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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'The Knick': la delgada línea entre medicina y carnicería

Las manos de Clive Owen son lo menos sangriento de 'The Knick'

Miriam Lagoa Vidal

Casualidad o no, en los últimos meses la ficción televisiva estadounidense se ha abonado a los pioneros. Primero fueron los informáticos de Halt and Catch Fire con sus aventuras para sacar adelante el primer ordenador portátil en la década de los 80, poco después se presentaron los científicos de Manhattan, atrapados en un mar de dilemas morales por estar fabricando la primera bomba atómica, y desde el 2 de octubre en Canal+ 1 (dial 30 de Movistar TV), los doctores de The Knick harán sufrir a los espectadores casi en carne propia al presentar cómo era ejercer la medicina a principios del siglo XX.

Sobre el papel, las credenciales de The Knick le aseguraban la atención necesaria en un panorama seriéfilo bastante saturado. La secuencia que abre su primer capítulo deja claro que no va a ser otra serie más con médicos, y lo reafirman su estética a medio camino entre el documental sobre el ambiente insalubre que acompañaba al crecimiento vertiginoso de la ciudad de Nueva York y el ambiente alucinógeno en el que se mueve su protagonista principal.

The Knick se inspira en la historia real del Knickerbocker, un hospital que estuvo en servicio en la zona norte de Manhattan desde finales del siglo XIX hasta 1979. La primera temporada está situada a principios del siglo XX, en un momento en el que el hospital era el banco de pruebas de un equipo médico, liderado por Dr. John W. Thackery, que empezaba a aplicar en la mesa de operaciones avances científicos como la electricidad o los rayos X. El problema es que sus métodos, que muchas veces acaban en auténticas carnicerías, están a décadas de distancia de los avances que hoy los han convertido en procedimientos quirúrgicos casi rutinarios.

Fuera del quirófano, el Knickerbocker es también un reflejo de la sociedad neoyorquina de la época, profundamente clasista y tolerante con la corrupción, como se muestra en el duelo entre los conductores de ambulancias, que cobran por trasladar a los enfermos al hospital o los trapicheos del director del hospital con la mafia. El propio doctor Thackery (Clive Owen) es un cirujano brillante pero adicto a la cocaína y un racista arrogante que desprecia a un médico negro (André Holland) recién llegado de Europa con técnicas revolucionarias.

Como cualquier serie que aspire a destacar sobre el resto, The Knick aporta unos cuantos extras. Es la primera serie de Steven Soderbergh después de que anunciara que dejaba la dirección de películas por proyectos televisivos. Se aplicó un periodo de transición con Behind the Candelabra, una TV movie que fue presentada en el Festival de Cannes y tuvo tratamiento de estreno cinematográfico en algunos países, y abre una nueva época en su carrera con The Knick, en la que ha dirigido todos los capítulos de la primera temporada y repetirá en la segunda, ya confirmada. Se ha ocupado también de las labores de director de fotografía y montador, aunque en los títulos de crédito aparece con seudónimo.

Puede que algunos espectadores la descarten por su crudeza, pero The Knick es una serie que apela a los sentidos ya no solo por su estética o por el recorrido al que nos invita por los bajos fondos de Nueva York, sino también por la anacrónica BSO compuesta por Cliff Martinez. Una mezcla que hace extrañamente moderna a una serie ambientada hace más de un siglo.

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