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¿Por qué se embarra el terreno político?

Pedro Sánchez en un acto de campaña en Tenerife.

José Miguel Contreras

La derecha sabe que una de las mayores debilidades de la izquierda española es la fragilidad de parte de su electorado que, ante la más mínima brisa en contra, se abandona a no votar. En las elecciones andaluzas, tanto el PSOE como Podemos, como consecuencia de sus manifiestos errores, provocaron la marcha a la abstención de cientos de miles de sus votantes. En estas elecciones, la derecha sólo puede conseguir la mayoría si se produce una abstención significativa en ese voto progresista al que no le gusta mancharse el calzado cuando caen dos gotas de agua y puede haber algo de barro en el suelo.

El País abría el sábado la portada con este encabezamiento: “La campaña electoral se embarra en su primer día”. Informaciones similares pueden encontrarse en diferentes medios y basta con ver un rato cualquier programa de actualidad política en televisión para corroborar la situación que vivimos. La oposición conservadora ha decidido subir a tope la estrategia de acoso y derribo de la figura de Pedro Sánchez. Embarrar el terreno de juego parece la única táctica posible para obtener rédito inmediato, teniendo en cuenta que estamos demasiado cerca de las elecciones. Hay diversos factores coyunturales que contribuyen a la agudización del fenómeno:

  • Lo apretado de las encuestas. Las tres derechas se encuentran a un paso de conseguir la mayoría absoluta. Todas los sondeos coinciden en que apenas les falta un pequeño impulso para alcanzarla. Su tendencia en las últimas semanas ha sido ligeramente a la baja y necesitan recuperar el espacio perdido con la máxima urgencia.
  • La fragmentación de la derecha. En estos últimos años, la izquierda ha sufrido una división interna del voto tras la eclosión de Podemos que le ha restado posibilidades en la contienda electoral. El Senado en la última legislatura ha sido clave para la obstaculización de cualquier proceso legislativo. El PP tenía mayoría absoluta como consecuencia del monopolio del voto conservador en 2016. Ahora, la coincidencia de tres formaciones en espacios políticos similares traslada el problema también al territorio de la derecha.
  • El escaso desgaste del Gobierno. Pedro Sánchez apenas ha gobernado unos meses. Curiosamente, este factor tiene un lado favorable. Apenas ha sufrido desgaste. No ha dado tiempo. Lo habitual es que, tras una intensa legislatura, un presidente llegue muy castigado y con índices de popularidad muy por debajo de los que tenía al arrancar su mandato. No ocurre así en este caso. Todos los estudios demoscópicos califican a Pedro Sánchez como el líder político mejor valorado.
  • La evolución del conflicto catalán. Los líderes del procès están en prisión, sentados frente al Tribunal Supremo, o fugados fuera de España. La tensión política y social en Cataluña se encuentra bloqueada en un callejón sin salida hasta que, al menos, no finalice el juicio. Esta situación perjudica a quienes viven de alentar una tensión de la que suelen obtener ventaja electoral tanto dentro como fuera de Cataluña. Este período tiene poco que ver con lo vivido en los meses de septiembre y octubre de 2017. Sin embargo, si escuchamos el tono empleado por los líderes de la derecha parece ser que la situación es cercana a la hecatombe.
  • El alejamiento de la presencia de la corrupción. Es curioso, como el asunto de la corrupción no existe en la discusión de la derecha. Vox ataca y daña al PP llamándole “derechita cobarde”. Ciudadanos insiste en que el PP formalice públicamente un pacto de gobierno tras las elecciones y critica, como mucho, su responsabilidad como copartícipe del obsoleto bipartidismo. Pero, curiosamente, nunca aparece crítica alguna sobre la corrupción.
  • La marcha de la economía. Al PP, le resultó muy efectivo el discurso de culpabilizar a Zapatero de la crisis económica surgida en 2008. Consiguieron extender el mensaje de la supuesta inoperancia de la izquierda para manejar la economía. Cuando la situación económica internacional fue reconduciéndose, el PP no dudó en atribuirse la recuperación que en España agravó sensiblemente la desigualdad. La situación actual presenta un panorama con evidentes amenazas de futuro, pero con una realidad que permite al gobierno de Sánchez presentar unas buenas cifras económicas y un demostrado esfuerzo por recuperar derechos sociales perdidos durante la crisis. El debate económico en esta campaña no favorece a la derecha.
  • La presión que supone Vox. La irrupción de Vox ha elevado extraordinariamente el nivel del discurso anti-izquierda. Para el votante que siente aversión por todo aquello que empieza en la frontera del centro izquierda, la llegada de Vox ha supuesto un reforzamiento de sus ideales. PP y Ciudadanos se ven obligados a subir el tono de sus declaraciones día a día para evitar la huida de sus votantes hacia una opción que tiene un impulso vigorizante basado en la firmeza y la contundencia.
  • La falta de fuerza de Pablo Casado. Al nuevo líder del PP, es evidente que estas elecciones le han llegado demasiado pronto. No ha tenido tiempo alguno para conformar su perfil público. Resulta muy complicado articular un discurso de peso sin una mínima trayectoria que le acredite. La respuesta ha sido la de aumentar al máximo su presencia pública. Es decir, suplir calidad por cantidad. Todo el mundo conoce ya a Pablo Casado. Lo que no se ha conseguido aún es dotarle de una personalidad política sólida que afiance su liderazgo.
  • La discutible estrategia de Ciudadanos. Quién propusiera originalmente en Ciudadanos la idea del cordón sanitario hacia el PSOE para apostar por liderar la derecha, debe pasar noches sin dormir. Habrá que esperar al 28 de abril, pero de seguir la tendencia marcada por las encuestas, la jugada puede convertirse en uno de los mayores errores de gestión política conocido en los últimos años. La desesperación de las cifras lleva al partido de Rivera a agriar cada día más su discurso hacia un territorio donde, por mucho que se empeñe, tanto el PP como Vox siempre le llevarán la delantera.

El próximo día 28, antes de conocer los resultados de las elecciones, no será difícil adivinar lo que vaya a ocurrir. Bastará con que veas si han ido a votar los que en otras ocasiones ya se han quedado en casa quejándose. Quejándose de todo.

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