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CiU y ERC terminan la campaña enzarzados en reproches mutuos

El president Artur Mas durante el mitin en el pabellón de Illa Diagonal de Barcelona

Arturo Puente

Barcelona —

La recta final de la campaña europea ha hecho resentirse a las habituales buenas relaciones entre Esquerra y CiU. Los dos partidos, que firmaron un acuerdo de estabilidad parlamentaria al comienzo de legislatura y conforman las principales columnas sobre las que descansa el proceso soberanista, se han enredado en un cruce de acusaciones a medida que avanzaba la campaña electoral. El partido de gobierno teme que estos comicios sean los del sorpasso, tal como apuntan algunas encuestas, y ERC no quiere renunciar a la medalla de ganar las últimas elecciones antes de la fecha marcada para la consulta.

Los principales partidos catalanes no se habían cruzado apenas dardos durante las primeras semanas de campaña, poco más que alguna crítica con guante de seda. Pero el pasado martes Duran rompió el alto el fuego y atacó con dureza a Esquerra en su blog, asegurando que los republicanos estaban capitalizando el proceso “desde los extramuros de la racionalidad” y culpando de los recortes al sistema de financiación pactado por el gobierno tripartito. “Socialistas, ERC e ICV-EUiA gastaron el dinero que no tenemos, arruinaron el país y provocaron los recortes”, escribió Duran.

Hasta el momento Esquerra había guardado fidelidad al gobierno de CiU ante el temor de que un mal resultado de la federación nacionalista desacreditara la figura de Mas, tanto dentro de CiU como ante el Estado, lo cual creen perjudicial para el proceso en su conjunto. Pero tras el artículo de Duran ERC no dudó en contraatacar. Los republicanos sacaron un vídeo acusando sin disimulo a Duran de tibieza y de tener una postura poco clara sobre el proceso. “Ahora que comenzamos a ver el nuevo país, algunos confundirá con el ahora sí ahora no”, apuntan en el vídeo sobre la imagen de una caricatura de Duran i Lleida que abre y cierra una cortina.

El spot de los independentistas soliviantó a CiU. Lluís Corominas, jefe de campaña de CiU, reclamó a Esquerra que “deje de dar lecciones sobre la consulta soberanista” y les tildó de prepotentes. La guerra estaba abierta. ERC remarcó en sus mítines que ellos son “el único partido que garantiza el proyecto soberanista”. El candidato Josep María Terricabras cargó sin medias tintas contra Unió, de la que criticó su “tercera vía” y que apoye al candidato del PP en Europa. Por su parte, Artur Mas pidió a sus socios parlamentarios “dos dedos de frente”.

El centro de toda la polémica, Josep Antoni Duran i Lleida, aquejado de un problema de espalda, reapareció en escena el jueves en la carta semanal a la militancia de Unió. El líder democristiano alerta en el texto remitido de que un batacazo de CiU en las europeas debilitaría al gobierno catalán y malograría sus capacidades para llevar a cabo el proceso soberanista.

La batalla entre los partidarios de la consulta de este final de campaña es precisamente lo que el gobierno de Mariano Rajoy ha estado esperando con su estrategia habitual del laissez faire. El plan del Ejecutivo español pasa por dejar que los partidos que firmaron el pacto por la consulta del 9N lleguen a desencuentros y se debiliten mutuamente ante la sociedad catalana. El PP espera a una subida importante de los republicanos para poder vender un descrédito de Mas, que melle públicamente su figura y que, de paso, ponga más nerviosa todavía al ala de Duran i Lleida, la menos convencida del proceso en la federación nacionalista. Por esta razón, los partidos proconsulta quisieron dejar atrás las rencillas que han tenido la última semana, evidenciando su unidad por la soberanía ante los espectadores del debate electoral que este miércoles retransmitió TV3.

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