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“Las prestaciones por hijo deben ser universales, igual que lo son la sanidad o la educación”

Bibiana Medialdea y María Pazos. FOTO: Marta Jara.

Ana Requena Aguilar

Bibiana Medialdea, profesora e investigadora en Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, y María Pazos, investigadora del Instituto de Estudios Fiscales y autora de 'Desiguales por Ley', son las firmantes del documento sobre economía e igualdad que Podemos ha presentado esta semana. Aunque subrayan que su participación ha sido solo en calidad de expertas independientes, muestran su deseo de que sus propuestas sean finalmente avaladas por Podemos. “En cualquier caso, ya es importante que este debate llegue a la sociedad, ya era hora”, dicen. Las líneas generales de sus propuestas: eliminar incentivos a la permanencia de las mujeres en los hogares, universalizar servicios públicos como la educación infantil y la dependencia, dignificar y emerger el empleo doméstico, prestaciones universales por hijo y equiparación de permisos de paternidad y maternidad.

Ustedes han llamado al documento 'Reorganizar el sistema de cuidados', pero la gente está acostumbrada a oír hablar de conciliación. ¿Es esto algo diferente a la conciliación?

Bibiana Medialdea: No tenemos nada contra la palabra conciliación, podemos decir que proponemos una reorganización del sistema de cuidados que permita a todas las personas conciliar el empleo con el trabajo reproductivo. El tema es que el término conciliación se viene utilizando para una serie de políticas que en realidad de lo que tratan es, de aquella manera, de intentar que las mujeres concilien su empleo con la responsabilidad de cuidados y a costa de reducir su carga de empleo. Nuestra aspiración es que todas las personas conciliemos.

María Pazos: El término conciliación es muy general. Se llama políticas de conciliación a las excedencias, reducciones de jornada, permisos de maternidad mucho más largos que los de paternidad... todo focalizado a que las mujeres concilien.

Hablan de economía y de cuidados y es algo que suena poco ortodoxo. ¿Es necesario conectar las dos cosas para entender la desigualdad?, ¿debe ocuparse la economía de los cuidados?

B. M: Cuesta que la economía convencional que se ocupa de lo que sucede en el ámbito productivo se de cuenta de que no se entiende bien lo que pasa si no atendemos a lo que está pasando en el ámbito reproductivo, y cuesta también que las economistas feministas, que han tenido la capacidad de poner el énfasis en que es importante saber lo que pasa en el ámbito reproductivo, lo conecten con el productivo. En lo que estamos fallando es en explicar que son dos caras de la misma moneda, y ese documento va en esa línea. Que las mujeres nos insertemos de forma subalterna en el mercado laboral solo se puede entender si se observa cómo se está repartiendo el trabajo dentro de los hogares.

M. P: Por un lado, no se ve el fenómeno de la discriminación estadística, que consiste en que las mujeres tenemos el cartel de 'menos disponibles para el empleo'. Es algo que no afecta solo a las madres, sino a todas las mujeres. Tampoco entiendo que haya tanta preocupación por la economía sumergida y no se vea que todas las medidas que pretenden que las mujeres cuiden en casa fomentan la economía sumergida.

¿Les parece adecuada la conexión de su documento con el que elaboraron con Torres y Navarro? Si precisamente hay que conectar economía y cuidados, ¿no debería haber sido todo un mismo documento?

M. P: El documento de Torres y Navarro tiene esto de lo que hablamos en cuenta. En realidad, las medidas que proponemos están en su texto, que es el primer documento económico que he visto con perspectiva de género. Lo que sucedió es que estas medidas pasaron totalmente desapercibidas porque lo que buscó todo el mundo es, sobre todo, qué pasaba con la deuda.

B. M: Es plenamente coherente con el suyo. Muchas veces pasa que se habla primero de la economía, y luego de la igualdad. Pero creo que ellos lo tuvieron en cuenta en su documento, aunque era más genérico. Nosotras hemos puesto el zoom sobre el sistema de cuidados.

Proponen una jornada laboral de 35 horas semanales, ¿cómo garantizar eso y que no bajen los salarios?

B. M: Este documento es solo de cuidados, pero tenemos una visión más general sobre cambiar la economía, y la igualdad también tiene que ver con otro modelo distributivo en términos de grupos sociales. En los últimos quince años ha habido una distribución de la renta muy favorable a los ingresos del capital y en contra de los ingresos salariales. Se impone que una nueva forma de entender la economía revierta ese proceso, y ahí habría margen para reducir las jornadas sin pérdidas salariales. Es una medida positiva para repartir empleo y el trabajo de cuidados.

Hay voces muy críticas con que la mera reducción general de la jornada sirva para crear empleo...

B. M: Una cosa es que esa no sea la única solución, pero está claro que sí se generaría más empleo. El debate está en cuánto aumentaría el empleo, por el factor de la productividad.

M. P: Además, también reactivaríamos la economía, porque sacar a la luz el sector de cuidados domésticos haría aumentar la demanda interna.

Hablan de garantizar la atención a la dependencia a través de servicios públicos. ¿Y si alguien quiere cuidar en casa?

M. P: Si una persona quiere cuidar a alguien en su casa que lo haga, no hay ningún problema, pero el sector público no tiene que empujar a las personas a ello con ese tipo de incentivos. El derecho a la autonomía funcional tiene que ser un derecho básico de cada persona. Una persona dependiente no puede quedar abandonada o depender de otras personas. Los servicios públicos a domicilio y residenciales tienen que estar ahí para garantizar esa autonomía. Si además de eso una persona puede permitirse quedarse en casa y quiere hacerlo, que lo haga, la cuestión es que no sea necesario.

B. M: Si eso sucede debe ser una opción libre. Ahora mismo no es una opción, porque muchas veces es la única opción de no dejar a tu familiar tirado.

Plantean equiparar a las empleadas del hogar al Régimen General con plenos derechos. Eso supondría un aumento de salarios y cotizaciones. ¿Cómo llevar a cabo esta medida sin que sumerja más el sector?

M. P: La única forma de conceder derechos a estas trabajadoras y no sumergir al sector es universalizar los sectores de atención a la dependencia y la educación infantil. Es la única forma de crear empleos verdaderamente dignos en este sector. En los países como Suecia o Dinamarca, donde no existe este empleo especialmente precario y fuera del Estatuto, el sector es muy pequeño. Y en otros como Italia, donde estos empleos tienen supuestamente más derechos, este sector sigue muy sumergido.

Pero por mucho que se externalicen, hay trabajos que se hacen en casa, como limpiar. ¿Cómo quedaría la situación de esas trabajadoras?

M. P: Habría mucha menos gente que contratara a una empleada para cuidar un dependiente porque habrá ese servicio público. Las que permanezcan en los hogares tendrán que tener derechos y solo se lo podrá permitir una minoría.

B. M: Es un servicio que tendría que ser mucho más caro de lo que es. Culturalmente entendemos que si vienen a casa a hacernos las cosas tiene que ser más barato, pero el trabajo digno es caro. En un escenario con jornadas racionales, la demanda de trabajo doméstico no sería la que hay ahora. Son piezas que forman un todo.

Las prestaciones universales por criatura que proponen, ¿en qué consistirían exactamente, cuánto durarían y en qué se diferencian del cheque bebé de Zapatero o de otras medidas parecidas?

M. P: Sería un prestación universal desde que nazca la criatura. Se diferencia en que esto no es un pago único, los pagos únicos no deberían existir porque la política social debe atender necesidades mientras existan, y mientras exista una criatura requiere unos gastos y solidariamente tenemos que ayudar a esos gastos. Ya existen desgravaciones actualmente por hijo, esto no es nada nuevo. Pero las desgravaciones son del IRPF, por tanto, son a partir de un nivel de renta para arriba porque la gente que no tiene cuota no puede desgravarse nada. Y luego hay unas prestaciones muy exiguas para gente con poco nivel de renta. Se trata de unificar esto para que sean prestaciones para todo el mundo y la redistribución ya vendrá a través de la progresividad de los impuestos.

B. M: Tienen que ser prestaciones iguales y universales para todos porque son derechos de los niños y las niñas, y los derechos son individuales, igual que todas las personas tenemos derecho a sanidad gratuita o a educación independientemente de si nuestras familias son pobres o ricas.

¿Y no podría ser ese otro estímulo para que las mujeres se queden en casa?

M. P: No, porque sería una ayuda que no llegaría nunca a un salario aunque tuvieras dos hijos. Sería sin duda inferior a 400 euros, nada parecido a tener dos hijos y que llegara a un salario. En lugar de ser desgravaciones serían prestaciones con más impacto de lo que hay ahora, porque la pobreza infantil es enorme. Las familias monoparentales tendrían otra prestación que podrían sumar a esta.

¿Y lo que cuestan estas desgravaciones de las que hablan y que se eliminarían serviría para compensar el gasto de estas prestaciones?

B. M: No hemos hecho el cálculo pero es probable que no fuera suficiente, haría falta más gasto.

M. P: Hay que reestructurar el presupuesto, de momento estamos dando unas líneas de política social.

Al final mencionan que hay otros estímulos que ayudan a esa permanencia de las mujeres en los hogares y a que los roles permanezcan, como son la pensión de viudedad y la posibilidad de hacer la renta conjunta. Sin embargo, no hay una propuesta explícita de eliminarlas. ¿Por qué no?; ¿proponen su eliminación?

B. M: No lo hemos incluido porque Podemos nos pidió un informe sobre el sistema de cuidados y no era un elemento directamente relacionado, pero tanto María como yo apostamos por eliminarlas.

M. P: Son estímulos para que se retiren las mujeres. Decimos que es algo que hay que ver a largo plazo, en cualquier caso si proponemos eliminar esto es para los nuevos matrimonios. En los países como Suecia o Islandia, donde el sistema de cuidados es otro y se ha reconocido como objetivo explícito de la política social que las mujeres sean independientes durante toda su vida, se han eliminado estas fórmulas.

¿Es viable económicamente su propuesta, sumada además a la de Torres y Navarro, que ya implicaba un aumento del gasto?

B. M: Sí, y pensamos que gran parte de los recursos que hacen falta son necesarios para que España corrija su déficit social con respecto a la Unión Europea. Nosotras proponemos darle una orientación a esos recursos, pero son unos recursos que cualquier gobierno responsable tendría que encontrar para cerrar la brecha que nos separa de Europa. El gasto público está muy por debajo de países con un PIB per cápita parecido.

M. P: Decimos que no solamente es posible sino absolutamente necesario y que es la forma de salir de la crisis. Lo único que puede reactivar la economía es una gran inversión pública y por eso la inversión social es necesaria, cumple una múltiple función: reactiva la demanda interna, va a proteger a la gente y a atender a necesidades perentorias, va a dar seguridad a la gente para que pueda consumir y atajará la crisis de fecundidad.

B. M: Siempre se pregunta como se financiará el cambio como si la gestión actual fuera barata. Nunca se preguntó de dónde se sacaría dinero para el rescate bancario, se dio por hecho que habría dinero. Está bien preocuparse de dónde sale la financiación, pero recursos hay, lo que hay que hacer es movilizarlos y priorizar su uso.

¿Creen que este documento viene a llenar el vacío de propuestas feministas que hay en Podemos? Muchas voces han criticado la carencia o incluso la falta de interés real de Podemos en este sentido...

B. M: Yo celebro que Podemos se haya dado cuenta de la importancia de este tema.

M. P: Pienso que esto va a servir para que se hable de ciertas cosas, necesitábamos que este debate saliera a la sociedad.

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