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Las redes siguen sin estar preparadas para frenar los bulos de fraude electoral

Seguidores de Donald Trump durante el asalto al Capitolio de enero de 2021, en protesta por el supuesto fraude electoral.

Carlos del Castillo

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En 2017 surgieron las primeras revelaciones sobre el escándalo de Cambridge Analytica. Las informaciones sobre cómo esta empresa británica utilizó los datos personales de millones de votantes para intentar manipular las elecciones de varios países cambiaron las redes sociales para siempre. También la política.

Cambridge Analytica se dedicaba a extraer datos en detalle de cada grupo de votantes para saber qué los enciende y qué odian. Con ellos, diseñaba campañas de neutralización del voto. No buscaba el apoyo para aquellos candidatos que la contrataban, sino asquear a los ciudadanos proclives a elegir a sus adversarios para que se quedaran en casa. Un plan tóxico perpetrado con munición tóxica: cuentas falsas y bulos.

La estrategia para desincentivar el voto de las minorías o de los jóvenes de EEUU a Hillary Clinton en 2016 fue uno de los primeros ejemplos documentados. Ante las primeras, se vendió su racismo a través de perfiles fraudulentos que fingían ser miembros de esas minorías. Entre los segundos, se compartieron imágenes y contenidos que mostraban a la candidata como extremadamente anciana y enferma.

Gurús de numerosas partes del mundo copiaron la estrategia en sus propios feudos. España no fue una excepción: como documentó elDiario.es, una trama que favorecía al PP se hizo pasar por militantes de otros partidos para desmovilizar al electorado en las generales de noviembre de 2019.

Estos escándalos derivaron en una cascada de supervisión política hacia las redes sociales. Sus directivos comparecieron ante parlamentos, se abrieron comisiones de investigación. La toxicidad del discurso en redes y las “noticias falsas” entraron en la agenda política. Pese a todo, cinco años después, las estrategias de desinformación a través de las redes sociales siguen amenazando las elecciones.

Ahora, estas plataformas se enfrentan al bulo más peligroso: la impugnación de procesos electorales completos entre acusaciones de pucherazo sin fundamento. Un nuevo estudio de la Universidad de Nueva York avisa que las redes no están mucho mejor preparadas que hace un lustro para contrarrestarlo y están perdiendo la batalla: “Sus políticas defectuosas y su aplicación incoherente dan lugar a una amplificación continua del negacionismo electoral”.

Negacionismo electoral

EEUU vuelve a ser el punto de partida. Trump alentó el asalto al Capitolio de enero de 2021, en el que un grupo de sus partidarios interrumpió una sesión del Colegio electoral que iba a certificar la victoria de Joe Biden. Un “autogolpe” que se saldó con cuatro asaltantes y un policía muertos, medio centenar de detenidos y 14 agentes heridos.

Los asaltantes acaban de escuchar un mitin de Trump en las cercanías del Capitolio en el que denunciaba que Joe Biden no había ganado realmente las elecciones y que se trataba de un pucherazo. Había aprovechado el altavoz de las redes sociales para sembrar la duda sobre el proceso electoral durante meses y, pese a que las plataformas sabían que iba a lanzar sus acusaciones de pucherazo si perdía, no pudieron frenarlo hasta que fue tarde.

Tras el asalto al Capitolio, las principales redes bloquearon los perfiles de Trump por exaltar esos hechos violentos. 20 meses después, EEUU enfrenta unas elecciones de mitad de mandato con la carrera política del expresidente en entredicho pero con el discurso del fraude electoral muy presente en sus seguidores. Nunca ha mostrado ninguna prueba y sus denuncias han fracasado en los tribunales, lo que no ha sido óbice para que siga viralizándose.

“Con que un puñado de negacionistas republicanos sean elegidos este año para los cargos estatales que supervisan las elecciones presidenciales, los comicios de 2024 podría caer en el caos y la violencia, haciendo que los acontecimientos de 2020 y 2021 parezcan tranquilos en comparación”, alerta el estudio de la NYU.

Con que un puñado de negacionistas republicanos sean elegidos este año para los cargos estatales que supervisan las elecciones presidenciales, los comicios de 2024 podría caer en el caos y la violencia

El gran riesgo del nuevo bulo del negacionismo electoral es precisamente su capacidad para incitar la violencia en las calles y sucesos como el del Capitolio. “También ha alimentado el acoso y las amenazas de muerte dirigidas a los administradores electorales, lo que ha provocado que muchos funcionarios experimentados planeen dejar sus puestos de trabajo”, reflejan los investigadores.

Contagio

Los bulos se contagian de frontera a frontera. La ultraderecha los recicla y adapta a cada contexto nacional. En España, el último ejemplo han sido las acusaciones de fomentar la pederastia contra la ministra Irene Montero, que recuerdan a las continuas acusaciones de pedofilia contra el “estado profundo” en EEUU. Este bulo llegó a provocar que un hombre armado irrumpiera en una pizzería de Washington, buscando la sede de la organización pederasta después de que se viralizara en redes que esta se encontraba en el local.

El bulo del pucherazo electoral también se ha calentado en España. Las acusaciones de la extrema derecha sobre el control del Gobierno sobre el proceso electoral son constantes. El PP ha terminado por incorporarlo también a su discurso y Feijoo ha llegado a insinuar que Sánchez quiere controlar el CIS, el INE e Indra para intentar amañar las elecciones. En Francia, Marine LePen intentó hacer la misma jugada que Trump cuando perdió las presidenciales de este año.

En las elecciones italianas se ha dado el último ejemplo. La mayor cantidad de desinformación no ha sido “sobre un argumento específico vinculado a uno u otro partido político”, explica a elDiario.es Camilla Vagnozzi, responsable editorial de Facta, el principal medio de verificación de hechos de Italia.

“Una de las noticias falsas más compartidas fue la de los italianos expatriados y su voto. Algunos usuarios de TikTok y/o FB hablaban de material electoral (como papeletas, bolsas de papel) ya utilizado, y otros de folletos de partidos políticos dentro de algunas papeletas. Todos los vídeos que desmentimos eran falsos”, destaca.

Se trató, además, de una maniobra consciente de desinformación, no de un error que llevó a ciudadanos a compartir un bulo: “Los desinformadores abrieron primero el material que recibieron, y luego grabaron vídeos compartiendo información falsa: todos esos contenidos deben considerarse peligrosos y manipulados”.

Teniendo en cuenta que ese tipo de desinformación ha sido típica de las fuerzas nacionalistas y populistas últimamente, lo vimos sobre todo en EEUU y en Francia, creo que hubiera sido más probable una fuerte difusión en Italia si Meloni llega a perder

Pese a su repercusión inicial en la campaña, la narrativa falsa no ha centrado la conversación electoral. “Teniendo en cuenta que ese tipo de desinformación ha sido típica de las fuerzas nacionalistas y populistas últimamente, lo vimos sobre todo en EEUU y en Francia, creo que hubiera sido más probable una fuerte difusión en Italia si Meloni llega a perder”, opina Tommaso Canetta, vicedirector de Pagella Politica, especializado en el factchecking de las declaraciones de responsables públicos.

Entre todas la mataron

El informe de la NYU ha profundizado en cómo cada una de las redes sociales mayoritarias está fallando a la hora de controlar el bulo del fraude electoral.

De Facebook, los investigadores destacan que su decisión de no verificar si lo que publican los políticos en la plataforma es cierto o no “facilita” que estos impulsen el bulo del pucherazo. Contactada por elDiario.es, una portavoz de Meta (matriz de esta red social, de Instagram y de WhatsApp) ha informado de que la compañía no quiere hacer declaraciones sobre el estudio.

De Twitter, la NYU afea que su “aplicación intermitente” de sus normas contra los bulos ha hecho que “el negacionismo electoral cobre impulso desde principios de 2021”. Una portavoz ha respondido que la plataforma “se toma muy en serio su responsabilidad” para con los usuarios que la usan para informarse de las elecciones: “Aplicamos nuestra política de integridad cívica sobre el contenido infractor, agregamos contexto y reducimos la visibilidad de afirmaciones potencialmente engañosas a través de etiquetas, y elevamos información creíble y fiable en Twitter”.

TikTok también tiene un papel en el contagio de esta desinformación. “Cada vez más afectada por la desinformación política, ha anunciado medidas de gran calado relacionadas con las elecciones, pero su aplicación desordenada por parte de la plataforma no ha conseguido frenar la difusión de las mentiras de los negacionistas”, denuncia el estudio.

“Estamos comprometidos con la protección de la integridad de nuestra plataforma y tenemos equipos dedicados a trabajar para salvaguardar TikTok durante las elecciones. Prohibimos y eliminamos la desinformación electoral y otras violaciones de nuestras políticas. Trabajamos con verificadores de hechos, acreditados, que nos ayudan a evaluar el contenido y a asociarnos con fuentes autorizadas para proporcionar acceso a la información electoral”, contesta un representante de la red social china al ser preguntado por elDiario.es.

Finalmente, de YouTube los investigadores recalcan que ha permitido que su popular plataforma de vídeos de larga duración sea explotada por los defensores de la desinformación, como el mito del “tráfico de papeletas” generalizado que se retrata en “2000 Mules” [un documental sobre el supuesto pucherazo en EEUU].

YouTube también ha querido responder al informe, recalcando que muchas de sus recomendaciones ya se aplican en la plataforma “desde hace años”. “Además de eliminar rápidamente los contenidos infractores, en el caso de las noticias y la información relacionadas con las elecciones de mitad de mandato, nuestros sistemas dan prioridad a las voces autorizadas, como las fuentes de noticias locales y nacionales, en los resultados de las búsquedas y los paneles de 'ver a continuación', y limitan la difusión de los contenidos dudosos y la desinformación perjudicial mediante recomendaciones”, ha añadido una portavoz.

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