Claus Guth debuta en el Teatro Real con su versión de “Parsifal”

En un sanatorio lleno de supervivientes de guerra se sitúa la acción de la versión de “Parsifal”, de Richard Wagner, con la que el director alemán Claus Guth debuta en el Teatro Real.

Esta producción, en la que Wagner una vez más se adelanta a su época, inaugura el eje temático del final de la temporada en el Real, con una programación que incluye “Brundibár” de Hans Krása, “Moisés y Aarón” de Arnold Schönberg y “El emperador de la Atlántida” de Viktor Ullmann.

A ello se une el ciclo de conciertos “Bailando sobre el volcán” en la Fundación Albéniz y las “Sesiones golfas” protagonizadas por Simon Keenlyside y Angela Denoke.

La versión de Claus Guth, estrenada en el Liceu de Barcelona en febrero de 2011, tendrá un único reparto, aunque en el papel titular se alternarán los tenores Christian Elsner y Klaus Florian Vogt, que estarán acompañados por Anja Kampe, Detlef Roth, Ante Jerkunica, Franz Josef-Selig y Evgeny Nikitin.

El director de orquesta ruso Semyon Bychkov volverá a dirigir el Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, tras sus interpretaciones de Elektra en la inauguración de la temporada 2011-2012. Los días 12 y 15 de abril, Bychkov cederá la batuta a Paul Weigold, que debutará en el Real.

El montaje con el que Claus Guth debuta en el Real sitúa la acción dramática en un sanatorio inspirado en “La montaña mágica” de Thomas Mann, en el periodo de entreguerras.

“Esta fecha coincide con la presentación en los teatros europeos de la ópera, más allá del Festival de Bayreuth, una vez acabados los derechos exclusivos que tenía sobre la obra”, ha recordado el director artístico del Real Joan Matabosch.

El público que no había acudido a Bayreuth empezó a conocer a partir de 1914 la ópera, y sobre todo tras la Primera Guerra Mundial. Por esto, en su opinión, resulta tan inquietante que la obra, escrita treinta y cinco años antes, evoque la situación que estaba sufriendo Europa en ese período.

“Muestra un mundo perdido, destrozado, de penurias y desánimo, en el que una sociedad humillada y herida busca desesperadamente a un líder carismático. Ver como acaba esto, en un desastre mayor, en una devastación y en una barbarie total es muy inquietante”.

La ópera de Wagner también es hoy en día “enormemente incómoda y hace reflexionar sobre lo que se dice en ella porque son temas que nos atañen ahora mismo, expresa cosas que nos afectan”, según el director artístico del Real.

El director de orquesta Semyon Bychkov bromeó con el hecho de que se dice que “Persifal” es una ópera larga “pero yo siempre estoy esperando el cuarto y el quinto acto -dice-”.

Para él, las óperas de Wagner son la música más cercana al Budismo que conoce. “Se encuentran en un estado constante de expansión. Hay un momento en que la obra empieza, pero esto solo es así porque empezamos a escucharla entonces. En realidad, la historia comenzó hace mucho tiempo, y de hecho no tiene ni principio ni fin”.

El tiempo bajo esta perspectiva “no se limita a una hora compuesta por sesenta minutos, o a un día dividido en veinticuatro horas”. Además, “una cuestión que se debe afrontar es el tempo que se elige para la música de Wagner”.

Bychkov ha recordado cuando se puso en escena la ópera “Lohengrin” en Weimar (Alemania), dirigida por Franz Liszt. Wagner se dio cuenta de que la obra duraba mucho más de lo que él tenía pensado porque los cantantes se regodeaban en los recitativos.

“Y aclaró que había escrito la música considerando el ritmo del habla. La manera, entonces, de dar con el tempo perfecto consistía simplemente en cantarlo como si fuera declamado”.

“Persifal” fue la primera ópera que eligió Bychkov para dirigir “y quizá lo hice porque los temas que plantea son universales -comenta-. Después de Bach, es la primera vez que alguien crea un universo tan galáctico. Los cambios de tonalidad son como una pérdida de gravedad, como si estuviéramos en otra galaxia, flotando en el espacio”.

En cuanto a las polémicas opiniones de Wagner, el director ruso ha considerado que es descorazonador pensar que alguien capaz de crear composiciones tan divinas tuviera unos rasgos humanos “tan diferentes a nosotros”, y ha recordado que él en muchas ocasiones se ha preguntado cómo alguien con rasgos tan innobles podía crear personajes tan nobles, “así como personajes tan negativos con una música tan bella”.