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Pesadilla en Moncloa street

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

Antón Losada

Le hiela a uno el corazón solo imaginar al sufrido Pedro Sánchez desvelado, dando vueltas sobre su ya legendario colchón de Moncloa mientras Carmen Calvo e Iván Redondo le entretienen glosando su liderazgo, resistiéndose heroicamente a quedarse dormido y permitir así que Pablo Krueger penetre en sus sueños y desgarre la hucha de las pensiones con su guantelete de cuchillas afiladas. Para tener la “scary movie” de la década solo faltan la Niña de Rajoy, haciendo pintadas obscenas en las paredes y vomitando en los pasillos de Moncloa como la niña del Exorcista, y el dóberman de González y Guerra, acechando en los jardines del palacio presidencial como el perro de los Baskerville.

Los socialistas han decidido empezar la precampaña calcando el discurso de Mariano Rajoy en 2015 y 2016: Podemos es la amenaza fantasma. Los morados han entrado al trapo y al reproche. El resultado es un circo parecido al que montaron con la investidura. Ni socialistas ni morados han conseguido imponer su relato de culpabilización del otro de una manera claramente mayoritaria, ni siquiera entre los suyos. Si no lo han logrado a estas alturas, no parece probable que vayan a conseguirlo en el mes y medio que falta para el 10N. Seguir peleando por ese relato se antoja un esfuerzo inútil y extenuante para sus electores.

El votante de izquierdas ya ha emitido su veredicto y las cargas se reparten; cada uno ha elegido ya a su culpable y ni todo el marketing del mundo le hará cambiar. Más les valdría a PSOE y Unidas Podemos concentrarse en gestionar el verdadero problema que les espera en noviembre: sus votantes están mucho más decepcionados, enfadados y desmotivados que los electores de la derecha. Pelearse en público como un matrimonio, al cual ya ni une la hipoteca ni contiene la educación cristiana, solo puede empeorar esa negatividad. La llegada de Íñigo Errejón solo servirá para convertir a la izquierda en un circo de tres pistas.

Las primeras encuestas hechas y publicadas tras la confirmación de la repetición electoral subrayan dos tendencias bastante claras. La primera apunta que socialistas y populares mejorarían sus resultados pero en proporciones bien diferentes: por cada escaño que gana el PSOE, el PP recupera dos. La segunda tendencia indica que la abstención, a día de hoy, va a castigar más severamente a la izquierda que a la derecha. Ignorar estas señales sí que puede acabar en un película de terror, pero de las que dan miedo de verdad.

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