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La utilidad de lo inútil

AI pide a Obama no dejarle abierta la cárcel de Guantánamo a Trump

Jose A. Pérez Ledo

Dice Donald Trump que la tortura es útil. No aclara para qué, pero se supone que como herramienta para obtener información. El presidente de Estados Unidos, conviene recordarlo, no ha pisado más campos de batalla que yo mismo. Su experiencia bélica es, por tanto, similar a la mía y se reduce al visionado de Apocalypse Now, Platoon y La chaqueta metálica. Ese es todo el background militar del comandante en jefe del ejército más poderosos de la Tierra.

Dice Donald Trump que la tortura es útil, y probablemente tiene razón. De lo contrario, hace tiempo que habría desaparecido. La tortura es más antigua que la escritura, que la rueda y –casi con toda seguridad– también que la agricultura. Alguna ventaja tendrá para haber llegado hasta nuestros días en tan excelente forma.

En realidad, solo tiene un aspecto negativo: es una atrocidad inhumana. Trump lo sabe, pero no le importa. Sus primeras medidas ya han dejado claro que la ética será una cuestión secundaria en su administración. Porque la ética, a diferencia de la tortura, no es útil.

No es el único que piensa así, que antepone la utilidad a cualquier otra consideración. Más bien al contrario; esa idea parece ir estableciéndose como el signo de nuestro tiempo. Vivimos en la era de la utilidad.

Hace poco más de un año, los filósofos se pusieron en pie de guerra dialéctica al hacerse público que la Filosofía sería marginada en el nuevo plan educativo. Las autoridades argumentaron que, en pleno siglo XXI, la filosofía carece de utilidad. Platón, Aristóteles, Sartre, Kant, ¿quién los necesita? ¿Qué puede sacar en limpio el alumnado del racionalismo, del escepticismo, de la epistemología o de la metafísica?

Incluso en la ciencia, globalmente aceptada como el motor de nuestros días, se privilegia lo útil. Tanto los Estados como los patrocinadores privados fomentan la investigación que pueda generar resultados comerciables. La ciencia como herramienta para iluminar la oscuridad no es más que un eslogan con el que embelesar a la población; el verdadero objetivo es la patente. Olvidan, sin embargo, que los grandes avances científicos han sido, en su mayoría, el resultado azaroso de décadas de investigación básica y zigzagueante.

Trump no es un lobo solitario en su defensa de lo útil. Es, de hecho, la encarnación de una visión de la realidad que gana puestos cada día en la batalla de las ideas. Quizá la ética, la filosofía y la curiosidad no sirvan de nada. Pero son ellas las que ha forjado nuestro mundo. A ellas les debemos todo.

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