El Castillo de Himeji, la 'Garza Blanca' de Japón

El Castillo de Himeji, en Japón.

Roberto Ruiz

El Japón del siglo XXI nos habla de futuro, de alta tecnología, electrónica vanguardista, comunicaciones y avances que parecen sacados de una película de ciencia ficción. Pero hubo otro tiempo, hace 400 años, en el que los señores feudales demostraban su poder y defendían su territorio con enormes castillos. Y este, el de Himeji, es probablemente el más famoso y más bonito de todo Japón. 

A tres horas en tren desde Tokio y a 45 minutos de Kioto se encuentra Himeji, una pequeña ciudad que bien podría pasar desapercibida en el mapa si no fuera por su castillo. Junto a los castillos de Matsumoto y Kumamoto, el de Himeji es uno de los más importantes del país nipón, y para muchos, además, es con diferencia el más hermoso de todos. Tanto que es conocido como ‘el Castillo de la Garza Blanca’, o Hakuro-jo, porque según la tradición recuerda a una garza a punto de emprender el vuelo. 

Su silueta impone. Por su tamaño y su armonía. Fue construido a mediados del siglo XIV pero con sus siete plantas, seis elevadas y una subterránea, sigue siendo a día de hoy el edificio de madera más alto de Japón. Su fachada está recubierta por yeso blanco, de ahí su color resplandeciente, y aunque a lo largo de los años haya pasado por múltiples restauraciones puede presumir de mantener su estructura original intacta pues no ha habido incendios, terremotos o guerras que hayan podido con él. Y eso, en Japón, es todo un logro para un edificio de su edad y delicadeza, por lo que es considerado Patrimonio de la Humanidad, Tesoro Nacional y Patrimonio Mundial Cultural.

Durante la II Guerra Mundial la ciudad de Himeji fue arrasada, pero el castillo siempre se mantuvo en pie, rodeado e incluso atravesado por bombas que nunca llegaron a estallar. Y ahí sigue, como todo un símbolo de autoridad y poder feudal, levantándose en medio de la llanura, majestuoso, esperando a que lo visites en tu próximo viaje a Japón. 

La belleza de un castillo laberíntico

Una de las particularidades del castillo de Himeji es su fácil acceso, al menos hasta que entramos en él, por lo que se hace muy agradable caminar por sus alrededores. Conforme nos acercamos a su recinto empezamos a descubrir enormes muros de piedra en pendiente, profundos fosos y firmes puertas de madera, auténticas obras de arte. Es una fortaleza defensiva, por lo que cuenta con multitud de aspilleras por las que en otro tiempo se disparó y se arrojaron flechas, piedras, aceite caliente y todo lo necesario que ayudara a repeler al enemigo. De hecho, su estructura interior es realmente compleja, laberíntica y llena de puertas, pasadizos y cuartos secretos para permitir la mejor defensa posible en caso de ataque. 

Entrar en el castillo de Himeji es sumergirse de lleno en el periodo Edo, la época feudal japonesa que duró de 1603 a 1868, y que aisló al país del resto del mundo durante más de 260 años. Una vez atravesada su puerta principal avanzaremos pasando por diferentes líneas de muralla entre las que encontraremos diferentes explanadas que si en su día fueron defensivas hoy resultan perfectas para hacer las primeras fotos y admirar la belleza del castillo. A nuestro paso también iremos dejando diferentes pozos, como el de Ikiku, que es uno de los 11 pozos, de los 33 que hubo en su origen, para asegurar el agua potable dentro del recinto. 

Una vez en el interior del edificio principal pasaremos a estar rodeados de madera centenaria. Iremos pasando por grandes salas, vacías desde la reforma que tuvo lugar en 2015, y los espacios se irán reduciendo cada vez más hasta que empecemos a subir, piso a piso y por escaleras cada vez más estrechas y empinadas. Llegaremos hasta lo más alto de la torre principal, a 46 metros del suelo, desde donde tendremos unas espectaculares vistas de los alrededores del castillo y toda la ciudad.

Visitar el castillo de Himeji nos puede llevar entre dos y tres horas, las entradas han de comprarse en la puerta, ya que no hay venta online, y hay que tener en cuenta que los aforos son limitados. Además, es altamente recomendable acercarse a disfrutarlo de noche para contemplar el castillo completamente iluminado. Si quieres organizar tu visita con más detalle siempre puedes echar un ojo a la Web oficial del Castillo de Himeji.

Un paseo por los alrededores del castillo de Himeji

Tras visitar el castillo de Himeji quizá quieras hacer algo más, así que te vamos a proponer dos opciones que pueden ser muy interesantes: el jardín Koko-en y el templo de Shoshazan Engyoji.

El jardín Koko-en se encuentra al oeste del castillo y se puede comprar una entrada conjunta para entrar en los dos espacios. Koko-en destaca por lucir la belleza característica del genuino jardín japonés, por lo que se vuelve una visita agradable y relajante. Tiene una superficie de 3,5 hectáreas y en total reúne nueve jardines, entre los que destacan la residencia Oyashiji, con su estanque incluído; un jardín para degustar el té y estancias de estilo Sukiya-zukuri dedicadas al disfrute estético de la ceremonia del té. La atmósfera de la época Edo es auténtica y cautivadora, por lo que parecerá que nos hemos trasladado de pronto al Japón medieval. 

Por su lado, el templo de Shoshazan Engyoji se encuentra en el monte Shosha, al que subiremos en un teleférico desde el que se divisa toda la ciudad. La historia nos cuenta que en el año 966 el maestro budista Shoku erigió aquí este templo del budismo Tendai y, más recientemente, que esta montaña ha sido escenario de series y películas, como por ejemplo El último samurai protagonizada por Tom Cruise.

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