trabajos de rastreo y de lucha contra la expansión del virus”, pedía Calviño a finales de enero. Radar COVID se había desarrollado en su ministerio, bajo la supervisión de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (SEDIA). Pero las encargadas de implantarla en el sistema sanitario debían ser las comunidades.



Entonces aún había tiempo. La app no había logrado ser un factor notable en sus primeros meses de acción, pero la vacunación acababa de comenzar y los expertos sabían que llegarían nuevas olas de contagios antes de conseguir la inmunidad de rebaño.

La cuarta ola fue suave, lo que restó algo de importancia al hecho de que el porcentaje de penetración de Radar COVID no había mejorado nada. Pero la quinta ola ha golpeado duro. Las cifras de positivos llegan ya a los niveles de la segunda mientras Radar COVID no solo no ha aumentado su colaboración en el rastreo. Es que se usa menos que nunca.

Radar COVID, la gran olvidada por los jóvenes en la quinta ola

La incidencia acumulada en España llega ya a cotas del pasado febrero y sigue disparada. Pero a medida que crece el número de contagiados en España, desciende el porcentaje de ellos que usan la app para avisar a las personas que han estado a menos de dos metros de ellos durante al menos 15 minutos. Las cifras han caído del 2% de marzo al 1% este julio, según los datos oficiales que publica la SEDIA.

La situación contrasta además con el importante componente de contagios entre jóvenes de esta quinta ola. En la franja de 12 a 19 años la incidencia acumulada es de 1.311,73 puntos y la de 20 a 29, de 1.581,39, el triple de la media nacional. Pese a que se trata de segmentos de población que no deberían presentar problemas ante el uso de esta tecnología digital, la realidad es que Radar COVID está ayudando menos que nunca a frenar los contagios.



Desde el Gobierno se sigue señalando a las comunidades autónomas. “Si el porcentaje de introducción de códigos positivos en la app es bajo es principalmente porque muchas comunidades no están entregando códigos”, exponen a elDiario.es fuentes del Ejecutivo. “Nuestra labor es poner en funcionamiento Radar COVID y entregar los códigos que nos solicitan las comunidades, y eso lo estamos cumpliendo”.

Las mismas fuentes señalan la gran diferencia entre los ciudadanos que notifican a la app su positivo como una señal para medir la casi nula colaboración por parte de algunas de ellas. Mientras que en Asturias el acumulado de positivos que han utilizado la app para alertar a sus contagios es del 8,5%, en otras como Andalucía se queda en el 0,05%.



Este medio se ha puesto en contacto con varias comunidades para preguntar por sus protocolos para entregar los códigos de contagio a los ciudadanos. Todas han asegurado que los comunican automáticamente. “Hay una instrucción por parte del Servicio Andaluz de Salud para que se dé el código de la app cada vez que se detecta un positivo”, explican, por ejemplo, fuentes de la Junta de Andalucía. “Esta instrucción se va recordando constantemente para que no caiga en el olvido”, recalcan.

No obstante, la poca colaboración de los gobiernos regionales con el central para implantar la app de rastreo de contagios aflora en otros detalles. Uno de ellos es la ausencia total de datos del apartado “códigos de contagio entregados por las comunidades autónomas a los ciudadanos” de la página de estadísticas oficiales de Radar COVID. Esa herramienta de transparencia se puso en marcha en enero y todavía no muestra las cifras de códigos entregados. Fuentes del Gobierno explican que la ausencia de datos se debe a que las comunidades no los están comunicando.

Tanto el piloto como la implantación definitiva posterior se adjudicaron con contratos de urgencia a la multinacional Indra. En total, el Gobierno ha invertido algo más de dos millones de euros en Radar COVID.

La tecnología de rastreo funciona

Los problemas de Radar COVID tienen que ver con la escasa implantación que ha tenido la app entre la población, no con la tecnología. La app española utiliza como base un desarrollo de código abierto preparado por un consorcio de investigadores europeos adaptado después por Google y Apple a las plataformas Android e iOS. Ese desarrollo ha sido testado en experimentos independientes y por varios países europeos que las han implantado. Tanto en Alemania como en Reino Unido se han publicado estudios que concluyen que la clave para mejorar su efectividad es ampliar la base de usuarios, porque la tecnología funciona correctamente en una inmensa mayoría de los casos.

Uno de los que ha logrado una mayor penetración entre la población es precisamente el Reino Unido, donde supera el 30%. Con la actual explosión de la variante Delta la app ha vuelto a demostrar su efectividad, enviando más de 500.000 alertas de contacto de riesgo durante la última semana. El Gobierno de Boris Johnson se enfrenta, de hecho, al problema contrario que el español: sus ciudadanos la están borrando de sus teléfonos porque están recibiendo muchas alertas y no quieren autoconfinarse de nuevo, recoge The Guardian. Los técnicos trabajan para hacer que la app sea menos “sensible” y tratar de impedir que los usuarios la eliminen.

La gente que tiene la app, la usa y sube sus códigos. Pero si no tienes más usuarios es imposible que tengas más códigos subidos. El resumen es que el 1% lo único que dice es que la penetración es muy baja

Carmela Troncoso Investigadora que lideró el desarrollo de la tecnología europea de rastreo de contagios

En España el Gobierno no hace público el dato de usuarios activos de Radar COVID. Solo publica que la app se ha descargado 7,5 millones de veces en total, un número que con toda seguridad es muy superior a la cifra de personas que tienen la app descargada y activada para que registre sus contactos.

Las estimaciones son que la penetración real de la app de rastreo en la población española apenas llega al 3 o 4%. Con ese bagaje, el 1% de contagiados que notifican su positivo a Radar COVID “es todo lo que puedes esperar de la app”, explica a elDiairo.es Carmela Troncoso, una de las investigadoras que lideraron el proyecto europeo que alumbró la tecnología de rastreo de contactos. “La gente que tiene la app, la usa y sube sus códigos. Pero si no tienes más usuarios es imposible que tengas más códigos subidos. El resumen es que el 1% lo único que dice es que la penetración es muy baja”.

Troncoso recuerda que una alerta enviada puede equivaler a contagios prevenidos y por tanto a vidas salvadas. En España, desde que Radar COVID se puso en funcionamiento, más de 67.000 usuarios han notificado a sus contactos estrechos que se habían contagiado de coronavirus. “Las apps obviamente no han parado la pandemia, pero han aportado su granito de arena a la hora de evitar infecciones, aumentar el radio de rastreo, y ser más veloces”, indica la investigadora.

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