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Las dos almas de Podemos que votarán no a Pedro Sánchez

Ana R. Cañil

“El lunes, 7 de marzo, Pedro Sánchez llamará a Pablo Iglesias y entonces comenzará la verdadera negociación para formar Gobierno, un gobierno de progreso formado por PSOE, Podemos y las demás fuerzas de la izquierda (IU, Compromís). Que no os engañen, amigos, el problema no es la consulta a Cataluña, el problema del acuerdo entre PSOE y Ciudadanos son las políticas laborales, las políticas fiscales que han pactado.” Las frases, en un tono mesurado, intimista y casi hasta dolido, las lanzaba el jueves, 27 de febrero, Iñigo Errejón, a última hora de la tarde en la barriada madrileña de San Blas-Canillejas.

Lo hacía ante un grupo de entregados militantes y simpatizantes, acompañado por la portavoz adjunta y poderosa Irene Montero y por Rafael Mayoral, secretario de Relaciones con la Sociedad Civil de Podemos. Con el ánimo algo maltrecho -solo había pasado un día tras el pacto PSOE-Ciudadanos- el trio decidió trasladarse desde los pasillos del Congreso al Círculo de San Blas-Canillejas. Un baño de realidad -decían ellos- como una terapia sana después de tanto encierro pactista, declaración arriba, declaración abajo. También era una fórmula para aliviar la sofoquina que se llevaron con el contenido del pacto, una vez comprendido que Sánchez les había puesto los cuernos muy en serio con Albert Rivera y con un contrato de matrimonio imposible de compartir.

Sin atrezzo ni tribuna, sin el logo del Congreso de los Diputados a la espalda, sin los flashes y sin una veintena de periodistas delante, Errejón desgranó lo que iba a pasar esta semana. La sala no era grande, la entrega de los presentes era obvia -bastante gente de mediana edad- y el clima comprensivo y acogedor daba pie a los ataques de sinceridad.

“El lunes siguiente a la investidura fallida -el 7 de marzo-, nos estarán llamando para volver a empezar a negociar, porque votaremos no en la primera y segunda vuelta. No saldrá la investidura de Pedro Sánchez a no ser que el PP se abstenga”. Los socialistas “han sido deshonestos, negociaban una cosa en una habitación y otra distinta en la otra”. Pero pese a todo “no hay que tener miedo. Esto no nos aboca a otras elecciones, no queremos otras elecciones. El mayor problema que tiene este país no es la formación de Gobierno, sino que un tercio de la población está al borde de la pobreza; rechazamos ese acuerdo porque hay que evitar que los pobres sigan siendo pobres, que los jóvenes emigren”.

“Creen que a Podemos pueden ofrecerle cualquier cosa, porque no nos vamos a atrever. Pero siempre nos atrevemos, como aquel día en que convocamos a la gente a la Puerta del Sol y se llenó. No vamos a ser rehenes de un pacto”. Así, frase tras frase, sin prisa, Errejón expuso lo que van a hacer esta semana. La cara de niño que tanto le cansa que le recuerden ya tiene ojeras y su expresión madura a marchas forzadas. No quieren elecciones, pero que no les reten. Con todo, ni una puerta cerró, salvo la del no a la investidura de Sánchez esta semana.

La prudencia del número dos contrastaba con la marcha y el impulso de la estrella ascendente, su portavoz adjunta, la número cuatro del partido pero que de facto en muchas ocasiones ejerce de número dos por el poder que le otorga ser la jefa de Gabinete del gran líder, Pablo Iglesias. A sus 27 años, lista y rápida como una ardilla, Montero se puede lesionar por alguna caída ante la velocidad con la que salta de un pino a otro para atrapar los piñones de mejor calidad. En San Blas, al lado de Errejón y de su iniciador en Podemos, Rafa Mayoral, estaba muy enfadada con Pedro Sánchez. “Así no Pedro. Con nosotros, así no”.

Montero está convencida de que fue quien echó a Rajoy de la carrera presidencial para formar Gobierno. “Cuando nosotros presentamos nuestra propuesta de coalición de Gobierno de progreso, el PP se quedó aislado y Rajoy tuvo que decir que se iba. El PSOE ha devuelto al PP a la escena política con el acuerdo con Ciudadanos. Así no Pedro, con nosotros no”. Es decir, la jefa de Gabinete de Iglesias aún cree –o eso transmitió a los presentes- que Rajoy declinó el ofrecimiento del rey de formar Gobierno porque ellos, cuatro horas antes, le habían hecho ya la lista a Pedro Sánchez. Gobierno en el que Montero ocuparía o el cargo de vicepresidenta –ya lo anunció Iglesias en campaña- o el de ministra de Educación, su pasión según confiesan algunos de sus amigos.

Ya sea por ingenuidad o por astucia, la portavoz adjunta pasó por alto todas las informaciones que han desvelado que Rajoy tenía decidido declinar el ofrecimiento del rey ya antes de que ella y los suyos se presentaran en el Congreso con la lista de ministerios que exigían para gobernar con los socialistas. También dejó de manifiesto las dos velocidades a las que camina la formación morada. La de Errejón, pasito a pasito pero firme; la de Montero, a toda pastilla, como corresponde a una joven pragmática. Tiene tanta prisa por cubrir todos los frentes que teme sus olvidos. Hasta pidió a los presentes que “nos recordéis que estáis aquí, detrás de nosotros. Tirarnos de las orejas si hace falta”. Porque el oficio de señorías-diputados es tan denso que “a veces quedamos sepultados bajo tantos papeles que no nos da tiempo a leerlos”.

“Algunos sí que los leemos todos” la interrumpió Errejón rapidamente, ante la sonrisa neutral de Rafael Mayoral, el abogado y dirigente de la PAH (procedente del PCE) que ejerció de telonero en el acto y que en este caso, representaba al mediador entre las dos almas que se adivinan en la formación morada, la del empollón, estratega y reflexivo Errejón y la de la impulsiva e imparable Irene Montero.

Puede que a partir del lunes 7 de marzo estas dos almas se separen, busquen las diferencias y las exigencias para sentarse con los socialistas o para volver a calentar las plazas en una campaña previa a las elecciones, pero lo que es seguro es que esta semana, la de la presunta investidura de Pedro Sánchez, caminarán de la mano. Por ahora.

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