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La estrella inesperada de la cuarentena

Toma de Posesión de Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid

Gabriela Wiener

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Un fenómeno sociológico completamente desconocido hasta que empezó la pandemia y aún no lo suficientemente estudiado es el de la “estrella inesperada de la cuarentena”. Dícese del personaje, empresa, entidad o lo que sea, que ha visto aumentar su imagen, marca, actividad, producción y ganancias gracias a las nuevas condiciones de confinamiento, es decir, mientras todo se va al garete y el resto de sujetos más bien ve decrecer todo lo anterior al mismo ritmo trepidante. De todos los existentes, podríamos hablar, según el ojo con que se mire, de los casos que revelan valores en alza como la visión y la oportunidad, hasta nefastos como el oportunismo y el aprovechamiento ante la desgracia colectiva, sin dejar de considerar el factor de lo inesperado, la suerte y el azar.

Entre las estrellas inesperadas de la cuarentena están, claro, el papel higiénico, el Dúo Dinámico, la aplicación Zoom, la chica que hace yoga para niños a la que acaban de ofrecer su propio programa de televisión, la monologuista que se vuelve TT, la tíabisabuela de 95 años de un actor famoso que hace directos en IG, el alcalde de Badalona, el poli de balcón que acusó al niño autista por pasear un rato, el chivato del curro que ayuda a la patronal a arrear a los compis hacia el redil para conseguir un ascenso… en fin, una gama muy variopinta y eso que solo he mencionado a las estrellas, a los que triunfan en el reality Pandemic y no a los aspirantes.

Hace unos días pensaba que la máxima estrella inesperada de la cuarentena en Madrid había sido Isabel Díaz Ayuso al haber logrado algo insólito: ponerse la medalla y que la aplaudan por un hospital de campaña construido contra el reloj para cubrir la demanda de camas que recortó su propio partido. O sea, si eso no es ser la p. ama, no sé. Luego vendrían tantas y tantas cosas más, como segmentos estelares en la tele para decir pachotadas olímpicas, misas en la Almudena, repartijas de bocatas, la Hora Loca en IFEMA, rostro de Inmaculada Concepción en la portada de El Mundo, el amago de salto con garrocha a la Fase 1 y otras iniciativas que la convirtieron en un automático icono macarra, sin duda un fulgurante lucero del pop al lado de los más predecibles ministros socialistas.

Pero lo de ayer, oh, lo de ayer, la trama hotelera, el apartamento de lujo para fines inexplicables, las adjudicaciones fantasmas, que están y ahora no están, y ahí, como siempre, los fondos buitres, el cohecho y el trapicheo. Casado, otra “cara nueva” como la de Ayuso, se retrataba, y de paso a su partido, en ese discurso en el que alaba la “tremenda generosidad” del hotelero, nada menos que desde el centro de operaciones de Ayuso en el Apart Hotel del hotelero y pidiendo bajar impuestos y ayudas al sector hotelero. Magia. Porque los empresarios corruptos son los Room Mate de los populares, conviven y se alimentan de sobornos.

Al cierre de esta columna se ha destapado que las mascarillas gratis que regala Ayuso con una sonrisa son tan basura como la comida que Ayuso le da a los niños en Madrid. Adjudicaciones y beneficios millonarios para sus socios ricos. Ático con vistas al Palacio Real para el cargo público. Pizzas para los pobres. Mascarillas fake para la ciudadanía. Todo demasiado conocido. Demasiado esperable. Todo tan del Partido Popular que si este fuera un país con memoria no volverían a ser elegidos. Pero la memoria también se la cargaron, como las camas, como la vivienda, como la educación, como los derechos, para seguir ensanchando sus arcas y las de sus amigos. Así, la nueva estrella (in)esperada de la cuarentena es, me temo, esa vieja y apagada del PP, y se llama corrupción.

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