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La reivindicación del caos o cómo el libro ganó al ladrillo

Los socios fundadores de la librería 'Caótica', Maite Aragón, Begoña Torres y Joaquín Sovilla. |

Juan Miguel Baquero

Alma de cooperativa. “Espacio revolucionario”. Librería, café  y centro cultural. Es Caótica. Un proyecto romántico que enraiza junto a Las Setas de Sevilla con “la firme convicción de que los libros siguen siendo objetos con vida”, dicen sus creadores, que siembran un nuevo proyecto con origen en la antigua Extra Vagante. De un desenlace, a veces, surge un estreno. Y del caos nace un mundo lleno de libros.

Se trata de una apuesta “pionera en nuestro país” y que surge “con la lectura como eje central”. La librería como “motor” de un edificio de tres plantas dispuesto como plaza multidisciplinar para acoger “una amplia programación cultural”. Y que presenta, además, un “innovador sistema de colaboraciones”: la comunidad Caótica. Socio, micromecenas, librero por un día… el lector elige.

Todavía con olor a pintura, y entre textos que se reparten anárquicos, planean las sonrisas inaugurales de los fundadores de Caótica: Maite Aragón, Begoña Torres y Joaquín Sovilla. Son “la parte más creativa” de la extinta La Extra Vagante Libros. Aquella pérdida no supuso una rendición sino una esperanza. Una aspiración que ya tiene forma en el centro de la ciudad.

Caos y creatividad frente “a la razón del orden”

Ante un mundo “de excitación permanente, las cosas, la economía…”, reivindican “el caos como base de la creatividad frente a la razón del orden”. Revolución heterogénea contra la homologación impuesta. Algo así. “Y el concepto es Caótica y reivindica lo femenino, porque el caos es origen”, subraya Joaquín.

Una nueva conquista de la cultura a pie de calle que les tiene “cansados y con la adrenalina a flor de piel”, asegura Begoña. “Porque el proyecto tiene mucha envergadura”, dice. “Es una reivindicación de lo que somos, dejamos la extravagancia y vimos que el caos es parte de nuestra identidad, hay que ser auténticos y reivindicar el caos como una forma de creatividad, una apuesta cultural y el origen de todo”, apunta Maite.

“Somos libreros porque lo necesitamos”, coinciden. “Somos reincidentes en ese sentido”. Caótica, define Joaquín, “potencia el espacio, el fondo y el vínculo”. La gente. La cultura. Los libros. El café. El contacto. La comunidad. La palabra. La vida, acaso. Todo, frente al paradigma de una sociedad atada a lo inmediato, lo práctico, la homogeneización cotidiana.

Cuando el libro le ganó al ladrillo

“La presión inmobiliaria no permitió que La ExtraVagante creciera en el espacio que habitábamos” en la Alameda de Hércules, explica Maite. “Allí se nos asfixió la posibilidad y salimos a la ciudad a buscar”. Hasta que apareció “un lugar donde reivindicar el caos como forma de relación” y “madurar el proyecto a través de la economía social colaborativa”. Y nació Caótica. Está claro, entonces: “el libro le ha ganado al ladrillo”.

Madurar el recuerdo de La ExtraVagante sirve para generar una “diversa y amplia actividad cultural” defendiendo un modelo de librería “participativa”. Una segunda vida sustentada en una estructura cooperativista que permite “dar sentido de pertenencia colectiva real y de intercambio cultural”.

Caótica busca “arrojar luz a través de los libros, objetos vivos que ejercitan el pensamiento crítico y el aprendizaje”. Con una filosofía, dicen, que rememora “aquellas antiguas librerías románticas y caóticas, con libros que se cuelan por todas las rendijas”. Estanterías que crean “un ecosistema para el consumo responsable, con compromiso y con el valor del uso comunitario de la biblioteca”.

Las diferentes salas de Caótica permiten un espacio versátil con escenarios adaptables a propuestas dispares. La programación cultural girará sobre clubes de lectura, presentaciones o cuentacuentos. Pero también otras manifestaciones artísticas, caso de conciertos, proyecciones de cine o teatro de pequeño formato. O talleres, encuentro con autores y editores… y actividades como ‘Librero por un día’ en la que lectores o creadores aconsejan y conversan “sus lecturas de cabecera y crean así una plataforma humana en torno al libro”.

La comunidad Caótica, además, tiene el germen en un espíritu cooperativista. Los socios pueden aportar una cantidad mensual para aportar obras que luego estarán disponibles para el resto de participantes, por ejemplo. Se trata de compartir, de crear la ‘Biblioteca de los indispensables’. “Se van a ir agregando compañeros de viaje al caos”, vislumbran los primeros socios caóticos de un espacio “pionero” con el eje vertebrador citado en una librería. Que de esas páginas, dicen, nace un mundo que aspira a “agitar culturalmente esta ciudad y no dejar indiferente a nadie”.

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