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El 'flat design' y los codos populares

El PP renueva su logo enmarcando sus siglas en un círculo, como hace Podemos

Jose A. Pérez Ledo

Al PP le han pillado robando y mintiendo, así que ha optado por cambiar de logotipo. Es, con mucho, la mayor medida regenerativa en la historia de este partido.

Alguien suspicaz podría preguntarse qué va a mejorar a partir de ahora. Por qué un partido que lleva birlando de manera más o menos descarada durante la friolera de seis logotipos va a dejar de hacerlo precisamente con éste. La clave nos la dio la siempre lúcida mente de Pablo Casado: todo radica en el flat design.

“Yo no me he querido meter en technicalities”, aseguró el conservador efebo demostrando que, además de planta, tiene idiomas, “pero este logotipo es verdad que va en la línea de Apple. Lo que Apple llama flat design”.

Resulta admirable la entrega con que el Partido Popular está luchando contra sus escándalos de corrupción. Cuando se supo que manejaban cash de dudosa procedencia desde el albor mismo de la democracia, ellos se quitaron la americana, que siempre da un look fresco y desenfadado, la clase de estilo que, como es sabido, solo las personas honradas exhiben. Luego, cuando las encuestas auparon a Podemos, los populares no dudaron un segundo en quitarse también la camisa y remangarse hasta la mitad aproximada del antebrazo.

Desde entonces, los populares se han ido remangando cada vez más, en una alocada competición por enseñar más brazo que los socialistas y los marxistas filogriegos. Se trata de demostrar que uno es más persona normal que los de enfrente, y esa virtud, hoy por hoy, radica en la zona del codo.

“¡Remangaos hasta que se os corte la circulación!”, debió de gritar Pedro Arriola por los pasillos de Génova, cual entrenador de gladiadores. “¡Si España quiere brazo, le daremos sobaco!”

De haber salido Tsipras triunfante de su pulso con los acreedores, el PP se habría visto obligado a dar un paso más allá y lanzarse sin red a las camisetas de algodón, tipo Varufakis, y quién sabe si también a las chanclas. No descartemos que, en los largos meses que restan hasta las generales, y en función de los datos que arrojen las encuestas, el PP se comprometa aún más con la transparencia en forma de bermudas. Dependerá, en buena medida, de lo que Pablo Iglesias y los suyos tengan planchado ese día.

Una cosa parece segura: el logo del PP ya no puede ser más plano. El encefalograma de sus líderes, tampoco.

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