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Los Enemigos: “Hipsters no creo, pero algún gánster sí que va a nuestros conciertos”

Los enemigos

Octavio Vellón

A veces da la sensación de que el cerebro moldea el tiempo a su antojo. Estos segundos se convierten en horas de angustia. Aquéllas décadas se transforman en minutos de impaciente espera. Diez años no son nada –en este caso– para Los Enemigos. Hablamos de una década en la que sus caminos se dividieron, pero en ningún caso se alejaron de la música. Antes de irse les dio tiempo a convertirse en uno de los grupos más influyentes de la historia del rock español.

Reciben a eldiario.es en una cafetería-biblioteca de Madrid y en cuanto comienza el diálogo dejan entrever una ilusión recuperada. Chema, el animal, batería del grupo comenta que “después de 17 años tocando las mismas canciones, te agotas. Pero al pasar diez años sin tocarlas sientes la necesidad imperiosa de volver a hacerlo”.

Tienen la sensación de haber vuelto justo donde lo dejaron, pese a que todo lo que era su universo se ha transformado. “Durante esos diez años nunca nos volvimos a ver los cuatro juntos” señala Fino, el bajista. Por eso les producía una gran incertidumbre el reto de reunirse de nuevo. Se preguntaban si sonarían igual, si el feeling seguiría existiendo.

Cuando les hablamos sobre la existencia de esa compenetración mágica, se miran entre ellos muy convencidos a la vez que susurran un fugaz “sí, sí, sí”. Conexión que se tradujo en su vuelta a los escenarios en 2012 donde la acogida fue mayor de la que esperaban. “Teníamos la duda de que al volver después de tanto tiempo aún hubiese alguien ahí” cuenta Josele, letras y voz. “Durante los dos días que hicimos en La Riviera (Madrid), vimos que no sólo vinieron los fieles sino que aún enganchábamos a una nueva generación”.

Son un grupo tremendamente vinculado a la capital. “Madrid ha cambiado mucho” dice Fino. “Nosotros nos conocimos en Malasaña. En el 86 en cualquier garito de allí sonaba rock, ahora parece como si hubiese una intención clara de acabar con estos sitios donde los jóvenes tienen inquietudes”.

Apuntan que de un tiempo a esta parte el estilo indie es el hype. Pero ya no saben definir claramente de qué se trata: “El indie ya no sabemos ni lo que es. Tenemos la manía de ponerle etiquetas a todo. De clasificar. Le ponemos nombre a nuestro perro y él ni siquiera sabe que se llama así” dice Chema. “Lo mismo pasa con los hipsters, que ya los había en los 60. No nos interesan las tribus urbanas” añade Fino.

Un grupo con estilo propio

Lo cierto es que los Enemigos son un grupo atípico, ellos se niegan a clasificarse en un estilo definido. La música que hacen no es una pose, no es un producto reflexionado. Todo lo contrario, es el fruto de miles de influencias desde la Velvet Underground hasta Kiko Veneno, que de manera casual han derivado en un estilo propio.

De una personalidad abrumadora, Los Enemigos pueden producir una emoción incontenible o todo lo contrario. Josele apunta: “A veces nos llega un chaval y nos dice que le ha llegado lo que hemos hecho y alguna vez le han dicho que les había parecido una mierda. Y la verdad es que los dos tenían razón. Nuestro trabajo es crear emociones”.

En cualquier caso no son nostálgicos. Aseguran que la calidad de la música depende de la perspectiva. “En los 80 creía que lo que se hacía en los 60 era mejor. Lo que hacemos ahora tendremos que analizarlo en unos años. Pero desde luego estamos contentos”, dice Chema.

Ellos son músicos porque no podían haber sido otra cosa. Dicen que tuvieron muchos trabajos duros hasta que llegaron a vivir de esto, pero niegan que en su profesión haya más incertidumbre que en otras. “Hemos aprendido a vivir con la presión de la incertidumbre” dicen. “Desde luego lo que más adicción nos produce es la carretera. Estar en una gasolinera. Pensar que esa noche vas a dialogar con un público y que alguien te va a conocer. Lo que más nos gusta es tocar en directo” completa Josele, voz y composición.

Ahora tienen el reto de su disco por delante. Les pinta bien y piensan que se abre una nueva etapa como grupo. También se ponen metas: tocar siempre con el mismo equipo y abrirse paso en Sudamérica, donde de momento ya tienen fecha para actuar en Argentina.

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