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Peppa Pig bebe lejía y Mickey Mouse ha muerto: los dibujos basura para niños inundan YouTube

Peppa Pig bebiendo lejía

David Sarabia

Son personajes que un niño identificaría rápidamente: Peppa Pig, Aladdin, los perritos de la PAW Patrol, Spiderman o Elsa, de Frozen. En otras ocasiones son bebés en 3D que comparten plano con personajes Disney y animales con aspecto angelical pero dudosas intenciones. Entre otras muchas cosas. Todos ellos, según el escritor y artista centrado en tecnología James Bridle, tienen una “responsabilidad imposible de determinar pero hacen un daño muy, muy real”.

El autor ha documentado en Medium la forma en la que los vídeos de YouTube hechos por y para satisfacer a los algoritmos de la plataforma consiguen precisamente su propósito y llegan a millones de niños de todo el mundo. La ingeniería social también existe allí y funciona agregando hashtags y palabras clave a los vídeos populares en cada momento. Después se monetizan sin importar quién los ve o el contenido que presentan. Y no hay que olvidar que sacan rédito tanto los creadores de esos vídeos como Google (quien, al final, posee los derechos de YouTube).

Como el misterio de las rimas infantiles protagonizadas por perturbadores animales de voces estridentes o el peculiar caso de los unboxings (desempaquetados) de huevos de chocolate para descubrir su sorpresa, los vídeos para niños en YouTube se cuentan por millones. Hay canales ocupando los rankings de visualizaciones de la plataforma que se dedican a ofrecer únicamente este contenido.

Títulos creados por una máquina

Pero Bridle, aunque también se refiere a estos canales, hace hincapié sobre todo en los que piratean las series originales para ofrecer sus propios contenidos. Estas historias son locas. Y decimos locas porque en estos vídeos se puede ver a Peppa Pig bebiendo lejía, siendo torturada por su dentista o poniendo Mountain Dews en vez de velas a una tarta para su madre. También, a Mickey Mouse yaciendo en un charco de sangre mientras Minnie mira desde una esquina. Incluso una mezcla de personajes Disney, Marvel y Pixar siendo secuestrados y enterrados vivos... entre otras muchas cosas.

Hay canales en los que además de contenido pirateado se ofrece una suerte de mix de otros similares, con unboxings y vídeos de niños de carne y hueso pintándose la cara o comiendo caramelos. Como explican en The Outline, lo que verdaderamente da confianza sobre un contenido es que ese canal que lo sirve esté verificado debidamente, ya sea Disney, Peppa Pig o Warner Bros, entre miles más.

Para engañar al algoritmo de YouTube tan solo hay coger un vídeo que haya sido un éxito en visitas, replicarlo varias veces y volver a subirlo incluyendo en su título hashtags y palabras clave que estén de moda. Cuando alguien se dedica a hacer esto por costumbre necesita un programa que lo haga por él, los títulos que se crean resultan larguísimos y sin sentido.

“Aunque censures determinada palabra en las búsquedas, estos algoritmos pueden montar un nuevo vídeo que capte otras palabras clave cogiendo contenidos pirata, que no son suyos, poner algo nuevo al final del vídeo y lanzarlo a través de YouTube Kids. Aunque cumpla los requisitos de YouTube, sabemos que no es correcto”, explica a eldiario.es Deanna Mason, doctora en Enfermería especializada en educación y desarrollo infantil.

Así aparecen luego cosas como “Surprise Play Doh Eggs Peppa Pig Stamper Cars Pocoyo Minecraft Smurfs Kinder Play Doh Sparkle Brilho” o “Cars Screamin’ Banshee Eats Lightning McQueen Disney Pixar”. El primero se dedica a abrir huevos de plastilina y enseñar las sorpresas y el segundo presenta algunas figuritas de la película Cars.

YouTube, un cuidador gratuito

“YouTube es el babysitter más barato del mundo y obviamente los padres están usando este sistema para tranquilizar o tener ocupados a sus hijos”, continúa Mason, que advierte: “Para evitar que conecten con contenidos que no son apropiados, la responsabilidad siempre es de los padres”.

The New York Times hablaba hace cuatro días de la experiencia de varios padres que habían visto llorar o quejarse a sus hijos acerca del contenido que estaban viendo en YouTube Kids. Tal y como explica un portavoz de YouTube a este diario, la app para niños usa “una combinación de aprendizaje automatizado, algoritmos y las herramientas de identificación de contenido inapropiado que ponemos a disposición de la comunidad” para delimitar qué entra y qué no. Sin embargo, se muestran “de acuerdo en que este contenido es inaceptable y estamos comprometidos en mejorar la aplicación día a día”.

La doctora culpa también a la función de reproducción automática de la plataforma: “Normalmente, los padres no suelen estar muy pendientes de mirar cual es el siguiente vídeo. Ellos oyen que la música es más o menos igual, que Peppa Pig todavía está en la pantalla y que no hay una gran diferencia. Así es como los niños consumen este contenido sin el consentimiento de los padres”, dice Mason.

Según YouTube, “en los últimos 30 días, solo el 0,005% de los vídeos vistos en la aplicación fueron eliminados por inapropiados”. El New York Times cifra en algo más de 11 millones de usuarios los que consumen contenidos en YouTube Kids a la semana. “Es el coste que pagamos los consumidores por usar contenido gratuito”, dice Mason.

La doctora recomienda no “enchufar” a los niños a una pantalla hasta que no cumplan por lo menos los dos años. “Para desarrollar sus cuerpos y mentes necesitan tiempo en la vida real, no en la virtual”, dice. También propone que sean los padres quienes supervisen el contenido que ven sus hijos, ya sea en YouTube o en cualquier otra fuente. “Si quieren poner un episodio de, por ejemplo, Peppa Pig, que se pongan una alarma en su teléfono y cuando haya pasado el tiempo del capítulo miren de nuevo si el programa es el mismo, ha terminado o está con el autoplay puesto”.

Haciendo trizas el “pensamiento mágico”

Y aún hay más vídeos incalificables: una niña con insomnio que se mira la mano y sus dedos cobran vida tiene 17 millones de versiones diferentes en YouTube, según Bridle. También hay imitadores de The Wiggles, los Parchís australianos, y padres que se graban junto a sus hijas comiendo caramelos y enseñando los colores, los números o lo que toque.

Todos estos vídeos tienen sus equivalentes en Asia y Oriente, con perturbadores canciones y montajes, como el que presenta a varias casetas de las que salen personas con cabeza humana y cuerpos de Motu Patlu (una serie para niños de la India) mientras cantan los colores en inglés. O un juego para ponerle cabeza a Aladdin que se llama “Wrong Heads Disney Wrong Ears Wrong Legs Kids Learn Colors Finger Family 2017 Nursery Rhymes”. Otro título generado automáticamente.

Los vídeos de los que habla Bridle cuentan por miles sus visitas. Son vistos cada día por niños de todo el mundo y monetizados por cada canal que los publica y por el propio YouTube. “Estos vídeos, dondequiera que se hagan, sin embargo se hacen, y cualquiera que sea su intención (por ejemplo, ganar dinero con la publicidad) se alimentan de un sistema que fue pensado conscientemente para enseñar vídeos a los niños con ánimo de lucro. Los inconscientes resultados ahora están por todas partes”, explica el autor.

“A principios de este año, actualizamos nuestras políticas para que el contenido con uso inadecuado de personajes de entretenimiento familiar no sea elegible para la monetización”, explica Juniper Downs, directora de políticas públicas de YouTube, a eldiario.es.

“Estamos en proceso de implementar una nueva política que establece que este tipo de contenido sea restringido por edad en la aplicación principal de YouTube cuando se identificado como inapropiado. El contenido restringido por edad no está permitido automáticamente en YouTube Kids”, continúa Downs.

Mason concluye que “cuando los niños ven cosas violentas a edad muy temprana puede influir gravemente en su conducta y en su capacidad para aprender en el colegio”. Los niños de 0 a 5 años son especialmente susceptibles porque cuentan con el llamado “pensamiento mágico”, donde “mezclan la realidad con la fantasía. Cuando ellos ven, por ejemplo, que Peppa Pig pone lejía en su bebida o en la de sus amigos y después se ríen, no les sorprende ni les perturba, simplemente cuadra con su forma de pensar”. Por eso una mirada a tiempo evita toda la espiral de “violencia estructural” de la que habla Bridle en su artículo.

Nota al pie: este artículo ha sido modificado después de su publicación para añadir las declaraciones de Juniper Downs, directora de políticas públicas de YouTube.

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