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The Guardian en español

Los socialistas franceses se quedan sin tiempo para frenar a Le Pen y Fillon

Chirac es el presidente más apreciado por los franceses, Hollande el menos.

Angelique Chrisafis

París —

El primer ministro de Francia, Manuel Valls, no renunciará a su cargo. Lo volvió a repetir en medio de la pelea por elegir a un candidato socialista que se enfrente en las elecciones presidenciales a François Fillon, de la derecha, y a Marine Le Pen, del Frente Nacional.

La división en el Partido Socialista, con sus bandos enfrentados, está dificultado seriamente la formación de un frente común contra Fillon. Elegido recientemente como el candidato de la derecha, Fillon ya fue primer ministro de Francia. Sus propuestas de conservadurismo social, tradicionalismo católico y grandes recortes al Estado francés han irritado a la izquierda, que ya lo bautizó la “Margaret Thatcher de Francia”.

Pero el caos entre los socialistas es tal, que las encuestas ven poco probable que el partido llegue a la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de mayo de 2017. Por el momento, se espera que la pelea por la presidencia quede entre Fillon y la candidata de ultraderecha, Le Pen.

Está previsto que François Hollande, el presidente de Francia menos popular desde la Segunda Guerra Mundial, anuncie en estos días si decide o no ir a por un segundo mandato. Varias informaciones apuntan a que está considerando seriamente presentarse para una reelección, pese a que su índice de popularidad cayó recientemente al 4%.

Algunos políticos del partido de Hollande temen que el intento de una reelección termine en fracaso. En enero tienen lugar las primarias abiertas de la izquierda para elegir a su candidato. Si Hollande decide competir por el cargo, tendría que formar parte de esas primarias y sufrir, muy probablemente, ataques desde todos los frentes.

En los últimos 50 años todos los presidentes franceses han intentado un segundo mandato y Hollande no quiere ser la excepción. Los últimos datos de empleo (hubo una leve reducción del desempleo) deberían haber mejorado sus perspectivas, pero la desaprobación que sufre el presidente no muestra indicios de cambio. Lo acusan de falta de autoridad y coherencia, de no saber hacia dónde ir en sus políticas impositivas y en sus reformas a favor de las empresas, de no haber logrado arrancar la lenta economía del país y de no haber sabido proteger a Francia de una serie de devastadores ataques terroristas.

Valls, el que en otro momento fuera el aliado más fiel de Hollande, intentó este fin de semana frenar su candidatura. Convencido de que la imagen pública del líder socialista es un problema infranqueable que incluso podría destruir al partido, dijo que estaba preparándose para ser el próximo candidato presidencial. “Ante el desorden, la duda, la desilusión y la idea de que la izquierda ya no tiene ninguna posibilidad de gobernar, quiero desterrar la idea de que es inevitable perder las elecciones”, dijo Valls al periódico Journal du Dimanche.

Sus comentarios generaron especulaciones en torno a su renuncia y a una crisis de , cuando Francia sigue en emergencia por la amenaza terrorista. Sus comentarios también aumentaron las sospechas de que Hollande está tambaleándose y perdiendo el control de su .

Pero tras mantener un almuerzo de dos horas en el Eliseo con el presidente este lunes, Valls pareció dar marcha atrás. En declaraciones a la agencia AFP, dijo que quería mantenerse como primer ministro y que no debería haber un enfrentamiento entre un presidente y un primer ministro por las primarias, cuando Francia se enfrenta a una amenaza terrorista: “No puede haber y nunca habrá una crisis institucional”.

Unas primarias llenas de tensión

Las reformas de Hollande a favor de los negocios han sido atacadas por el ala más izquierdista de su partido. Pero el movimiento rebelde de la izquierda francesa, que cuenta con varios exministros, no ha apoyado todavía a ningún candidato y presenta a cuatro. Entre ellos figura Arnaud Montebourg, ambicioso exministro de economía, feroz crítico con las medidas de Hollande ventajosas con las empresas y uno de los que piden al presidente que no se presente como candidato.

Emmanuel Macron, otro exministro de Economía rebelde de Hollande, ya rompió filas completamente. Lanzó su propia candidatura presidencial de forma independiente, centrista y al margen de cualquier partido. También prometió liderar la “revolución democrática” del pueblo contra la “inutilidad” del sistema político.

El candidato de la izquierda, Jean-Luc Mélenchon, ganó este fin de semana el respaldo del Partido Comunista Francés y es otro de los que seguramente se llevarán algunos de los votos socialistas.

Según una encuesta de Harris Interactive, Hollande y Valls lograrían un 9% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, con muy pocas posibilidades de llegar a la segunda.

Preocupados por la fragmentación del partido, los diputados socialistas advirtieron de que, una vez pasadas las presidenciales, la izquierda podría verse gravemente afectada en las parlamentarias de junio.

La semana pasada, las actrices Juliette Binoche y Catherine Deneuve sumaron su firma a la de decenas de celebridades en defensa de Hollande. En una columna de opinión pidieron poner fin al “ataque constante contra Hollande”. Por el momento, el artículo no ha logrado calmar la agitación en el partido.

Traducido por Francisco de Zárate

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