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Una sala de espera no es un hogar. Un albergue, tampoco

Una persona sin hogar.

Hogar sí

Entidad de iniciativa social para conseguir que ninguna persona viva en la calle —

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Esta semana, gracias a la denuncia de un sindicato de trabajadores de seguridad privada, hemos conocido que el Hospital 12 de Octubre de Madrid ha establecido un sistema discriminatorio para el control de acceso a la sala de espera de urgencias de dicho centro, bajo el pretexto de impedir que personas en situación de sinhogarismo pernocten en esta sala, ya que al parecer esto genera molestias y reduce el espacio disponible para pacientes y familiares.

Sin la menor duda, las urgencias de un hospital no son el lugar adecuado para pernoctar. Como tampoco lo son los bancos de la calle, las aceras, los portales o los cajeros de nuestras ciudades, donde más de 8.000 personas se ven cada día obligadas a pasar las noches expuestas no solo al frío y otras inclemencias meteorológicas, sino también a la violencia y otros delitos motivados por el odio. Solo hace falta revisar la hemeroteca de las últimas semanas para poder localizar varias muertes de personas sin hogar en distintas ciudades de nuestro país.

Del mismo modo, creemos que los albergues no son una solución al problema del sinhogarismo, es imposible considerarlos un hogar, y son solamente una respuesta temporal que no facilita ni construir ni reconstruir proyecto vital alguno. Estos recursos de alojamiento colectivo deberían ser una respuesta de emergencia, pero lamentablemente hoy en día continúan siendo la columna vertebral del sistema de respuesta al sinhogarismo en nuestro país. A pesar de la evidencia recogida en múltiples países de Europa, donde los programas basados en vivienda se han demostrado eficaces en dar una solución a un fenómeno que tiene un carácter estructural y que requiere de medidas que vayan más allá de su mera gestión.

La respuesta al sinhogarismo es una responsabilidad compartida por las administraciones en todos sus niveles, desde la local pasando por la regional y la estatal hasta llegar a la europea. Las administraciones implicadas en este caso concreto (Ayuntamiento de Madrid, Comunidad de Madrid y Gobierno Central) cuentan con estrategias y planes específicos sobre sinhogarismo que deben ejecutar, desarrollar y dotar suficientemente. A ellas esperamos que más pronto que tarde se una la Unión Europea ya que hace escasas semanas en el Parlamento Europeo se debatía sobre sinhogarismo y Housing First y tanto eurodiputados como el propio Comisario reconocían que era necesaria una respuesta integral en el conjunto de la UE.

Volviendo de nuevo al caso de este hospital, nos preocupa el claro mecanismo de discriminación que opera detrás de dicha actuación y el peligroso precedente que establece abriendo diversas preguntas: ¿Cuál va a ser el criterio para decidir si alguien está en situación de sinhogarismo y por tanto se decide que no puede acceder? ¿Cómo podemos garantizar que todas las personas reciben la atención sanitaria necesaria y a la que tienen derecho? En el caso de que se produzcan consecuencias por negar la entrada a un centro sanitario público bajo premisas y prejuicios aporofóbicos, ¿quién asume la responsabilidad? Y en este sentido, ¿cómo sabemos que estas prácticas no se extenderán a otros servicios públicos donde se considere que las personas sin hogar molestan?

La solución a una problemática que se genera por una tremenda vulneración de derechos de las personas que se encuentran en situación de sinhogarismo, no puede ser la profundización en este tipo de mecanismos discriminatorios que solo aumentan la exclusión que sufren de muchos servicios públicos y en concreto del sistema sanitario. Un amplio porcentaje de personas sin hogar tienen en su vida cotidiana dificultades para acceder a los servicios de salud debido a trabas administrativas como la falta de empadronamiento que provoca que no tengan una tarjeta sanitaria. Si a estos obstáculos burocráticos les sumamos mecanismos discriminatorios como este control de accesos, ¿de qué nos sorprendemos cuando estas personas rechazan acudir a los recursos de un sistema que constantemente les está enseñando la puerta de salida? ¿Seguiremos culpando a quienes además de ver vulnerados sus derechos son señalados y discriminados?

En HOGAR SÍ, tenemos la certeza de que la calle mata, porque los estudios muestran que la esperanza de vida de las personas sin hogar es entre 20 y 30 años menor que la del resto de la población. Porque cada 6 días, una persona sin hogar muere en la calle y porque durante nuestros más de 20 años de trabajo hemos sido y seguimos siendo testigos de los efectos que tiene en los seres humanos carecer de un hogar. En definitiva, el sinhogarismo es una vulneración de derechos que comienza con la vivienda pero que va mucho más allá y afecta al empleo, a la seguridad y, por supuesto, a la salud. Este fenómeno requiere de soluciones integrales y desde luego no puede ser un motivo para que, desde los servicios públicos, se barra bajo la alfombra con prácticas discriminatorias como las que denuncian los trabajadores de seguridad del hospital 12 de Octubre y a quienes agradecemos que hayan levantado la voz ante esta situación.

*HOGAR SÍ, antes conocida como Fundación RAIS, es una entidad de iniciativa social, no lucrativa, independiente y plural, de ámbito estatal, creada en 1998. HOGAR SÍ existe para conseguir que ninguna persona viva en la calle

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