Votemos para frenar el avance de un discurso reaccionario y excluyente
Un día ves que la extrema derecha deja de asustar y eso asusta. Por eso pienso que, con un 40% de “indecisos”, en estas elecciones puede pasar de todo. Qué nos habrá pasado cuando el discurso más reaccionario cotiza al alza en las encuestas, llena mítines o cuando el PP y Ciudadanos, que se definen como de centro o centroderecha, montan gobiernos con el apoyo ultra. Lo hemos visto en Andalucía.
Se asume como algo cotidiano apoyar o aliarse con partidos que hablan en sus actos de derogar las leyes de violencia de género, de 'feminazis', de deportar a inmigrantes, cerrar medios de comunicación o suprimir la Ley de Memoria Histórica, porque es obra de la izquierda que provocó la Guerra Civil. Semejantes ataques a la línea de flotación de nuestra convivencia se pasan por alto cuando el deseo es alcanzar el poder.
No son solo barbaridades que se relativizan, que se asumen como algo más del panorama, sino que han servido de catalizador. Difícilmente el discurso del PP o de Ciudadanos habría sido tan duro en esta campaña sin Vox elevando el listón de las insidias. En la sociedad también cala. No sale gratis esa oratoria contra los derechos de las mujeres, los inmigrantes, las víctimas de la guerra o el periodismo, porque ese discurso penetra en determinados sectores de la población.
Hay quien traga con esa extrema derecha que va de patriota, pero se fundó con dinero iraní. Que con fondos de Irán financió actos electorales. Hay que oírles decir que quitarían las comunidades autónomas, después de que su líder cobrara más que el presidente del Gobierno en cargos a dedo pagados con dinero público de la Comunidad de Madrid. Hablan de recuperar la mili, pero su amado candidato y novio de la muerte no hizo el servicio militar. Un currante que ha vivido y vivirá de la política.
Ojo con permanecer impasibles ante el discurso de la extrema derecha. Asumir, relativizar es un punto débil de esta sociedad que va a toda prisa y parece que olvida. Lo hemos visto en otras parcelas, como los casos de corrupción. Antes se valoraban como auténticos escándalos, pero ahora ya no cotizan ni en los debates de candidatos. Y no es porque los chorizos hayan sido ya juzgados y vencido sus deudas. No. La mayor parte están de rositas, pero parece que la sentencia es que el tiempo lo cura todo y al personal ya no le conmueve.
Así que cuidado cuando se relativiza, se asume y se permanece impasible ante el avance de la ideología reaccionaria. Ha costado mucho conquistar unos cuantos derechos y, cuando se pierden, puede costar mucho más reconquistarlos. Esa es la reconquista que está en juego el domingo. Por eso, a la extrema derecha y a los caraduras siempre hay que plantarles cara.
