Un paseo por Brujas, la ciudad que salió de un cuento

Atardecer en Brujas.

Roberto Ruiz

Brujas tiene la capacidad de dejar sin palabras a quien la visita por primera vez. No parece real. Se asemeja demasiado a esas ciudades de cuento que tenemos guardadas en algún rincón de nuestra mente, de cuando imaginamos lugares de otra época, como para tratarse de una ciudad del siglo XXI. Es demasiado bonita. Demasiado perfecta. Pero no, sus calles, sus plazas y sus edificios no son parte de un decorado, sino de una ciudad actual. Una Brujas viva, moderna y llena de actividad, que conserva un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y a la que sin lugar a dudas hay que dedicarle una visita al menos una vez en la vida.

Brujas está rodeada y atravesada por canales, espejos en los que se miran sus edificios de piedra y ladrillo. Su ubicación estratégica y su conexión con el mar hizo que durante el bajo medievo la ciudad se convirtiera en un vibrante puerto comercial internacional. Fue de hecho una de las ciudades más importantes de la liga hanseática que conectó el comercio del norte de Europa entre los siglos XIII y XV y, además, la presencia de los Condes de Borgoña, que tenían su residencia en la ciudad, hizo que Brujas se convirtiera en un importante centro cultural y que viviese un auténtico Siglo de Oro durante el siglo XV. Tanto que pintores considerados los grandes primitivos flamencos, como Jan van Eyck y Hans Memling, encontraron aquí su fuente de creatividad. 

Todo esto, que quizá te interese o quizá no, es fundamental para comprender la Brujas que vamos a encontrar hoy. Un poco de historia que hemos de tener muy en cuenta cuando caminemos por la ciudad porque gran parte de su esplendor es legado de aquella época gloriosa.

Los rincones imprescindibles de tu primer paseo por Brujas

Elige un calzado cómodo porque nos vamos a dar un buen paseo por Brujas. La ciudad está plagada de lugares llenos de encanto, pero nos vamos a centrar en su casco medieval, que por suerte se mantuvo intacto tras dos guerras mundiales. 

Para empezar, puede tomar como referencia la Plaza Burg, que es el alma de Brujas. Es de una riqueza monumental descomunal y desde hace siglos ha sido el centro de poder de la ciudad, donde se sitúa su ayuntamiento de estilo gótico del siglo XIV y donde también verás la Basílica de la Santa Sangre, el Franconato de Brujas y el Presbostazgo. Después, para deleitarte con uno de los lugares más bonitos y más fotografiados de Brujas deberás acercarte a Rozenhoedkaai, que es el Muelle del Rosario, pues es lo que se vendía aquí en su día. La belleza de los edificios y los árboles junto al canal crea un ambiente bucólico en el que como te descuides se te pueden pasar las horas. En este punto ya serás consciente de la importancia que los canales tienen en Brujas. Que hacen de arterias de la ciudad. Si los sigues callejeando a pie darás con algún jardín o alguna plaza secreta, y con algún que otro puentecito lleno de romanticismo si los recorres en barca.

Esa gran torre campanario que verás asomar por todos lados desde que pusiste tus pies en Brujas es el O.L.V.-kerk Museum, o lo que es lo mismo, el Museo Iglesia de Nuestra Señora. No es casualidad que llame tanto la atención pues con sus 115,5 metros es la segunda torre de iglesia y de ladrillo más alta del mundo. En su interior vas a ver cuadros, panteones con frescos y los mausoleos de María de Borgoña y Carlos el Temerario de los siglos XV y XVI, pero lo que sin duda más llamará tu atención será la Maddonna de Brujas de Miguel Ángel, una de las obras maestras más valiosas que encontrarás en la ciudad.

Otro de los puntos neurálgicos de Brujas es su Plaza Mayor, o Markt. Verás que está presidida por un gran campanario de 83 metros de altura, y así lleva siendo durante siglos. En la plaza podrás admirar la imponente Corte Provincial y, si te animas a subir al campanario, la recompensa será una de las panorámicas más bonitas y espectaculares que podrás tener sobre la ciudad.

Con estas referencias fichadas en el mapa ya tienes lo necesario para empezar a recorrer Brujas a tu aire. Y si es sin rumbo fijo, mejor. Pero para seguir deleitándote con algunos de los rincones más bonitos de la ciudad asegúrate de pasar por lugares como la Plaza del mercado de los huevos, o Eiermarkt, la Plaza de Eleonora Verbeke, las calles de Ezelstraat y Balstraat, así como la Plaza de los Capuchinos, las Casas de Caridad de Godshuizen o la Plaza de Jan van Eyck. Y hablando de pintores flamencos, si quieres disfrutar de las obras tanto de Eyck como de Memling, no dejes de ir entonces a lugares como el Museo Groeninge, el Hospital de San Juan, la Catedral de San Salvador y la propia Iglesia de Nuestra Señora.

Pero eso sí, si lo que buscas es conocer los mejores museos de la ciudad, lo que no te puedes perder es Musea Brugge, un total de 13 museos en los que se revive la historia de Brujas y que cuenta con una colección de 75.000 objetos, 60 de ellos reconocidos obras maestras, en la que tiene cabida todo lo acontecido desde los primitivos flamencos hasta el arte contemporáneo. 

Y unas fábricas de cerveza para completar

Como seguro que sabes, en toda Bélgica la cerveza es una auténtica cultura. No hay municipio que no quiera tener su propia cerveza y Brujas, evidentemente, no iba a ser menos, por lo que cuenta con varias cervezas de elaboración local. Tanto si te gusta la cerveza como si no, puede resultar muy interesante visitar alguna de sus fábricas. Y si te animas no te resultará difícil, pues en el casco histórico de la ciudad se encuentran las fábricas de cerveza de De Halve Maan y de Bourgogne des Flandres. Un poco más allá, a las afueras del centro, tienes la de Fort Lapin, que es una fábrica de cerveza artesanal. Y si quieres zambullirte ya por completo en el mundo de la cerveza, en la plaza de Markt de Brujas encontrarás la Bruges Beer Experience, que permite conocer todo lo relacionado con esta bebida, su cultura y su elaboración de forma interactiva.

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