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Racismo pasivo

Marta Caparrós

Primera década de los 2000. Periódicos, televisiones y radios llenan portadas y titulares de noticias sobre perros que muerden a personas. Parecía insólito. Meses más tarde, una ordenanza municipal del Ayuntamiento de Madrid regulaba la tenencia de animales domésticos. El seguro de responsabilidad civil se hacía obligatorio.

Pues ahora ocurre lo mismo con la inmigración. Desde que murieran 15 subsaharianos en El Tarajal, algunos medios de comunicación parecen querer hacernos creer que estamos ante “olas masivas” y “asaltos históricos”. Pero no. Los intentos de entrada a nuestro país llevan ocurriendo décadas y, de hecho, los datos muestran un importante descenso desde que comenzó la crisis: ahora llegan un 90% menos de inmigrantes que en 2005, según el Ministerio del Interior. Sin embargo, ciertos medios de comunicación se empeñan en escribir historias sobre inmigrantes que llegaron en patera, saltando la valla de Melilla o ambas. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Señores millonarios, élites políticas y económicas, redactores y becarios: estas historias merecían un espacio mucho antes de lo ocurrido en Ceuta.

Leía el otro día un reportaje publicado en El País sobre dos inmigrantes que llegaron a España hace años. Uno de ellos hacía referencia a un término que nunca antes había oído nombrar y que me parece de lo más acertado: Racismo pasivo. El tan sabio refranero español tiene siempre algo que decir y recordemos que, desde hace años, nos viene avisando: “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Así, la ignorancia a un tema tan importante como la falta de recursos y la insuficiente inversión en Cooperación para el Desarrollo se convierten en un cóctel explosivo para el futuro de miles de personas. Una inversión que ha ido disminuyendo, año tras año, en los Presupuestos Generales del Estado: entre 2007 y 2012 se redujo el presupuesto en un 67%.

Volvamos al término en sí. Racismo pasivo. Es racismo pasivo obviar el tema en la agenda mediática hasta que se convierte en la noticia del día o de la semana, o de lo que podamos estirarla. Es racismo pasivo mirar a otro lado cuando miles de personas tienen que emigrar a Europa porque su país no les ofrece otra posibilidad digna. Es racismo pasivo hacer oídos sordos a cada intento de entrada en España, a cada llamada de auxilio, a cada una de las historias de superación. El racismo pasivo está en cualquier parte. También en todos los que no nos consideramos racistas y, en algún momento, hemos desviado una mirada. En ese instante, tu indiferencia te ha hecho tomar parte. Piénsalo.

Los medios de comunicación y los periodistas deberíamos ser más cautos a la hora de titular. “30.000 inmigrantes aguardan en Marruecos para saltar a Ceuta y Melilla”, rezaba la portada de El País el 17 de febrero. Sentencias como esa, sobre la cantidad de personas que están a la espera de entrar en España, no hacen bien a nadie. No hace ningún bien suscribir las palabras de un Gobierno que ofrece realidad a medias, que comparece para aclarar lo ocurrido en Ceuta y muestra sólo las imágenes de unos subsaharianos lanzando piedras contra el vallado. No hacen bien a nadie porque enmarcan erróneamente la realidad, algo que se demuestra en el baile de cifras de los días posteriores. ¿Son 30.000, 40.000, 80.000 o toda África? Y esto ocurre, reitero, cuando los datos cuentan realidades totalmente diferentes. ¿Por qué? ¿Quién es el interesado?

No hacen bien a nadie, decía, porque confunden. Todavía hay gente que piensa que los inmigrantes nos quitan el trabajo, mientras la tasa de paro entre los extranjeros dobla la de los españoles. Todavía hay gente que piensa que colapsan la sanidad pública, cuando suponen el 10% de afiliados a la Seguridad Social y tan solo un 5% del gasto sanitario, según datos de 2011. Todavía hay gente que piensa que la inseguridad la crean los de fuera, “los otros” (Edward Said, 1978), o que ralentizan el proceso educativo de los niños nacidos en España. Y la posibilidad de desmontar esos mitos es nuestra, de los que tenemos vías masivas de difusión, y también vuestra, de los que escucháis a vecinos, hermanos, amigos y jefes hablar desde el desconocimiento y no desmentís sus palabras. También es racismo hacer noticias sólo de informaciones que pueden ser recibidas como negativas. Los medios de comunicación tenemos, en ese aspecto, una importante responsabilidad.

¿Se acuerdan de los perros? Parecía insólito pero no lo era. Me pregunto qué ley quieren vendernos ahora.

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