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Fallece Ana María Matute, la académica de la pluma

Fallece la escritora Ana María Matute

Mónica Zas Marcos

Hace apenas dos meses, la última Premio Cervantes, Elena Poniatowska, mencionaba en su discurso a las tres Marías que habían transmutado el papel de la mujer en la literatura española: Dulce María Loynaz, María Zambrano y Ana María Matute. Ahora despedimos a la última de estas grandes escritoras, en un año especialmente negro para el mundo editorial y para el palmarés del Cervantes.

Durante su trayectoria, recibió numerosos galardones entre los que destacan el Premio Nadal, el Planeta, el Nacional de las Letras Españolas, el Gijón y, por supuesto, el Cervantes en 2010. Su novela más famosa lleva el nombre de Olvidado rey Gudú, pero su primera publicación, Los Abel, vio la luz casi cinco décadas antes. También destacan Primera Memoria, Los Soldados lloran de noche, Los hijos muertos y Los mercaderes, entre una lista de más de quince volúmenes.

Pero quizá el género que mejor le definía era el de relato infantil. Pero no porque quisiese evadir a los niños autómatas de hoy en día y enamorarles de la lectura; sino para salvarles. En numerosas entrevistas, Matute admitía que la literatura actual era como una pócima abductora para los más pequeños, que les hace creer que no hay vida más allá de Harry Potter. Ella prefería las hadas y trasgos alienados en un mundo fantástico, pero cruel y sin florituras.

El sillón K queda huérfano

Sentó precedente, también en 1996, al ser la tercera académica en ocupar uno de los sillones de la Real Academia Española, en casi más de tres siglos de institución. La primera vez que se apoderó de aquel asiento, que transportaba una letra tan exótica como vetusta al mundo terrenal, la escritora ya contaba con 77 primaveras. Hoy, el sillón K queda huérfano en una Academia de la Lengua que pedía a voces una mente femenina y desdoblada como la de Matute.

“Intentaré hacer algo para que entren más mujeres. No soy partidaria de eso de la cuota, pero sí estoy convencida de que hay muchas mujeres fuera de la Academia que son más importantes que algunos señores que están dentro: y no señalo a nadie”, admitió la 'niña' septuagenaria en una entrevista para El Mundo, previa a su discurso. Y, en efecto, tras ella llegaron cuatro mujeres más: la historiadora Carmen Iglesias (2002, sillón E), la científica Margarita Salas (2003, sillón I), la narradora Soledad Puértolas (2010, sillón G) y la filóloga Inés Fernández Ordóñez (2011, sillón P).

La fantasía en tiempos revueltos

Antes de que el género fantástico se convirtiese en líder de ventas y en el filón editorial por antonomasia, Ana María Matute recuperaba a Andersen o Carroll con su pluma. Los castillos, la Edad Media y las artes de brujería ya paseaban a sus anchas por el imaginario de la escritora. Pero no fue hasta 1996, cuando dio vida a su plúmbeo Olvidado rey Gudú y se resituó en el panorama gremial con sus mil páginas.

Después llegó Aranmanoth y la crítica y el público comenzaron a hacer incómodas comparaciones con J.R.R Tolkien. Fue entonces cuando se plantó indignada y dijo que si alguien quería establecer similitudes con su “trilogía” fantástica -La Torre vigía, Olvidado rey Gudú y Aranmanoth- que lo hiciesen con la literatura artúrica.

Porque carácter nunca le faltó a esta maestra, que siempre admitía que ella disfrutaba más leyendo que escribiendo. Por eso, una de las etapas más felices de su vida coincidió con su trabajo como trovadora en las universidades del mundo. Leía para quien le quisiese escuchar, desde Oklahoma a Indiana hasta Perú o las principales ciudades europeas, y escuchaba a doctos o a viandantes. “Yo cuando pienso y escucho no los distingo, pienso en la gente”.

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